El viejo César rara vez alzaba la voz con un gruñido o un ladrido; estaba gordo y somnoliento; había anillos amarillos que parecían gafas alrededor de sus tenues ojos viejos; pero había un vecino que ...El viejo César rara vez alzaba la voz con un gruñido o un ladrido; estaba gordo y somnoliento; había anillos amarillos que parecían gafas alrededor de sus tenues ojos viejos; pero había un vecino que llevaba en su mano la huella de varios de los afilados dientes juveniles blancos de César, y para eso había vivido al final de una cadena, todo solo en un poco pero, desde hace catorce años.