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13.3: Priorización - ¿Qué debe protegerse?

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    Históricamente, los límites de las áreas protegidas a menudo se determinaban a través de consideraciones pragmáticas, como la disponibilidad de fondos y tierras, y la influencia política, más que consideraciones ecológicas. Muchas áreas de conservación se establecieron así en “tierras que nadie quiere”: áreas marginales con poco potencial agrícola y de desarrollo, o áreas que eran demasiado remotas para tener un alto valor comercial (tendencia que continúa aún hoy: Venter et al., 2018). Otras áreas protegidas se establecieron en localidades con megafauna carismática, por lo que los ecosistemas sin esas especies permanecieron desprotegidos. En consecuencia, algunas de las especies y ecosistemas más amenazados de África permanecen subprotegidos (Beresford et al., 2011).

    En un mundo abarrotado de recursos naturales finitos y financiamiento limitado, cada vez es más importante ser estratégico sobre dónde se establecen las áreas protegidas.

    En un mundo abarrotado de recursos naturales finitos y financiamiento limitado, cada vez es más importante ser estratégico sobre dónde se establecen las áreas protegidas. Para ello, los biólogos de la conservación y los responsables políticos deben responder a tres preguntas clave: (1) ¿Qué es lo más importante proteger? (2) ¿Dónde se protegería mejor? (3) ¿Cómo podría protegerse de la manera más efectiva? Se pueden utilizar tres criterios para responder a las dos primeras de estas preguntas:

    • Distintividad (o irreemplazabilidad): Ecosistemas con especies que son distintas en su taxonomía (por ejemplo, ecosistemas que contienen las únicas especies en un grupo taxonómico) o distribución geográfica (por ejemplo, especies endémicas), o ecosistemas con atributos únicos (por ejemplo, paisajes escénicos, características geológicas inusuales).
    • Peligro (o vulnerabilidad): Áreas que contienen concentraciones de especies amenazadas de extinción, o ecosistemas en peligro de ser destruidos.
    • Utilidad: Especies y ecosistemas que las personas valoran, incluyendo especies culturalmente significativas, especies o ecosistemas económicamente valiosos, o áreas que pueden contribuir a combatir el cambio climático.

    Utilizando estos criterios, los científicos han desarrollado varios métodos ampliamente complementarios para priorizar áreas de protección. Los enfoques difieren más en qué rasgos enfatizan que en sus principios fundamentales. Así, aunque algunas personas pueden argumentar sobre qué enfoque es mejor, cada enfoque contribuye a la protección de la biodiversidad.

    Enfoque de especies

    Muchas áreas protegidas se crean para proteger especies (por ejemplo, amenazadas, culturalmente significativas o clave). Las especies que proporcionan la motivación para establecer un área protegida son conocidas como especies focales. Como ejemplo destacado utilizando el concepto de especie focal, la Alianza para la Extinción Cero (http://www.zeroextinction.org) identificó 67 sitios prioritarios en el África subsahariana (853 sitios a nivel mundial) que contienen las últimas poblaciones restantes de una o más especies en peligro de extinción o en peligro crítico. Las especies emblemáticas, como los gorilas, son un tipo especial de especie focal porque captan la atención pública, tienen valor simbólico y son importantes para fines ecoturísticos. Muchas especies emblemáticas y especies focales también son especies paraguas, ya que su protección beneficia indirectamente a otras especies y componentes del ecosistema con los que comparten su paisaje.

    Las áreas protegidas a menudo se establecen para proteger especies amenazadas o carismáticas, ecosistemas únicos y/o áreas silvestres.

