16.7: Desarrollo social a través del juego
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El juego es un proceso valorado, no solo para el disfrute y el ocio, sino también para el aprendizaje. A través del juego, los niños desarrollan un sentido de identidad y una comprensión de su mundo social y cultural. Los niños utilizan el juego para explorar y comprender culturas, comunidades y amistades (Paris, Beeve & Springer, 2021). Ganamos mucho jugando, no solo como niños sino también como adultos. El juego implica la coordinación mutua, a veces compleja, de objetivos, acciones y entendimiento. Por ejemplo, cuando son bebés, los niños comparten por primera vez (sus juguetes y los de los demás). A través de estas experiencias, los niños desarrollan amistades que proporcionan seguridad y apoyo adicionales a los ofrecidos por sus padres.[1]
Diferentes teorías del juego
Las teorías cognitivas supusieron un cambio significativo en la teorización sobre el juego al orientar la investigación hacia el desarrollo de los procesos de pensamiento y el desarrollo intelectual de los niños. La teoría del desarrollo de Piaget (Piaget, 1962) sugiere que los niños progresan a través de una serie de fases distintas en sus procesos de pensamiento. Según su teoría, los niños participan en tipos de juego que reflejan su nivel actual de desarrollo cognitivo. El papel del juego es ayudarles a consolidar y a practicar los conceptos y las habilidades recientemente adquiridos para preparar al niño para la siguiente etapa de aprendizaje y desarrollo. Vygotsky (1978) también creía que el juego tiene varias funciones en el desarrollo cognitivo. Sin embargo, difería de Piaget al sostener que, cuando los niños juegan antes de que esto se materialice en situaciones de la vida real, revelan nuevas habilidades potenciales. Al crear su propio andamiaje, los niños se desarrollan en áreas como el autocontrol, la cooperación, la memoria, el uso del lenguaje y la alfabetización, utilizando el discurso privado para dirigir, controlar y estructurar sus interacciones en el juego (Bodrova & Leong, 1996). Según Vygotsky (Vygotsky, 1978), el juego favorece el desarrollo al servir de andamiaje dentro de la zona de desarrollo próximo del niño, ayudándole a alcanzar niveles superiores de funcionamiento. Bruner (Bruner, 1972) se centró en cómo el juego en la infancia contribuye a las habilidades de resolución de problemas que son importantes más adelante en la vida. Argumentó que los medios son más importantes que los fines cuando se juega; los niños no se preocupan por cumplir los objetivos, lo que les permite experimentar con combinaciones novedosas de objetos y comportamientos que probablemente no probarían si estuvieran bajo la presión de alcanzar un objetivo. Por lo tanto, el juego fomenta la resolución flexible de problemas, lo que lo convierte en una ventaja adaptativa en el desarrollo y la evolución humanos.[2]
Stuart Brown (2010) sostiene que el juego es evolutivo y tiene las siguientes propiedades:
Sin propósito o realizado por interés propio
- Voluntario
- Atracción inherente
- Libertad de tiempo
- Disminución de la conciencia del yo
- Potencial de improvisación Deseo de continuación
Gray (2013) también proporciona una lista de características para describir el juego (con cierta superposición de la lista de Brown). Según su conceptualización, el juego tiene las siguientes características:
- El niño lo dirige y elige.
- Es como una actividad en la que el foco no es el estado final o un objetivo, sino los mismos medios. Consiste en una estructura que proviene de la mente de los jugadores y no de las restricciones externas. Es imaginativa y separada de la vida real.
- Implica una actividad mental no estresante.[3]
Etapas del juego de Parten
Mildred Parten (1932) observó a niños de 2 a 5 años y señaló seis tipos de juego. Etiquetó tres tipos como juegos no sociales (desocupado, solitario y observador) y tres tipos como juegos sociales (paralelo, asociativo y cooperativo). La siguiente lista describe cada tipo de juego. Los niños más pequeños participan más en juegos no sociales que los niños mayores. A los 5 años, los juegos asociativos y cooperativos son las formas de juego más comunes (Dyer & Moneta, 2006).[1]
Esta lista explica cómo cambia el juego de los niños a medida que crecen y desarrollan sus habilidades sociales.
Juego desocupado (desde el nacimiento hasta los 3 meses): En esta etapa, el bebé realiza muchos movimientos con los brazos, las piernas, las manos, los pies, etc. Está aprendiendo y descubriendo cómo se mueve su cuerpo.
Juego solitario (de 3 meses a 2 años): Es la etapa en la que el niño juega solo. Todavía no están interesados en jugar con otros.
Comportamiento del espectador u observador (2 años): Durante esta etapa, el niño comienza a observar a otros niños jugando, pero no juega con ellos.
Juego paralelo (mayores de 2 años): Un niño juega al lado o cerca de otros, pero no juega con ellos.
Juego asociativo (de 3 a 4 años): Cuando un niño empieza a interactuar con otros durante el juego, pero no hay una gran cantidad de interacción en esta etapa.
Juego cooperativo (mayores de 4 años): Cuando un niño juega con otros y se interesa tanto por la actividad como por los demás niños que participan en el juego.
Independientemente de las diferencias en los enfoques y las definiciones, lo que las teorías contemporáneas tienen en común es la creencia de que el juego refleja el desarrollo. A medida que el niño crece y madura, la apariencia, la función y las implicaciones del juego pueden cambiar.
