2.3: Desarrollar buenos hábitos de la mente
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- Definir la humildad epistémica y el efecto Dunning-Kruger.
- Identificar tres estrategias para incrementar la capacidad de pensar objetivamente.
- Analizar las respuestas emocionales a la información.
Una de las formas de responder a los sesgos cognitivos es desarrollar buenos hábitos mentales. No hay soluciones rápidas ni soluciones fáciles a los sesgos cognitivos. Recuerda, estos sesgos son el resultado de la forma en que funciona el cerebro. Sin embargo, la metacognición y la reflexión crítica, así como los buenos hábitos mentales, pueden ayudar a combatir estas tendencias naturales en el pensamiento que de otra manera nos descarrian. Las estrategias que se describen a continuación pueden ayudarte a convertirte en un mejor filósofo. Debe compararlos con los métodos que utilizan los filósofos para llegar a la verdad, cubiertos en el Capítulo 1.
CONEXIONES
Consulte el capítulo de introducción a la filosofía para conocer más sobre cómo los filósofos llegan a la verdad.
Luchar por la objetividad
Es probable que asumamos que nuestra experiencia o nuestra perspectiva es generalmente cierta para los demás. Para ser más objetivos al pensar en temas, problemas o valores, debemos participar activamente en estrategias que nos alejen de nuestra mentalidad naturalmente subjetiva. En esta sección, exploraremos varias estrategias para abordar problemas filosóficos con un sesgo menos subjetivo.
Resumen de circunstancias específicas
El punto de vista de la mayoría de las personas se basa en generalizar desde sus circunstancias y experiencias específicas. No obstante, si su visión de la moralidad, la conciencia o el libre albedrío está ligada a nociones que provienen de un momento o lugar específicos, entonces no es probable que su punto de vista sea objetivo. Tu experiencia personal tiene limitaciones a la hora de entender lo que está pasando en el mundo en general. Para llegar a nociones más generales y representativas, usa tu imaginación para separar las propiedades específicas de tu experiencia de tu cosmovisión. Este proceso de abstracción puede hacer que el concepto sea apropiadamente general. Por ejemplo, si desea imaginar un arreglo de gobierno entre los ciudadanos, probablemente incumplirá con las organizaciones gubernamentales con las que esté familiarizado en su comunidad, estado o nación. Pero estas instituciones difieren de la forma en que funciona el gobierno en otros países o en diferentes épocas de la historia. Entonces, cuando piensas en la justicia en las organizaciones políticas, es importante imaginar aquellas que no están limitadas por tu experiencia personal, momento de la historia, o ubicación.
En algunos casos, sin embargo, las características específicas de tu experiencia son indispensables para la posición filosófica que deseas tomar. En tales casos, su experiencia específica proporciona información crítica que necesita ser preservada. Por ejemplo, los puntos de vista predominantes en la filosofía así como en cualquier otro tema son sesgados en el sentido de que reflejan los puntos de vista del grupo cultural dominante que escribió los textos. Si eres una persona que pertenece a un grupo no dominante o minoritario o a un grupo que ha sido históricamente marginado, tu experiencia personal puede arrojar nueva luz sobre un problema. En tales casos, la experiencia específica puede ayudarle a usted, así como a otros, remodelar la visión general para que sea más integral e inclusiva. En estos casos, la abstracción de las circunstancias particulares puede no ser útil.
Promover puntos de vista alternativos
Considerar activamente puntos de vista contrarios a los suyos es más útil en las áreas políticas o éticas de la filosofía. Pero una estrategia similar también puede ser útil en metafísica o epistemología. Por ejemplo, al considerar temas en metafísica, puede creer que partes de la experiencia —como la conciencia, Dios o el libre albedrío— no pueden ser explicadas por las ciencias naturales. O, a la inversa, se puede pensar que hay una explicación científica para todo. Al considerar estos puntos de vista filosóficamente, tratar de promover activamente el punto de vista alternativo. A veces esta estrategia se llama steelmanning el argumento contrario. Cuando Steelman un argumento, haces el caso más fuerte posible a favor de ello. Esto es lo contrario de hacer paja un argumento, en el que se construye una versión más débil del argumento para derrotarlo fácilmente. Puede que se sienta tentado a argumentos de hombre de paja con los que naturalmente no está de acuerdo, pero se convertirá en un mejor filósofo cuando en su lugar Steelman esos argumentos.
CONEXIONES
Conoce más sobre la falacia del hombre de paja en el capítulo sobre lógica y razonamiento.
Identificar contraejemplos
Generar contraejemplos es una manera efectiva de probar sus propias afirmaciones o las de otros. Un contraejemplo es una instancia que invalida un argumento al satisfacer todas las premisas del reclamo pero demostrar la conclusión es falsa. Supongamos que alguien quiere argumentar que la única forma legítima de saber algo es tener experiencia directa de ello. Para producir un contraejemplo a esta afirmación, debemos imaginar algo que todo el mundo sabe que es cierto pero que sería imposible de experimentar directamente. He aquí un ejemplo: Sé que nació mi madre. Claramente, dado que nací, tuve una madre, y ella también debió haber nacido para haberme dado a luz. El nacimiento de mi madre necesariamente precedió a mi nacimiento por muchos años, por lo que sería imposible para mí tener alguna experiencia directa del nacimiento de mi madre. Y sin embargo, con la misma seguridad que sé que nací, sé que nació mi madre. Los contraejemplos son herramientas poderosas a utilizar en la evaluación de argumentos filosóficos. Si practicas el uso de esta herramienta, te convertirás en un mejor pensador crítico.
