Algo en su tono y la expresión de su rostro, conforme lo obtuve de él esto, me dolía el corazón con tal punzada que nunca había sabido aún; tan indeciblemente conmovedor fue ver su pequeño cerebro des...Algo en su tono y la expresión de su rostro, conforme lo obtuve de él esto, me dolía el corazón con tal punzada que nunca había sabido aún; tan indeciblemente conmovedor fue ver su pequeño cerebro desconcertado y sus pequeños recursos gravados para jugar, bajo el hechizo que se le imponía, una parte de inocencia y consistencia. “No, nunca — desde la hora en que volviste, Nunca me has mencionado a uno de tus amos, a uno de tus compañeros, ni a la menor cosita que te haya pasado en la escuela.