“Pero”, exclamó Josephine, volando sobre su almohada y mirando a través de la oscuridad a Constantia, “¡la cabeza de padre!” Y de pronto, por un momento horrible, casi se rió. Josephine les había resp...“Pero”, exclamó Josephine, volando sobre su almohada y mirando a través de la oscuridad a Constantia, “¡la cabeza de padre!” Y de pronto, por un momento horrible, casi se rió. Josephine les había respondido a todos, y veintitrés veces cuando llegó a “Extrañamos tanto a nuestro querido padre” se había roto y tuvo que usar su pañuelo, y en algunas de ellas incluso para absorber una lágrima muy celeste con un borde de papel secante. ¡Extraño!