11.1: Infraestructura Sustentable - Capítulo Introducción
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Introducción
En la actualidad el 80% de la población estadounidense vive en regiones urbanas, porcentaje que ha crecido de manera constante en los últimos doscientos años. Las infraestructuras urbanas han sustentado históricamente varias necesidades de la población atendida: el suministro de bienes, materiales y servicios de los que dependemos; recolección, tratamiento y disposición de los residuos; alternativas adecuadas de transporte; acceso a redes eléctricas y de comunicación; una educación pública de calidad sistema; mantenimiento de un sistema de gobierno receptivo, eficiente y justo; generación de capital financiero y social suficiente para mantener y renovar la región; y seguro de los elementos básicos de seguridad y salud pública. Colectivamente, estas necesidades han sido percibidas como los atributos básicos necesarios para hacer habitable una región urbana.
Las infraestructuras urbanas se diseñan y construyen en respuesta a las necesidades sociales y a las economías de escala que la urbanización ha generado. Si bien nuestras infraestructuras urbanas son en muchos sentidos logros notables del diseño de ingeniería que fueron concebidos y construidos en tiempos de rápida urbanización, ya que han envejecido e, inevitablemente, se han deteriorado; se han hecho evidentes tensiones significativas en su función y capacidad de prestación de servicios. En su programa para identificar los “grandes retos” a los que se enfrenta la sociedad en un futuro próximo, la Academia Nacional de Ingeniería ha propuesto varias áreas de enfoque, entre ellas la restauración y mejora de las infraestructuras urbanas. Tal desafío implica la necesidad de renovación, pero también presenta oportunidades para replantear la base del diseño y la función de la infraestructura a medida que avanzamos. Las infraestructuras urbanas del pasado no se concibieron generalmente en concierto con procesos evolutivos sociales y ecológicos. Esto ha dado lugar a varios atributos característicos: modelos conceptuales de infraestructura que perciben los sistemas ecológicos locales ya sea indiferentemente o como obstáculos a superar en lugar de activos para diseños armoniosos; una dependencia general de instalaciones centralizadas; estructuras que a menudo carecen de operaciones flexibilidad de tal manera que se puedan impedir usos alternativos en tiempos de crisis; el uso intensivo de materiales impermeables y absorbentes de calor; sistemas que se han vuelto cada vez más costosos de mantener y que a menudo consumen excesivamente los recursos naturales sobre la base del ciclo de vida; y un entorno construido materiales y componentes de los cuales a menudo son difíciles de reutilizar o reciclar.
El entorno urbano es un ejemplo de un complejo sistema humano-natural. La resiliencia de dichos sistemas radica en su capacidad de mantener la organización y función esenciales en respuesta a perturbaciones (de larga y corta duración). Una visión complementaria, inspirada en el pensamiento ecológico y económico tradicional se centra en el grado de daño que un sistema puede soportar sin exhibir un cambio de “régimen”, definido como una transición que cambia la estructura y funcionamiento del sistema de un estado a otro como resultado de uno o más factores independientes. Al superar un umbral dado, el sistema cambia a un nuevo estado alternativo que puede no ser revertido fácilmente mediante la manipulación de factores causales. En el contexto de los sistemas humano-naturales, los cambios de régimen pueden tener consecuencias significativas, y no todos los cambios son preferidos por el componente humano del sistema. En la medida en que el cambio de algún orden sea una propiedad dada de esencialmente todos los sistemas dinámicos, la resiliencia “preferida” podría verse como la medida en que las sociedades humanas pueden adaptarse a tales cambios con niveles aceptables de impactos. Las infraestructuras resilientes, entonces, son las que más fácilmente facilitan dicha adaptación. Gran parte de la discusión anterior también se aplica a la sustentabilidad, con las limitaciones agregadas del paradigma de sustentabilidad: la distribución equitativa y responsable de los recursos entre los humanos, presentes y futuros, en formas que no dañen, e idealmente refuercen, los sistemas sociales y biológicos sobre los cuales los humanos la sociedad se basa. Si bien existen diferencias importantes entre esos dos conceptos, sigue existiendo una estrecha interrelación que surge de la misma necesidad: comprender y diseñar sistemas de infraestructura urbana que potencien las interacciones humanas con el medio ambiente.
Está más allá del alcance de este libro presentar un tratamiento exhaustivo del entorno urbano, efectivamente hay muchos libros y tratados sobre este tema. Pero en este capítulo se presentan varios aspectos importantes de la resiliencia y sustentabilidad urbana, comenzando por el concepto de ciudad sustentable, y procediendo a través de diversos elementos de los sistemas urbanos: edificios, planeación de acción energética y climática, transporte y manejo de aguas pluviales. El capítulo concluye con un estudio de caso de un hogar neto de energía cero, uno en el que quizás puedas imaginarte habitando algún día.