Lo más común es que lleguemos a libros con mentes borrosas y divididas, pidiendo a la ficción que sea verdad, a la poesía que sea falsa, a la biografía que sea halagadora, a la historia que haga valer...Lo más común es que lleguemos a libros con mentes borrosas y divididas, pidiendo a la ficción que sea verdad, a la poesía que sea falsa, a la biografía que sea halagadora, a la historia que haga valer nuestros propios prejuicios. Los treinta y dos capítulos de una novela —si consideramos cómo leer primero una novela— son un intento de hacer algo tan formado y controlado como un edificio: Pero las palabras son más impalpables que los ladrillos; leer es un proceso más largo y complicado que ver.