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3.1: El yo (un) cognoscible y otros- Empatía crítica y expresivismo

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    El yo (un) cognoscible y los demás: empatía crítica y expresivismo

    Eric Leake

    Universidad Estatal de Texas

    El rap común contra el expresivismo es que es solipsista, procurando dar una expresión clara a una voz personal que diga una verdad individual. En esta comprensión del expresivismo se ignoran en gran medida las cualidades sociales y constitutivas del lenguaje en favor de la revelación personal. James Berlin alinea lo que él llama retórica “expresionista” con el platonismo y posteriormente también con el psicoanálisis y la psicología de profundidad (1987). También alineo el expresivismo con la psicología, pero en este caso los entendimientos actuales de la empatía desde la psicología del desarrollo y social. Lo hago para proponer una comprensión del expresivismo crítico que se base en la empatía crítica para examinar la comprensión personal y la identidad dentro de una red de conexiones sociales y afectivas.

    Cualquier descripción del expresivismo puede ser problemática porque, al igual que la retórica actual tradicional, es una categoría creada para abarcar una constelación de enfoques cada vez menos dispares que comparten algunas características clave. Como señala Peter Elbow en este volumen, son relativamente pocos los que dicen ser expresivistas. La etiqueta se coloca más comúnmente en otros y otros enfoques en un sentido peyorativo. La naturaleza diversa de esos enfoques es reconocida por Berlín, quien propone un espectro de expresionistas, con los “anarquistas” de una escritura completamente desinhibida en un extremo, y por el otro “los pocos que están cerca de la categoría transaccional, especialmente a la retórica epistémica” (1987, pp. 145-146). Esos pocos incluyen a Ken Macrorie, Donald Murray y Elbow. Como Berlín describe su marca de expresivismo:

    Estos retóricos ven que la realidad surge de la interacción de la visión privada del individuo y del lenguaje utilizado para expresar esta visión. Es decir, en esta visión el lenguaje no se limita a registrar la visión privada, sino que se involucra en darle forma. La visión interior única del individuo sigue siendo primaria, pero el lenguaje se convierte en un elemento en su crianza. Esta marca de retórica expresionista finalmente no llega a ser epistémica... porque niega el lugar de los procesos sociales intersubjetivos en la conformación de la realidad. (1987, p. 146)

    El papel del lenguaje en esta descripción agrega un elemento social a lo que de otro modo es solipsista. El lenguaje es el elemento “moldeador” y “nutritivo” de la visión privada de ese individuo más profundo. No estoy tan seguro como Berlín de que los procesos intersubjetivos y sociales no están ya aquí en la función de conformación del lenguaje. La empatía crítica ofrece una manera de emplear lo personal para informar lo intersubjetivo y social. En efecto, las cualidades sociales y el cuestionamiento de lo personal en sus suposiciones y limitaciones es vital para la práctica de la empatía crítica. Esto es lo que hay que añadir a un expresivismo como lo describe Berlín: más conciencia y cuestionamiento de esos elementos sociales y un examen de las relaciones entre lo personal y lo social en la formación de esa comprensión no tan privada de los demás como de uno mismo.

    En este capítulo utilizo teorías de toma de perspectiva y empatía crítica para argumentar a favor de un expresivismo crítico que va más allá de lo limitado personal que Berlín identificó como común a la retórica expresionista. Las caracterizaciones de Berlín son útiles para proporcionar un mapa aproximado del terreno disciplinario histórico y para proporcionar terminología para discutir las diferencias topográficas. Pero una comprensión actualizada tanto del expresivismo crítico como de la empatía proporciona un mapeo más preciso del trabajo epistemológico y retórico de lo personal. Algunas de estas características ya eran inherentes a la obra de Elbow y otras, como señala Berlín. La empatía crítica aclara las dimensiones sociales y afectivas de un expresivismo crítico de trabajo. Se pide una voz crítica que cuestione las circunstancias de su propio discurso. Un expresivismo crítico, arraigado aquí nuevamente en la psicología y la empatía crítica, ofrece una crítica social de esa voz por lo demás personal, sus privilegios y suposiciones, al tiempo que reconoce que ninguna voz es puramente individual, así como ningún lenguaje es un lenguaje propio. Las preguntas vitales que se hacen en una empatía crítica se refieren a las relaciones sociales, las diferencias de poder, las conexiones afectivas y los puntos en común y diferencias. El expresivismo crítico a través de la empatía crítica fomenta una voz que habla para hacer simultáneamente estas preguntas. Utiliza el conocimiento de uno mismo, y una crítica continua de ese conocimiento, para comprender mejor y comunicarse con los demás sobre los demás y el mundo.