    Enfoque ecosistémico

    Existe un debate entre los biólogos de la conservación sobre si los ecosistemas y no las especies individuales deben ser el objetivo principal de los esfuerzos de conservación. Los partidarios de un enfoque ecosistémico argumentan que proteger y administrar los ecosistemas puede preservar más especies y proporcionar más valor a las personas que gastar la misma cantidad de dinero para proteger especies individuales. Enfocarse en los ecosistemas también permite una mayor flexibilidad para justificar los esfuerzos de conservación, ya que puede ser más fácil demostrar el valor económico de los ecosistemas para ayudar a controlar las inundaciones, filtrar el agua y brindar oportunidades de recreación. Para ello, el WWF ha identificado 238 ecorregiones en todo el mundo (las “200 globales”) —57 de ellas en África Subsahariana— que son las más cruciales para la conservación de la biodiversidad (Olson et al., 2002). Este análisis Global 200 formó la base de una evaluación global más reciente que identificó 41 ecorregiones en riesgo, áreas de alta prioridad de conservación debido a que están experimentando altos niveles de conversión de hábitat y tienen baja cobertura de áreas protegidas (Watson et al., 2016). África tiene varias ecorregiones en riesgo, particularmente en Angola, Sudáfrica, la RDC y la región del Sahel de África Occidental. La Lista Roja de Ecosistemas de la UICN (RLE, Sección 8.5.1) es otro ejemplo de una priorización para la conservación centrada en los ecosistemas. Si bien el enfoque de ecosistemas supera varias limitaciones del enfoque de especies, algunos conservacionistas argumentan que centrarse en ecosistemas distintos puede, en sí mismo, ser perjudicial, y que el alcance de la conservación debe ampliarse, por ejemplo, incluyendo también zonas de transición biogeográficas (van Rensburg et al., 2013).

    Enfoque de desierto

    Las áreas silvestres son grandes áreas donde las personas han tenido poca influencia en el medio ambiente (en relación con otras áreas), tienen pocas personas viviendo en ellas, y son lugares poco probables para el desarrollo humano a corto plazo. Estas áreas son prioridades de conservación porque pueden ser los únicos lugares donde los animales que requieren de grandes rangos domésticos puedan seguir sobreviviendo en la naturaleza. Además, los salvajes pueden servir como controles o puntos de referencia para que los investigadores midan el efecto de la perturbación humana en la naturaleza. La forma más popular de identificar áreas silvestres es identificar áreas sin carreteras. Si bien quedan muy pocas áreas sin carreteras, muchas de las zonas silvestres sin carretera más importantes del mundo, algunas de más de 10,000 km 2, se encuentran en África (Ibisch et al., 2016). Es preocupante que, segundo después de Sudamérica, África también lidera al mundo en pérdidas de desierto durante la última década (Potapov et al., 2017). Cabe destacar que incluso las áreas silvestres han tenido una larga historia de actividad humana (Roberts et al., 2017). No siempre es necesario o incluso posible eliminar toda la actividad humana de tales áreas, si esas actividades no obstruyen las metas de conservación.

    Enfoque Hotspot

    Múltiples iniciativas destacadas han priorizado la conservación en áreas donde grandes concentraciones de especies pueden ser protegidas en un área relativamente pequeña. Quizás el ejemplo más destacado es la iniciativa Global Biodiversity Hotspots. Combinando un enfoque de especies con un enfoque ecosistémico, los Hotspots Globales de Biodiversidad son áreas con niveles excepcionalmente altos de diversidad biológica y endemismo, es decir, biodiversidad irremplazable, que están amenazadas con la destrucción inminente del hábitat (Cuadro 13.2). Norman Myers, biólogo británico que inició su carrera de conservación como fotógrafo de vida silvestre en Kenia, propuso originalmente el concepto Biodiversity Hotspot (Myers, 1988). Trabajando con un equipo de destacados científicos, Myers identificó 25 Hotspots (cinco de ellos en África Subsahariana), que contenían 44% de todas las especies de plantas vasculares y 35% de todas las especies de vertebrados terrestres en solo 1.4% de la superficie terrestre de la Tierra (Myers et al., 2000). Más recientemente, Conservation International (CI) identificó un conjunto ampliado de 36 Hotspots de Biodiversidad (Mittermeier et al., 2005), ocho de los cuales se encuentran en África Subsahariana (Figura 13.3). Este conjunto ampliado de puntos calientes de biodiversidad cubre solo 2.3% de la superficie de la Tierra, pero contiene más del 50% de todas las especies de plantas y más del 40% de todas las especies de vertebrados terrestres.

