13.7: Desafíos para las Áreas Protegidas
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Limitaciones de financiamiento
Para que las áreas protegidas alcancen todo su potencial, debe haber financiamiento adecuado para apoyar a un equipo de personal bien equipado, debidamente capacitado y motivado (James et al. 2001; Gill et al., 2017). También se necesitan edificios, vehículos, equipos de comunicaciones y otra infraestructura y recursos adecuados para que el personal pueda cumplir con sus deberes y que los turistas tengan un tiempo memorable. El costo de estos recursos puede sumar rápidamente; por ejemplo, los investigadores estimaron que cada año se necesitan más de mil millones de dólares para manejar las áreas protegidas de África que incluyen poblaciones de leones (Lindsey et al., 2018). Sin embargo, las áreas protegidas de África con frecuencia carecen de personal, carecen de equipo básico y enfrentan escasez de financiamiento (Tranquilli et al., 2014; Watson et al., 2014). Sin los medios para viajar, comunicarse y protegerse, incluso el personal motivado puede encontrarse atrapado en sus lugares de destino, sin darse cuenta de lo que sucede en otros lugares de su parque. Algunos de estos retos se pueden resolver con un adecuado plan de ecoturismo, que se puede facilitar desde el nivel de base hacia arriba o nivel gubernamental hacia abajo. Un número creciente de mecanismos de financiamiento, incluyendo donantes privados e internacionales, también han comenzado a llenar vacíos de financiamiento (Sección 15.3) lo que, a su vez, ha permitido que más ONG ayuden en el manejo de áreas de conservación (Tranquilli et al., 2012; Lindsey et al., 2014). Sobre todo, un plan de manejo y monitoreo cuidadosamente ensamblado, que esté adecuadamente financiado, es clave para el éxito de las áreas protegidas.
Planeación para el cambio climático
Debido a que las áreas protegidas están fijas en el espacio y el tiempo, muchas especies que actualmente están protegidas ajustarán sus rangos más allá de las fronteras de las áreas protegidas existentes debido al cambio climático. Un estudio de Sudáfrica encontró que 62% de las especies de aves perderán cierto grado de protección en las próximas décadas, con cinco especies perdiendo al menos 85% de sus rangos protegidos (Coetzee et al., 2009). Los estudios realizados en África Occidental arrojaron resultados notablemente similares, donde 63% de los anfibios, 63% de los mamíferos y 55% de las especies de aves enfrentan una disminución de la protección debido al cambio climático (Baker et al., 2015). La situación es aún peor para los taxones con muy poca protección tal como es. Por ejemplo, el hábitat adecuado para solo el 5% de las especies de murciélagos africanos está actualmente protegido; debido al cambio climático, disminuirá aún más para 2050 (Smith et al., 2016).
Para asegurar la protección futura de las especies vulnerables al cambio climático, debemos incorporar los rangos de distribución previstos por las especies en la planificación de las redes de áreas protegidas. Para las especies que se dispersan fácilmente, esto requiere proteger las brechas en sus rangos actuales y futuros (Hole et al., 2011), así como proteger, mantener y restaurar posibles vías de dispersión (Sección 11.3). Para los dispersores pobres, los conservacionistas podrían comenzar a experimentar con colonizaciones asistidas, o identificar y proteger sus refugios climáticos (Sección 11.4). Para muchas especies, sin embargo, establecer áreas protegidas en sus rangos futuros será casi imposible simplemente porque no hay tierra disponible. Estas especies dependerán en gran medida de los esfuerzos de conservación fuera de las áreas protegidas, lo que discutiremos en el Capítulo 14.
Frente a la desgazettement
Puede ser razonable suponer que las áreas protegidas (especialmente las áreas protegidas gubernamentales, establecidas por la ley) brindan protección permanente a la biodiversidad en esas tierras. Desafortunadamente, ese no es el caso, entre 1950 y 2017, al menos 227 áreas protegidas diferentes en el África Subsahariana perdieron (parcial o totalmente) su estatus legal protegido (WWF e CI, 2016), en un proceso formalmente conocido como degradación de áreas protegidas, reducción de tamaño y desgazettement (PADDD, http://www.padddtracker.org). Hay una variedad de razones detrás de PaddDs. Por ejemplo, algunas áreas protegidas han sido rematadas debido a la degradación ambiental causada por usos conflictivos de la tierra, incluida la tala ilegal, la agricultura ilegal y las invasiones de tierras; en tales casos, los gobiernos (en consulta con los administradores de la conservación) pueden determinar que los recursos necesarios para la tierra la rehabilitación se gastan mejor protegiendo otros sitios (Fuller et al., 2010). Otros han sido rematados porque se siguieron procedimientos incorrectos durante el establecimiento; en tales casos, podría ser prudente considerar cuidadosamente si se podría llegar a un compromiso que combine los objetivos de conservación y desarrollo (Sección 14.3). Sin embargo, la gran mayoría de los PADD africanos se promulgan por motivos más siniestros, como socavar las restricciones de conservación (Mascia y Pailler, 2011). Por ejemplo, al examinar cada amenaza individualmente, los datos de WWF e CI (2016) sugieren que la presión minera fue la principal causa de PADD africanos anteriores. Considerando que cerca del 30% de las áreas protegidas africanas todavía están destinadas a la exploración de petróleo y gas (Leach et al., 2016), la amenaza de la minería probablemente también continuará en un futuro previsible (Durán et al., 2013; Edwards et al., 2013).
La presión minera es actualmente la principal causa de degradación y desgazetación de las áreas protegidas africanas.
La mayoría de los conservacionistas consideran que el proceso PADDD es un mal precedente que debe evitarse a menos que sea necesario. Si bien hay razones legítimas detrás de algunas PADD (Fuller et al., 2010), pocas son promulgadas con metas de conservación en mente. En muchos casos, los funcionarios gubernamentales quitan el estado protegido de las tierras sin siquiera consultar a científicos de conservación y administradores de parques. Tales decisiones son particularmente frustrantes cuando se ven afectadas áreas importantes que protegen especies y ecosistemas amenazados. Combatiendo la continua amenaza de los PADD dependerá de que las organizaciones de conservación nacionales e internacionales se asocien con ciudadanos vigilantes que se apropien de sus tesoros naturales. Hasta que la ciudadanía pueda confiar en que los funcionarios del gobierno tienen en el corazón los intereses de su patrimonio natural, las áreas protegidas PADD seguirán siendo un tema muy polémico.