Desde la esquina del diván de alforjas persas sobre las que yacía, fumando, como era su costumbre, innumerables cigarrillos, Lord Henry Wotton apenas pudo captar el destello de las flores dulces y de ...Desde la esquina del diván de alforjas persas sobre las que yacía, fumando, como era su costumbre, innumerables cigarrillos, Lord Henry Wotton apenas pudo captar el destello de las flores dulces y de color miel de un laburno, cuyas ramas tremulosas parecían difícilmente capaces de soportar la carga de una belleza tan llameadas como las suyas; y de vez en cuando las fantásticas sombras de los pájaros en vuelo revoloteaban por las largas cortinas de seda de tutela que se extendían frente a la eno…