    Cuadro 13.2 Comparación de la historia natural de los ocho puntos críticos de biodiversidad global del África subsahariana.

    Ubicación

    Extensión original (× 1,000 km 2)

    Vegetación restante no perturbada (%)

    Número de especies

    Plantas

    Aves

    Mamíferos

    Bosques guineanos de África Occidental

    620

    15

    9,000

    917

    390

    Suculentas Karoo

    103

    29

    6,356

    225

    75

    Región Florística del Cabo

    90

    20

    9,000

    320

    127

    Maputaland-Pondoland-Albany

    274

    25

    8,100

    631

    202

    Bosques Costeros de África Oriental

    291

    10

    4,050

    633

    198

    Afromontanas Orientales

    1,018

    11

    7,600

    1,300

    490

    Islas del Océano Índico a

    601

    10

    13,500

    503

    211

    Cuerno de África

    1,659

    5

    5,000

    697

    220

    Fuente: Mittermeyer et al., 2004; https://www.cepf.net/our-work/biodiversity-hotspots.

    a Incluye las islas Madagascar y Mascarene

    Figura 13.3 Los ocho puntos críticos mundiales de biodiversidad del África subsahariana. Estas áreas son objetivos de protección debido a su alta biodiversidad, endemismo y amenaza significativa de extinciones inminentes. Después de Mittermeier et al., 2005. Mapa de Johnny Wilson, CC BY 4.0.

    Si bien los Hotspots Globales de Biodiversidad destacan algunas de las prioridades de conservación global más importantes, ninguno de estos Hotspots es lo suficientemente pequeño como para estar contenidos en un solo área protegida; de hecho, la mayoría de estos Hotspots identifican regiones enteras, no proyectos, lo que requiere que los conservacionistas sigan tomando decisiones para priorizar la protección dentro de ellos. Para crear prioridades procesables desde los puntos críticos regionales, varias iniciativas tienen como objetivo identificar puntos calientes locales de riqueza de especies que puedan conservarse como un área protegida de un tamaño manejable. Uno de estos enfoques es el programa Áreas Clave de Biodiversidad (KBA) (Eken et al., 2004), que identifica las prioridades de conservación utilizando criterios estandarizados y umbrales que dan cuenta de concentraciones de especies amenazadas y/o agregaciones poblacionales significativas a nivel mundial. El programa KBA funciona como una designación general para varios enfoques específicos de taxones, más prominentemente el programa Important Bird and Biodiversity Areas (IBA) de BirdLife International (Fishpool y Evans, 2011). Otros programas de KBA incluyen el programa Important Plant Areas de PlantLife International (por ejemplo Smith y Smith 2004), así como el programa Sitios Importantes para la Biodiversidad de Agua Dulce (Darwall et al., 2005). Un ejemplo de Guinea utilizó criterios y umbrales de KBA con respecto a los mamíferos amenazados para brindar sugerencias para ampliar la red de áreas protegidas del país (Brugiere y Kormos, 2009).

    Enfoque de análisis de brechas

    La evaluación del desempeño de las áreas protegidas existentes se puede hacer comparando espacialmente su huella con áreas de conservación priorizadas (como anteriormente). Dicha evaluación no solo ofrece una evaluación del desempeño de las áreas protegidas existentes, sino que también ofrece un medio para identificar brechas de conservación, áreas importantes que aún necesitan ser protegidas para cumplir con objetivos de conservación más amplios. Dichas evaluaciones, que evalúan sistemáticamente si diferentes aspectos de la biodiversidad están adecuadamente protegidos, se conocen colectivamente como evaluaciones sistemáticas de planificación de la conservación (McIntosh et al., 2017). Quizás el método de planeación sistemática de conservación más popular es el análisis de brechas, durante el cual los científicos superponen mapas de distribuciones de especies (o ecosistemas) con mapas de áreas protegidas para identificar especies (llamadas especies de brecha, ver también Figura 10.3) o ecosistemas que no están adecuadamente protegidos en los existentes redes de áreas protegidas (Casilla 13.2).

    El análisis de brechas permite a los planificadores de conservación identificar especies o ecosistemas que no están adecuadamente protegidos en las redes de áreas protegidas existentes.