    Percibir a uno mismo y a otros

    Comienzo con teorías de identificación y toma de perspectivas como una forma de establecer cómo los procesos de empatía siempre se preocupan por las tensiones y cuestiones de conocer sobre el yo y los demás. El conocimiento personal, en este sentido crítico, es siempre más que personal. La tensión entre uno mismo y el otro en los procesos de empatía, y la tendencia a cambiar entre esas perspectivas, me recuerda la noción de F. Scott Fitzgerald (1945/1994) de que “la prueba de una inteligencia de primer nivel es la capacidad de mantener dos ideas opuestas en la mente al mismo tiempo, y aún conservar la capacidad para funcionar” (p. 520). Los procesos de empatía pueden intentar tener en cuenta las perspectivas centradas en uno mismo y en los demás al mismo tiempo. La relación de estos procesos, al igual que con las definiciones de la empatía misma, varía según el teórico. Algunos definen la empatía para incluir solo la toma de perspectiva orientada a otros (Coplan, 2011), mientras que otros definen la empatía de manera más amplia para incluir también la toma de perspectiva autoorientada (Hoffman, 2001). Si bien me alineo con la definición más amplia, una revisión de ambos tipos de identificación y las tensiones entre ellos ayuda a demostrar cómo una empatía crítica podría poner en primer plano productivamente tales tensiones dentro de un marco expresivista crítico.

    El psicólogo del desarrollo Martin Hoffman define lo que él llama “tomar roles autoenfocados” como “cuando las personas observan a alguien en apuros [y] pueden imaginar cómo se sentirían en la misma situación” (2001, p. 54). Para Hoffman, esto implica una similitud en la experiencia afectiva —esencial para su definición de la empatía como “una respuesta afectiva más apropiada a la situación ajena que a la propia” (2001, p. 4) —porque “si pueden hacer esto lo suficientemente vívidamente, pueden experimentar algo del mismo afecto que experimenta la víctima” (2001, p. 54). El énfasis de Hoffman aquí está en las personas en apuros, pero el mismo proceso puede aplicarse a otras situaciones y estados afectivos. Ofrece la toma de roles autocentrada como una forma de imaginar cómo se sentiría el yo en la posición del otro. Esto aplica las propias experiencias y antecedentes, así como las narrativas e interpretaciones que uno lleva a otro estado afectivo y circunstancia. El enfoque permanece a lo largo de cómo se sentiría el yo si el yo estuviera en la posición de ese otro. En contraste, la “toma de roles centrada en los demás” de Hoffman ocurre cuando “al enterarse de la desgracia de otro, las personas pueden enfocarse directamente en la víctima e imaginar cómo se siente; y hacer esto puede resultar en que sientan algo del sentimiento de la víctima” (2001, p. 54). Hoffman sólo permite que uno pueda sentir “algo” de los sentimientos de otro. La toma de roles centrada en otros es mucho más limitada y más difícil que la toma de roles autoenfocada porque uno solo puede tener acceso parcial y en gran parte imaginado a los estados afectivos de otro y a lo que otro hace de esos estados afectivos. Al mismo tiempo, sin embargo, la toma de perspectiva centrada en otros puede proporcionar una mayor comprensión de las causas y consecuencias del estado afectivo de otro (Matravers, 2011). Los límites del conocimiento sobre los demás también están en el centro del énfasis de la filósofa Amy Coplan en la toma de perspectiva orientada a otros. La toma de perspectivas autoorientada, argumenta, “conduce a un tipo de pseudo-empatía ya que las personas a menudo creen erróneamente que les proporciona acceso al punto de vista del otro cuando no lo hace” (2011, p. 12). De ello se deduce que “uno de los beneficios de llamar la atención sobre la distinción entre la toma de perspectivas autoorientada y otra orientada es que quizás algunos de nosotros empezaremos a dejar de asumir que 'obtenemos' la experiencia del otro, cuando no lo hacemos”. (Coplan, 2011, p. 12). Si bien la toma de perspectiva autoorientada puede contribuir a una respuesta afectiva más fuerte, la toma de perspectiva orientada a otros requiere una regulación imaginativa y afectiva más activa y resulta en una diferenciación más fuerte de un límite borroso entre los estados afectivos y el conocimiento entre uno mismo y otros. La toma de roles centrada en otros puede ser menos susceptible a sesgos, que siempre son un riesgo de empatía y más susceptibles a procesos críticos. Este es uno de los beneficios de una empatía crítica, el reconocimiento y cuestionamiento de los propios supuestos.

