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15.5: Lo que ven y escuchan los niños en entornos de cuidado infantil

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    Los mensajes sobre quién importa o no, y quién importa más, son vías significativas de sesgo e inequidad. El ambiente visual y auditivo de los programas de educación infantil comunican muchos de estos tipos de mensajes. Estos importan porque los niños pequeños apenas están empezando a acumular y procesar información sobre ellos mismos y los demás. Y esta conciencia comienza muy temprano. Por ejemplo, a tan solo seis meses, los infantes comienzan a notar diferencias en el color de la piel (Bronson y Merryman 2009; Katz 1976). Notar, prestar atención o sentir curiosidad por las diferencias y similitudes en su entorno no es un signo de prejuicio emergente, sino más bien una característica de cómo aprenden todos los niños.

    Las imágenes inexactas y estereotipadas de personas como ellas son un tipo de sesgo que los niños pequeños pueden encontrar en el programa de atención temprana. Esas imágenes comunican desinformación sobre sus propias identidades sociales, lo que perjudica su sentido de sí mismo y familia en desarrollo. Necesitan fotografías precisas y auténticas, carteles e imágenes de ellos mismos y de sus familias. Para comenzar a desarrollar actitudes positivas hacia las personas diferentes a ellos mismos, los niños también necesitan imágenes precisas sobre personas diferentes a ellos mismos. No necesitan desinformación de imágenes de personas comercializadas, estereotipadas o con aspecto de dibujos animados. La visibilidad (o la falta de ella) es otro poderoso camino de sesgo e inequidad.

    Cuando los niños ven imágenes de personas que se parecen a ellos, reciben un mensaje positivo por su autoconcepto. No obstante, ver solo imágenes similares a ellas transmite un segundo mensaje negativo: solo existen personas como tú o son importantes. Por el contrario, los niños pequeños que no ven imágenes de personas similares a ellos en el ambiente de cuidado y aprendizaje temprano reciben el mensaje de que no importan tanto como las personas cuyas imágenes e idiomas son visibles. Experimentar la invisibilidad en un programa de educación infantil es especialmente dañino, ya que es una de las primeras instituciones sociales con las que se encuentran los niños muy pequeños.

    El balance numérico de imágenes que reflejan diversas identidades raciales, familias y formas de vida culturales también transmite mensajes sobre quién importa y quién importa más. Cuando la mayoría de las imágenes en un ambiente de primera infancia reflejan la “forma de vida definida por el grupo dominante en la sociedad como la “forma normal o correcta de vivir, el mensaje transmitido es que el grupo dominante es el más importante. Cuando el modo de vida de un grupo cultural se convierte en el estándar para todos los demás, se siembran las semillas de ventaja y desventaja racial y cultural.

    Además del entorno visual, los sonidos de un programa también transmiten información sobre cuya forma de vida familiar importa o no. El lenguaje del programa es la fuente de sonido más obvia, y puede ser o no lo que los niños escuchan en casa. Escuchar un idioma diferente al de casa crea un ajuste y desafíos de desarrollo más complicados para los niños pequeños que los que experimentan aquellos cuyo idioma materno coincide con el idioma del programa. De igual manera, los sonidos de la música y la canción evocan —o no evocan— la seguridad del hogar, dependiendo de lo similares o diferentes que sean de lo que esté acostumbrado un niño.

    Un creciente cuerpo de investigación también indica que la desinformación y los prejuicios sobre la identidad social dañan el desarrollo de los niños (por ejemplo, Derman-Sparks y Ramsey 2004; Tatum 2003). El impacto negativo es acumulativo, proveniente no solo de mensajes de prejuicio directo, sino también del efecto de microagresiones, intercambios breves y cotidianos que envían mensajes denigrantes a ciertos individuos por su pertenencia al grupo, [248] así como mensajes de invisibilidad respecto a quiénes son.

    Los niños reciben tanto mensajes abiertos como mensajes encubiertos, aquellos que están disfrazados y sutiles y a menudo racionalizados de formas que conducen a la aceptación social [249] en muchas formas. También están expuestos a prejuicios y acciones discriminatorias en su vida cotidiana. Todos estos se acumulan para volverse tóxicos para el sentido de sí mismo, bienestar y competencia de los niños. Un ambiente no sesgado es una condición necesaria para nutrir la identidad saludable de cada niño y sus actitudes positivas sobre la diversidad. Sin embargo, el entorno visual y auditivo es solo un componente de los programas culturalmente sensibles. [250]