    Casilla 13.2 Identificación de sitios clave para la conservación en la grieta albertina

    Andrew J. Plumptre 12

    1 Programa de Grieta Albertina,

    Sociedad de Conservación de Vida Silvestre

    Kampala, Uganda.

    2 Dirección Actual:

    Secretaría del Área Clave de Biodiversidad,

    c/o BirdLife Internacional,

    Cambridge, Reino Unido.

    aplumptre@keybiodiversityareas.org

    La Grieta Albertina es una de las regiones más ricas de la Tierra en cuanto a diversidad de vertebrados (Figura 13.B). Abarcando unos 100 km a ambos lados de la frontera internacional del este de la RDC, incluye bosques, humedales y sabanas del este de la RDC y el oeste de Uganda, Ruanda, Burundi y Tanzania, y va desde el extremo norte del lago Alberto hasta el extremo sur del lago Tanganica. Contiene más del 40% de los mamíferos de África, 52% de las aves de África, así como 19% de sus anfibios y plantas, en solo 1% de la superficie del continente. También contiene más especies endémicas y amenazadas globalmente que cualquier otra ecorregión de África (Plumptre et al., 2007). Las especies carismáticas grandes endémicas incluyen el gorila oriental (Gorilla beringei, CR), el mono dorado (Cercopithecus kandti, EN), el búho del Congo (Phodilus prigoginei, EN) y el turaco Ruwenzori (Ruwenzornis johnstoni, LC). Los lagos de la Grieta Albertina también contienen varios cientos de especies de peces únicas. Desafortunadamente, esta rica biodiversidad también se da en una de las partes más densamente pobladas de África, y las amenazas a las áreas protegidas existentes son altas.

    Figura 13.B (Arriba) Pantano de Mubwindi, en el Parque Nacional Impenetrable de Bwindi, sitio importante para los gorilas de montaña y la Curruca del Grauer's Rush endémica de la Grieta Albertina (Bradypterus grayeri, EN). (Abajo) Un gorila de Grauer, la más grande de las cuatro subespecies de gorila y buque insignia de los esfuerzos de conservación en la Grieta Albertina. Fotografías de A.J. Plumptre/WCS, CC BY 4.0.

    La Wildlife Conservation Society (WCS) ha estado trabajando para apoyar la conservación de seis paisajes clave en la Grieta Albertina (ARCOS, 2004), enfocándose particularmente en: a) identificar áreas críticas para la conservación de especies amenazadas y endémicas; (b) emprender investigaciones y monitoreo de especies y claves paisajes; y c) apoyar la conservación de sitios críticos y la creación de nuevas áreas protegidas para conservar mamíferos grandes y pequeños, aves, reptiles, anfibios y plantas en todas las áreas protegidas, así como sitios donde puedan establecerse nuevas áreas protegidas. Estas encuestas han identificado áreas de importancia crítica en el este de la RDC, como los macizos de Itombwe y Kabobo donde se han identificado nuevas especies y algunas especies fueron redescubiertas, habiéndose visto por última vez hace más de 50 años. Al trabajar con las comunidades locales, las encuestas se han utilizado para diseñar los límites de las áreas protegidas recién establecidas para asegurar que capturan la mayor cantidad de biodiversidad posible. Una vez que se presentan los resultados de encuestas a la población local de la zona y se discuten las opciones de protección, a menudo se dan cuenta de la importancia de su sitio y proponen medidas de protección más estrictas de las que los conservacionistas inicialmente pensaron posibles.

    Usando modelos de distribución de especies (SDM) de las especies endémicas y amenazadas globalmente de la región, WCS obtuvo una comprensión de dónde deberían ocurrir estas especies tanto ahora como bajo escenarios futuros de cambio climático (Ayebare et al., 2018). Usando el software Marxan (Possingham et al., 2000), WCS identificó entonces aquellas áreas que conservarían todas las especies de interés para la conservación a un costo mínimo (Plumptre et al., 2019). Este procedimiento identificó los macizos de Itombwe y Kabobo junto con las colinas Sitebi al este del Parque Nacional de las Montañas Mahale en el oeste de Tanzania como críticos para la conservación de especies que actualmente no están adecuadamente protegidas (Figura 13.C).