    La naturaleza a veces borrosa y problemática de ese límite entre uno mismo y otro en la identificación y toma de perspectivas es evidente en los muchos tipos de sesgos inherentes a los procesos de empatía. Estos incluyen sesgos egocéntricos, falsas empatías y sesgos de proximidad y familiaridad. De particular interés aquí es la noción de Hoffman de “deriva egoísta” (2001), que ilustra la naturaleza resbaladiza de la empatía y la tendencia a deslizarse en la empatía hacia lo más cómodo y familiar. La deriva egoísta ocurre cuando dentro del proceso de empatía la atención comienza a alejarse de una perspectiva centrada en el otro y más hacia la propia experiencia afectiva de empatía. La ironía es que el mismo proceso de identificación que impulsa la empatía puede al mismo tiempo cortar la empatía a medida que el observador responde más afectivamente a sus propios recuerdos y estados afectados asociados, los cuales se inician en la observación y toma de perspectiva de otro. La deriva egoísta y los sesgos asociados demuestran cómo la identificación empática está constantemente en cambio, cambiando entre uno mismo y otro y entre la memoria, la situación y el afecto. Existe el riesgo constante de caer en la deriva egoísta o, en aras de evitar la deriva egoísta, perder el poder afectivo y la precisión de la empatía. Identificarse con otro también es identificarse consigo mismo y siempre en riesgo de deslizarse más a la deriva. Esta es la paradoja de tratar de ver el mundo de otro a través de los propios ojos. Requiere, como argumenta Martha Nussbaum, “una especie de 'atención doble', en la que uno imagina lo que es estar en el lugar de la víctima y, al mismo tiempo, conserva con seguridad la conciencia de que uno no está en ese lugar” (2003, p. 328). Aquí nuevamente en la idea de una “doble atención”, que Nussbaum toma prestada de Richard Wollheim, es un recordatorio de la noción de Fitzgerald de una inteligencia de primer nivel aplicada a la retórica de la empatía. Esa doble atención es exactamente obra de un expresivismo crítico a través de la empatía crítica. Al reconocer la paradoja implícita de identificarse simultáneamente con el yo y el otro, nos pide que veamos el mundo con doble atención. Se trata de un cambio importante, pues al aplicar una atención doble uno se ve obligado a hacer preguntas de relación y propósito que de otra manera no serían tan obvias o exigentes. Hay un sentido, entonces, que como cualquier paradoja, el de la identificación empática con el yo y otros puntos a través de sus aparentes contradicciones a mayores percepciones sobre los procesos de comprensión del yo y del otro en la obra del expresivismo crítico.

    Lo personal como comunicación y creencia

    La importancia comunicativa de la empatía está bien establecida en el trabajo de Carl Rogers. Argumenta a favor de la empatía en contraste con movimientos más competitivos y críticos en la comunicación. Rogers considera que la principal barrera para la comunicación es “esta tendencia a reaccionar ante cualquier afirmación emocionalmente significativa formando una evaluación de la misma desde nuestro propio punto de vista” (1961, p. 331). Sin usar aquí la palabra “empatía”, propone una estrategia de comunicación que, sin embargo, está muy arraigada en la empatía:

    La comunicación real ocurre, y se evita esta tendencia evaluativa, cuando escuchamos con comprensión. ¿Qué significa eso? Significa ver la idea y actitud expresadas desde el punto de vista de la otra persona, sentir cómo se siente para él, lograr su marco de referencia respecto a lo que está hablando. (1961, pp. 331-332)

    El trabajo de Rogers sobre la empatía se basa en la relación entre terapeuta y cliente en un contexto clínico. Aunque Rogers no se preocupa por el uso retórico de la empatía, e incluso rechaza el papel de la empatía en el empleo de la argumentación, sí ofrece mucho uso para definir la empatía y su potencial comunicativo y epistemológico. Rogers se enfoca en la empatía como perspectiva emocional, como medio de comprensión, y como potencialmente transformadora en cómo puede cambiar a las personas y sus relaciones interpersonales. Entiende que la empatía es una posición poderosa de escuchar. La influencia de Rogers y su atención a la empatía han tenido una influencia significativa en la teoría retórica. Elbow, por ejemplo, ofrece de manera similar su juego de creer como una alternativa positiva al tradicional juego de la duda. Elbow ha llegado a ver el juego de creer como el núcleo de su trabajo. Lo describe como

    la práctica disciplinada de tratar de ser lo más acogedores o aceptar posible cada idea que encontramos: no solo escuchar puntos de vista diferentes a los nuestros y evitar discutir con ellos; no solo tratar de reformularlos sin prejuicios; sino en realidad tratando de creerles. Estamos utilizando el creer como herramienta para escrutar y probar. (2009, p. 1)

