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2.2: Crecimiento y escala

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    Existe un considerable debate sobre si la economía romana experimentó “crecimiento”, tal como este concepto es entendido en la economía moderna (Hopkins, 1978d; Millett, 2001; Saller, 2002). El crecimiento es normalmente definido, en los manuales modernos, como un proceso por el cual una comunidad incrementa su riqueza de forma sostenida a través del tiempo y que generalmente está ligado a un aumento per cápita en la producción de bienes y servicios (L. G. Reynolds, 1986). El aumento total de la producción no constituye verdadero crecimiento económico si es simplemente el producto de un incremento equiparable en población, con la productividad per cápita permaneciendo igual. La no supervivencia de registros censales detallados y documentos históricos acerca de la productividad en la antigüedad limita nuestra habilidad para responder a la pregunta de manera concluyente. No obstante, para el mundo romano, la evidencia parece mucho más fuerte enlos últimos momentos de la república y el comienzo del principado (100 a.C.-200 d.C.), para los que existen pruebas arqueológicas fehacientes de crecimiento en sectores de la economía rural (Hitchner, 1993) y un incremento en la navegación mediterránea, la manufactura urbana y de los sectores no agrícolas de la economía (P. Millett, 2001, p. 31-5).

    Aunque la economía romana era muy grande en escala, y en avanzada algunos aspectos para los estándares de otras sociedades preindustriales, era diferente a los sofisticados sistemas capitalistas de los tiempos modernos. Efectivamente, se ha sostenido que Roma practicaba una forma de “capitalismo político” más que un “capitalismo mercantil o racional” (Love, 1991). En cambio, el clásico estudio de Rostovtzeff (1957) fue en cierto momento un típico ejemplo de la tendencia simplista de equiparar la economía romana con el comportamiento económico moderno, lo que llevó a la reacción académica de Finley. Los problemas son todavía muy debatidos, pero el consenso actual ahora se está alejando algo de la posición extrema tomada por Finley, con un creciente reconocimiento del crecimiento económico alcanzado en algunas regiones del imperio romano y de que la escala global de actividad económica, cada vez más demostrable por los datos arqueológicos, era significativamente más alta que la alcanzada por la mayoría de las sociedades preindustriales (P. Millett, 2001, p. 31). Mientras que los conceptos y las estructuras económicas romanas eran diferentes de los modernos, eso no justifica caracterizarlos necesariamente como primitivos o subdesarrollados. Según los estándares de las sociedades preindustriales, la economía romana era vasta en escala y sorprendentemente sofisticada en muchas de sus prácticas. Hay indicaciones en los papiros, por ejemplo, de que el racionalismo económico subyacía en algunos procesos económicos contables (Kehoe, 1992; Rathbone, 1991). También pueden hallarse impresionantes niveles de gestión en áreas de producción artesanal (Aubert, 1994; ver también varios estudios en Harris, 1993a). La economía romana involucraba la interacción de la producción rural y urbana, la explotación del trabajo (incluyendo un significativo nivel de esclavitud dentro de Italia) y las infraestructuras de intercambio. Alguna medida de la escala de la economía romana puede ser evaluada por estimaciones del costo de administrar el imperio. Para mediados del siglo segundo d.C., Duncan-Jones (1994, p. 33-46, esp. tabla 3.7) lo estima entre 832-983 millones de sestercios (aproximadamente 1.000 veces más que el censo senatorial mínimo exigido). Según Duncan-Jones, 72-77 % iba al ejército, aunque él probablemente subestima los costos de ornamentar y alimentar a la ciudad de Roma. El triunfo final de la economía romana fue que el Estado no tuvo que chupar la sangre de las provincias para alcanzar este nivel de gasto (sobre impuestos, Duncan-Jones 1990, p. 187-210). El desarrollo de las ciudades, el consumo de manufacturas y bienes importados, y el ascenso de las elites regionales hacia posiciones de poder en el servicio imperial, todo lleva a la generación de riqueza local en muchas provincias. Los efectos eran desiguales y podemos rastrear un cambio en el poder económico con el paso del tiempo –por ejemplo, en África hacia el siglo II d.C. (Mattingly y Hitchner, 1995, p. 198-204).

    Otra aproximación a la escala de la economía es tomar el impresionante número de 50-100 millones de sestercios dado por Plinio para el costo anual de las importaciones hacia el imperio desde Arabia, India y China (Nat. 6.101; 12.84). Investigaciones en la India y en la costa del mar Rojo están apoyando la fuerza de estos lazos comerciales (de Romanis y Tchernia, 1997).


    2.2: Crecimiento y escala is shared under a CC BY-NC-SA 4.0 license and was authored, remixed, and/or curated by David Mattingly, Traducción: Dr. Diego Santos, Revisión: Dr. Sergio González Sánchez.