CONEXIONES
Consulte la sección de contraejemplos en el capítulo sobre lógica y razonamiento para una mayor discusión de este tema.
Mantener el escepticismo de las emociones fuertes
Si bien las emociones juegan un papel importante en el pensamiento, también pueden nublar el juicio. Fuertes reacciones a afirmaciones hechas por filósofos, otros estudiantes, tu profesor o cualquier otra persona pueden impedirte considerar objetivamente el argumento. Debes desconfiar de cualquier fuerte apego o aversión que sientas hacia un reclamo filosófico. Las emociones pueden guiarnos, pero pueden amenazar nuestra capacidad de considerar objetivamente los argumentos que se están haciendo.
Para responder a las emociones fuertes, usa las herramientas de la metacognición para reflexionar sobre la fuente de esas emociones e intentar manejarlas. Puede haber buenas razones para tus emociones, pero reconoce que esas razones, no las emociones mismas, son filosóficamente relevantes. Gestiona las emociones dando un paso atrás de tu inversión personal en el tema y considerándolo desde otra perspectiva. En ocasiones, un breve descanso puede permitir que la reacción emocional inmediata disminuya. A veces las estrategias imaginativas pueden ayudar; por ejemplo, sustituir las características del problema que desencadenan emociones fuertes por rasgos que son más neutrales. Este consejo no es sugerir que las emociones sean dañinas o no tengan cabida en el pensamiento filosófico. En cambio, el propósito de esta estrategia es recordarte que la manera de derivar significado y orientación de tus emociones es reflexionar sobre ellas y pensar a través de las causas, orígenes, o razones de las emociones.
Adoptar la humildad epistémica
Un concepto final que es un componente crítico para convertirse en un mejor pensador crítico es adoptar una postura de humildad epistémica. Como ya hemos visto, nuestro pensamiento puede verse enturbiado por sesgos cognitivos. Adicionalmente, nuestra perspectiva sobre el mundo siempre está coloreada por nuestra propia experiencia y enraizada en el lugar y tiempo particulares en que vivimos. Por último, incluso nuestro mejor conocimiento científico del universo explica solo una fracción del mismo, y tal vez incluso menos de nuestra propia experiencia. En consecuencia, debemos reconocer estas limitaciones del conocimiento humano y controlar nuestra confianza epistémica. Debemos reconocer que el conocimiento que sí poseemos es frágil, histórico y condicionado por una serie de procesos sociales y biológicos.
Cuestionarse: ¿De verdad sé lo que creo que sé?
Conservamos todo tipo de creencias de muchas fuentes diferentes: la memoria, el testimonio, la percepción de los sentidos y la imaginación. Algunas de estas fuentes pueden ser confiables, mientras que otras no. A menudo, sin embargo, nos olvidamos de la fuente de nuestras creencias y pretendemos “saber” algo simplemente porque lo hemos creído desde hace mucho tiempo. Podemos tener mucha confianza en creer algo que nunca sucedió o que no sucedió de la manera en que lo recordamos. En otros casos, es posible que nos hayan dicho algo repetidamente, pero la fuente definitiva de esa información no era confiable. Por ejemplo, la mayoría de la gente recomienda usar ropa abrigada afuera cuando baja la temperatura para que no “se resfríe”. Este es el tipo de sabiduría que pudo haberse transmitido de generación en generación, pero tiene poco sentido desde el punto de vista médico. No hay muchas maneras de que conseguir un escalofrío o incluso bajar la temperatura corporal conduzca a una infección respiratoria. Los resfriados son causados por virus, no por una caída de temperatura. Sin pensar en la fuente de la creencia de que “si te enfrías, puedes resfriarte”, terminas creyendo algo que no es cierto.
Tenga en cuenta el efecto Dunning-Kruger
Una forma aún más perniciosa de exceso de confianza epistémica se revela en el fenómeno psicológico conocido como el efecto Dunning-Kruger. David Dunning y Justin Kruger demostraron una ilusión generalizada en la que las personas incompetentes o los novatos califican su propio conocimiento de un tema más alto de lo que deberían, mientras que las personas o expertos altamente competentes califican sus conocimientos un poco más bajos de lo que deberían. Estos hallazgos no significan que los expertos se consideraran menos competentes que los novatos. De hecho, los expertos son bastante precisos en la calificación de sus propios conocimientos. Sin embargo, tienden a asumir que todos los demás tienen un nivel similar de experiencia. Por el contrario, los novatos se consideran mucho más competentes en comparación con los demás y tergiversan su propia incompetencia, que puede ser peligrosa en muchas situaciones.
La lección del efecto Dunning-Kruger es que debes ser extremadamente cauteloso al evaluar tu experiencia sobre cualquier cosa, pero especialmente sobre algo que es una nueva área de aprendizaje para ti. La realidad es que es probable que su sentido intuitivo de su propio conocimiento sea inexacto. Se necesita tiempo para construir experiencia en un área temática, y el experto es más capaz de evaluar sus propios conocimientos con precisión.