    El juego de creer de Elbow difiere de la retórica rogeriana en aspectos importantes —la referencia a “no solo tratar de reformularlos sin sesgos” (2009, p. 2) es una de esas— sino, lo que es más importante, incluye un proceso de empatía. El movimiento de no sólo comprender otros puntos de vista sino de intentar creerlos es en su esencia un ejercicio de empatía; es un intento de entrar lo más plenamente posible en la perspectiva de otro e incluso en la experiencia de otro de sostener esa perspectiva. Elbow reconoce que tal movimiento tiene cualidades cognitivas, fenomenológicas, emocionales y físicas. En un borrador anterior de su contribución a esta colección, aconseja que uno “coma como un búho”, lo que significa “solo escuchar y tragar e incluso tratar de creer sus (las de otros) experiencias por extrañas que parezcan”. Agrega que “los escritores deben confiar en que su organismo automáticamente dejará ir lo que es inútil o engañoso y se beneficiará de lo que es útil”. La idea de que los escritores deben confiar en su organismo es un guiño a formas de pensar más allá de lo puramente cognitivo para incluir lo emocional y lo fisiológico, ya que la empatía empuja a las personas a hacer. Esto no es para reducir el método de Elbow a confiar puramente en tu intestino. Elbow enfatiza la naturaleza metódica del juego de creer como una forma de indagación crítica sobre el valor de las ideas, todo lo cual se basa en la práctica de la empatía en un marco expresivista crítico.

    La empatía ocupa una posición central en la forma en que nos imaginamos y llegamos a entendernos a nosotros mismos y a los demás, y tanto la toma de perspectiva orientada a uno mismo como a los demás se basa en cierto grado de conocimiento personal. En autoorientado, el empático u observador se está imaginando a sí mismo en la posición del otro y sacando de experiencias y emociones análogas al contexto y condiciones de lo observado. En la toma de perspectiva orientada al otro, el observador aún debe basarse en sus propias experiencias al intentar imaginar el estado de lo observado. El filósofo Derek Matravers permite que una persona pueda ir más allá de la historia personal para experimentar empatía incluso con respecto a emociones que no ha experimentado previamente personalmente al empatizar “cara a cara con otro que está experimentando algunas emociones fuertes, o describiendo alguna situación con fuertes emoción” (2011, p. 28). En estos casos, las emociones en la empatía pueden ser recordadas de las emociones y experiencias pasadas de uno en la toma de perspectivas autoorientada y pueden ser experimentadas personalmente a través del compromiso directo con las emociones de otro. En cualquier caso, el recuerdo personal o la experiencia personal inmediata de las emociones se convierte en una parte necesaria de la empatía.

    Como es evidente en Rogers, Elbow, Matravers y otros lugares, la empatía utiliza lo personal constructivamente como una ruta hacia el conocimiento sobre uno mismo y sobre los demás. Esta incorporación de lo personal difiere de la caracterizada como solipsista. Cuando Berlín describe el expresivismo como preocupado solo por verdades autocalibradas, privadas e incomunicables a los demás, puede estar describiendo con precisión algunos tipos de escritura personal, pero parece estar agrupando lo meramente personal con lo posiblemente críticamente. Como argumenta Elbow en este volumen, hay muchas maneras en que la escritura puede ser personal en el tema, en el lenguaje y en el pensamiento. Yo agregaría empatía o toma de perspectiva a la lista de formas personales de pensar y escribir de Elbow. Es un empleo del juego de creer cuando uno imagina, en la toma de perspectiva autoorientada, “¿y si yo fuera yo mismo en la situación de esa otra persona?” O, en la toma de perspectiva orientada a otros, “¿y si yo fuera esa otra persona en la situación de esa otra persona?” Intentar experimentar y conocer estas posiciones es un movimiento cognitivo, afectivo y corporal hacia la creencia, la comprensión y la comunicación. En estas formas y en otras, la empatía crítica es un modo personal, uno que utiliza la imaginación personal, las experiencias y el conocimiento para llegar a una mayor comprensión del yo, de los demás y de la sociedad. Este es un uso diferente de lo personal que el autodescubrimiento de mirar hacia adentro. Y sin embargo, la empatía como modo personal sigue siendo una responsabilidad por sus suposiciones y sesgos inherentes, como se ilustra en el concepto de deriva egoísta. Es por ello que una empatía crítica, que cuestiona su propia comprensión, es un componente tan importante de un expresivismo crítico.

