Tenían un delicioso apetito interminable por pasajes de mi propia historia, a los que los había tratado una y otra vez; estaban en posesión de todo lo que me había pasado alguna vez, habían tenido, co...Tenían un delicioso apetito interminable por pasajes de mi propia historia, a los que los había tratado una y otra vez; estaban en posesión de todo lo que me había pasado alguna vez, habían tenido, con cada circunstancia, la historia de mis más pequeñas aventuras y de las de mis hermanos y hermanas y del gato y el perro en casa, así como muchos detalles de la naturaleza excéntrica de mi padre, del mobiliario y disposición de nuestra casa, y de la conversación de las ancianas de nuestro pueblo.