Desde entonces permaneció en su pequeño cuarto del piso treinta y siete de la casa de departamentos de Bernard, en la cama, con la radio y la televisión siempre encendidas, y el golpecito de pachulí g...Desde entonces permaneció en su pequeño cuarto del piso treinta y siete de la casa de departamentos de Bernard, en la cama, con la radio y la televisión siempre encendidas, y el golpecito de pachulí goteando, y las tabletas soma al alcance de su mano —ahí se quedó; y sin embargo no estaba ahí en absoluto, era todo el tiempo lejos, infinitamente lejos, de vacaciones; de vacaciones en algún otro mundo, donde la música de la radio era un laberinto de colores sonoros, un laberinto deslizante y palp…