    La crítica necesaria y constante de la empatía

    Aunque los académicos de las humanidades han aprovechado recientemente la empatía como quizás mejor representa las esperanzas, los valores y los propósitos sociales de una educación en artes liberales, la empatía en sí misma no está exenta de escepticismo académico y crítica útiles. Amy Shuman pide una crítica a la empatía en la circulación y narración de las historias ajenas. Encuentra posibilidades liberadoras a través de la empatía en la crítica de las narrativas dominantes, aun cuando “la empatía siempre está abierta a la crítica como al servicio de los intereses del empático más que del empático” (2005, p. 18). La empatía puede ser una forma para que algunos cajeros reclamen la propiedad, el conocimiento o el privilegio sobre la historia de otro. Al mismo tiempo, Shuman señala que las historias necesitan viajar más allá de sus dueños para lograr el trabajo cultural. Esto es parte de la paradoja, escribe Shuman, porque: “La empatía es una de las promesas fallidas de la narrativa, pero en ese fracaso, brinda la posibilidad de crítica y contrarativa, proporcionando cualquier posibilidad redentora, emancipadora o liberadora que tenga la narrativa” (2005, p. 19). Los procesos de empatía son promesas y promesas fallidas. Pero así como los pasivos de la empatía pueden llegar a ser un activo productivo, también la promesa fallida puede permitir alguna redención a través de las posibilidades de contrarativos. La pregunta principal que hay que hacer, como ha argumentado Theresa Kulbaga, es “¿empatía con lo que termina?” (2008, p. 518). Esto llega a los propósitos retóricos y epistemológicos de la empatía y ayuda a plantear más interrogantes sobre las relaciones entre los empatizantes y los empatizados. Explicando su idea de una crítica a la empatía, así como las posibilidades de la empatía, escribe Shuman

    La empatía ofrece la posibilidad de comprender a través del espacio y el tiempo, pero rara vez cambia las circunstancias de quienes sufren. Si proporciona inspiración, es más frecuente para quienes se encuentran en la posición privilegiada de empatizador en lugar de empatizados. La narración de historias necesita una crítica de la empatía para seguir siendo un proceso de negociación, más que de defensa, del significado. La crítica a la empatía, y el reconocimiento de las promesas inevitablemente fallidas de contar historias, evita un cambio indiscutible en la propiedad de la experiencia y la interpretación a quien esté contando la historia y, en cambio, insiste en las obligaciones entre narradores, oyentes y las historias que toman prestadas. ( 2005, p. 5)

    Una crítica a la empatía pone en primer plano las relaciones entre quienes están involucrados con la historia, su procedencia, su narración y su aplicación retórica y social. La crítica de Shuman a la empatía es también una manera de protegerse contra el borrado o remoción del otro dentro de los procesos de empatía. La crítica a la empatía es un intento de mantener el potencial social positivo de la empatía como medio de comprensión y como motor de acción, aun protegiéndose de los pasivos de la empatía. En sus críticas a la retórica de la empatía, Kulbaga y Shuman no están descontando la empatía sino que están argumentando a favor de una comprensión y un uso más reflexivo y responsable de la retórica de la empatía.

    No están solos en empujar hacia una empatía más crítica. Quienes abogan por alguna forma de empatía crítica lo hacen por cómo funciona la empatía, cómo se sitúa social y culturalmente, y cómo las preguntas de una empatía crítica pueden ayudarnos a negociar temas más amplios. Tomo prestado el término “empatía crítica” de Todd DeStigter, quien acredita la idea a Jay Robinson. Empatía crítica, como la define DeStigter

    se refiere al proceso de establecer conexiones informadas y afectivas con otros seres humanos, de pensar y sentir con ellos a algún nivel emocional, intelectual y socialmente significativo, recordando siempre que tales conexiones se complican por fuerzas sociohistóricas que obstaculizan la relaciones equitativas, justas que presumiblemente buscamos. (1999, p. 240)

