Clerval continuó hablando durante algún tiempo sobre nuestros amigos mutuos, y de su propia buena fortuna en que se le permitiera venir a Ingolstadt. —Usted puede creer fácilmente —dijo él— cuán grand...Clerval continuó hablando durante algún tiempo sobre nuestros amigos mutuos, y de su propia buena fortuna en que se le permitiera venir a Ingolstadt. —Usted puede creer fácilmente —dijo él— cuán grande fue la dificultad de persuadir a mi padre de que todo el conocimiento necesario no estaba comprendido en el noble arte de la contabilidad; y, de hecho, creo que lo dejé incrédulo hasta el final, pues su respuesta constante a mis ruegos no cansados era la misma que la de los holandeses maestro de …