    Figura 13.C Frecuencia de selección de células de 5 km 2 en la Grieta Albertina del análisis de Marxan, indicando áreas prioritarias para la conservación de mamíferos endémicos y amenazados, aves, reptiles, anfibios y plantas. Las áreas protegidas existentes (todas resaltadas) estaban encerradas pero las áreas protegidas propuestas como Itombwe y Kabobo y las reservas comunitarias (límite púrpura) no lo fueron. Las áreas verdes más oscuras indican sitios de conservación prioritarios. Imagen cortesía de WCS Albertine Rift Program, CC BY 4.0.

    Estos resultados se utilizaron para desarrollar un Plan de Acción de Rift Albertine (Plumptre et al., 2016), junto con planes de acción de conservación detallados para la preservación de los seis paisajes centrales y sus especies únicas y amenazadas, tanto dentro como fuera de las áreas protegidas, ahora y en el futuro.

    Al identificar brechas de conservación, es importante pensar detenidamente sobre los taxones o ecosistemas utilizados para realizar la evaluación. Muchas evaluaciones de conservación asumen que un grupo de especies bien conocido puede actuar como un indicador de biodiversidad (también conocido como sustituto de la biodiversidad o especie sustituta) para taxones menos conocidos, por lo que establecer un área protegida para proteger una especie de brecha también brindará protección a otros taxones subprotegidos. Si bien esto es cierto a algún nivel, varios estudios han demostrado que tal vez no siempre sea así (Rodrigues y Brooks, 2007; Carwardine et al., 2008; Jones et al., 2016).

    Enfoque de optimización

    Por lo general, los esfuerzos de priorización deben considerar múltiples factores además de la biodiversidad, como la rentabilidad, la socioeconomía, la condición del sitio y las amenazas potenciales que puedan afectar un área protegida propuesta. Los programas informáticos técnicos conocidos como “herramientas de apoyo a la decisión” están proporcionando una nueva forma de identificar las prioridades de conservación que cumplen con un conjunto de objetivos de conservación. Uno de los paquetes más populares es Marxan (http://marxan.org), un programa de libre acceso que identifica la ubicación óptima para las áreas protegidas con base en criterios flexibles definidos por el usuario (Watts et al., 2009). Los criterios definidos por el usuario pueden ser complejos; por ejemplo, se pueden establecer los parámetros del modelo para elegir las áreas que mejor protejan ciertos aspectos de la biodiversidad (por ejemplo, proteger al menos el 25% de cada tipo de vegetación) al tiempo que se reducen los costos y se minimiza el impacto en otras partes interesadas; la entrada del modelo puede incluir datos medidos, así como aportaciones de expertos. En uno de esos ejemplos, los biólogos de conservación de Sudáfrica, Eswatini y Mozambique utilizaron Marxan para identificar posibles ubicaciones para nuevas áreas protegidas en el Centro de Endemismo de Maputaland que comparten los tres países. Encontraron que sumar 4,291 km 2 a la red de áreas protegidas existente podría generar US$18.8 millones en ingresos al tiempo que se cumplen sus objetivos de conservación: proteger 44 tipos de cobertura terrestre, 53 especies y 14 procesos ecológicos (Smith et al., 2008).

    Las herramientas de apoyo a la toma de decisiones ayudan a identificar prioridades de conservación que cumplen con un conjunto de objetivos, entre ellos, la rentabilidad, la socioeconomía y la condición

    Independientemente del enfoque de priorización que se siga, es importante recordar que priorizar especies y ecosistemas que necesitan protección no equivale a “hacer conservación”. La verdadera conservación solo ocurre cuando se elabora y pone en marcha un plan de conservación que implementará esas sugerencias. Una revisión de ocho diferentes evaluaciones sistemáticas de conservación en Sudáfrica proporciona una buena base para guiar a los biólogos de conservación en el proceso desde la priorización hasta la implementación (Knight et al., 2006).


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