Los bebés aprenden gradualmente a identificar los puntos en común con los demás y a participar en interacciones sociales. El desarrollo de estas habilidades se basa en las experiencias personales compartidas entre las personas en contextos específicos (Liebal et al., 2013). El juego social puede ofrecer oportunidades emocionantes para que los niños adquieran habilidades de atención compartida. A lo largo del primer año de vida, especialmente durante el juego, los bebés y sus cuidadores comienzan a construir juegos sociales en conjunto, como las escondidas (Bruner & Sherwood, 1976; Fantasia et al., 2014; Gustafson et al., 1979; ). La atención social es una capacidad crucial para la aparición de situaciones de juego. La atención social permite a los niños centrarse en las características
de otras personas, como las expresiones faciales, la dirección de la mirada, los gestos y las vocalizaciones. Cuando se ha identificado la dirección de la atención de otra persona (por ejemplo, a través del seguimiento de la mirada o del punto), podemos cambiar nuestra atención para centrarnos simultáneamente en el mismo objeto o evento externo que nuestro interlocutor (Bourjade, 2017).[5]
El juego como interacción con los pares: Cómo construir amistades
Las interacciones con los pares proporcionan el contexto para el aprendizaje social y la resolución de problemas, incluidas las experiencias de intercambios sociales, la cooperación, la toma de turnos y la demostración del comienzo de la empatía. [6] En las relaciones con los pares, los niños aprenden a iniciar y mantener interacciones sociales con otros niños. También desarrollan habilidades para gestionar los conflictos, como la toma de turnos, el compromiso y la negociación. Antes de cumplir un año, los bebés no solo reaccionan emocionalmente a los estados emocionales de sus pares, sino que también participan con ellos en formas sencillas de interacción que implican comportamientos dentro de sus capacidades motoras. Por ejemplo, Vandell y Wilson (Vandell, 1987) demostraron que las interacciones entre los bebés se vuelven cada vez más recíprocas entre los 6 y los 9 meses, como se refleja en la presencia de la toma de turnos.[7]
Para fomentar el desarrollo social adaptativo, es importante comprender los factores que contribuyen a establecer relaciones con los compañeros, como la empatía y los comportamientos prosociales (Howes, 1992; Sebanc, 2007; Vandell, 1980). Las pruebas sugieren que, antes de cumplir el primer año, los bebés son sensibles y responden a las emociones de sus pares, lo que podría representar posibles precursores de la empatía y los comportamientos prosociales (Decety, 2010; Decety, 2012; Geangu).[7]
Las interacciones sociales con los pares también permiten a los bebés de más edad experimentar con distintos roles en grupos pequeños y en situaciones diferentes, como relacionarse con niños conocidos o desconocidos. Las interacciones son peldaños para las relaciones. [6] Con el tiempo, los bebés desarrollan relaciones estrechas con los niños que conocen, como otros niños de la familia, la guardería o el vecindario. Las relaciones con los pares proporcionan a los niños pequeños la oportunidad de desarrollar conexiones sociales fuertes.
Las relaciones de los niños pequeños con sus pares tienen muchos resultados positivos en su desarrollo posterior, incluidos niveles más altos de salud mental emocional y éxito escolar (Ladd, 1987; Tomada, 2005; Taylor, 1994; Vandell , 2000). La capacidad de un niño pequeño de empatizar con sus pares, de consolarlos y de compartir juguetes con ellos aumenta sus posibilidades de convertirse en un amigo o en el compañero de juego preferido.
La expresión de emociones positivas y negativas de los niños pequeños puede desempeñar un papel importante en el desarrollo de las relaciones sociales. Las emociones positivas atraen a los interlocutores sociales y permiten que se formen conexiones, mientras que la gestión o la expresión problemática de las emociones negativas provoca dificultades en las relaciones sociales (Denham & Weissberg, 2004). En el estudio de Fabes de 2001, los niños que utilizaban palabras relacionadas con las emociones les caían mejor a sus compañeros de clase (Fabes et al., 2001).[6]
Referencias y Fuente de Figuras
[1] Thompson, R. (2022). Social and personality development in childhood se comparte bajo una licencia CC BY-NC-SA
[2] Lynn A. Barnett, “Children's Perceptions of Their Play: Scale Development and Validation” se comparte bajo una licencia CC BY
[3] Zosh J.M. et. al., (2018) Accessing the Inaccessible: Redefining Play as a Spectrum se comparte bajo una licencia (CC BY)
[4] Contemporary Theories on Development se comparte bajo una licencia CC BY-NC-SA y fue escrito, combinado o conservado por Martha Lally & Suzanne Valentine-French
[5] Cochet H and Guidetti M (2018) Contribution of Developmental Psychology to the Study of Social Interactions: Some Factors in Play, Joint Attention and Joint Action and Implications for Robotics se comparte bajo una licencia (CC BY)
[6] California Infant/Toddler Learning and Development Foundations, 2009 por el Departamento de Educación de California se utiliza con permiso
[7] Crespo-Llado, M.M., Vanderwert, R., Roberti, E. et al. Eight-month-old infants’ behavioral responses to peers’ emotions as related to the asymmetric frontal cortex activity. se comparte bajo una licencia (CC BY)
[8] Imagen de Nina Kuchkovskiy se comparte bajo una licencia CC: BY-NC
[9] Imagen de Anonymous se comparte bajo una licencia CC: BY-NC
[10] Imagen de Amanda Taintor se comparte bajo una licencia CC BY-NC