Los gobiernos de todos los niveles de Estados Unidos tienen precios regulados en una amplia gama de industrias. En algunos casos, como el agua y la electricidad que tienen características de monopolio natural, hay cierto margen en la teoría económica para tal regulación. Pero una vez que a los políticos se les da una base para intervenir en los mercados y elegir precios y cantidades, es difícil saber dónde parar.