    La definición de DeStigter es notable por ser esperanzadora y realista. Él, al igual que Shuman, está proponiendo una forma de empatía crítica que busca cumplir la promesa de relaciones más justas al tiempo que mantiene la conciencia de las severas limitaciones y complicaciones que siempre forman parte de esa búsqueda empática. La empatía crítica de DeStigter es de valor adicional porque se enfoca en el contexto de la empatía como siempre situado dentro de las fuerzas sociohistóricas, así como el expresivismo crítico siempre debe reconocer un yo ya social. Esto llama la atención sobre las circunstancias que informan y limitan la retórica de la empatía y las diferencias en las posiciones sociales entre los involucrados.

    DeStigter define la empatía como una forma de pensar y sentir, que está en línea con cómo Nussbaum así como muchos psicólogos, entre ellos Hoffman, definen la empatía. Tales definiciones de empatía se alinean con una comprensión contemporánea de la empatía desde la neurociencia cognitiva como incluyendo procesos tanto de reflejo (puramente afectivo) como de reconstrucción imaginativa (cognitiva dirigida) (Goldman, 2011). De manera similar, Kristie Fleckenstein argumenta que los aspectos de pensamiento y sentimiento de la empatía sitúan de manera única la empatía para el trabajo reflexivo y retórico. Fleckenstein escribe: “Como una complicada mezcla de afecto y racionalidad, la empatía se presta al discurso deliberativo —a la negociación, al debate y a la persuasión— en la esfera pública y sirve de base para la justicia social” (2007, p. 707). Fleckenstein responde aquí al ensayo de Matthew Newcomb sobre la compasión en la retórica de Hannah Arendt, quien define la compasión como puramente afectiva y como crear silencios e impedir el discurso. Newcomb argumenta en contra de Arendt que una “compasión crítica puede notar los problemas de apropiarse de las historias de los demás y cuestionar la necesidad de sentirse realmente como el otro” (2007, p. 128). Fleckenstein sostiene esta posición en su argumento a favor de la empatía como ya implicando el pensamiento; no tenemos que depender de una compasión crítica para abrir ese espacio retórico y evaluativo en la empatía. Cita ideas de “empatía realista” y “afirmación crítica” como ilustración de los elementos de sentimiento y pensamiento de la empatía y los roles críticos que juega la empatía en el discurso deliberativo. Como escribe Fleckenstein, “Ya sea que lo llamemos empatía, compasión, empatía realista, afirmación crítica o empatía crítica, la experiencia de compartir el sufrimiento de otro es esencial para el discurso deliberativo, para la negociación y para la persuasión en la esfera pública” (2007, p. 714). El expresivismo crítico estaría en buena compañía aquí. Una definición de empatía crítica como la proporcionada por Fleckenstein permite reconocer mejor la interacción y las tensiones que siempre existen al pensar y sentir con los demás y las formas en que éstas pueden ser utilizadas para llegar a juicios y acciones.

    Emplear empatía crítica también permite cuestionar y reconocer mejor las diferencias en las posiciones económicas, políticas, sociales y culturales. Estos son elementos de las “complicadas fuerzas sociohistóricas” que menciona DeStigter. Entre los mayores pasivos de los procesos de empatía está cómo puede permitir la elisión de estas diferencias a medida que un individuo empatiza con otro. Kulbaga ya ha señalado este problema en la retórica de la empatía en el caso de lectores occidentales relativamente más privilegiados que disfrutan de identificación con otros menos privilegiados sin reflexionar también sobre las diferencias significativas en experiencias y posiciones. Min-Zhan Lu propone “afirmación crítica”, término que toma prestado de Cornel West, como una forma de alfabetización en la que la lectura y la escritura se emplean para los siguientes objetivos:

    (1) Poner fin a la opresión en lugar de empoderar a una forma particular de uno mismo, grupo o cultura; (2) Lidiar con los privilegios propios, así como la propia experiencia de exclusión; (3) Abordar de manera más respetuosa y responsable aquellas historias y experiencias que aparecen diferentes de lo que uno llama propio; y (4) Afirmar un anhelo de agencia individual compartido por los individuos a través de las divisiones sociales sin perder de vista las diferentes circunstancias materiales que configuran este anhelo compartido y las diferentes circunstancias contra las que cada uno de nosotros debe luchar al promulgar tal anhelo. (1999, p. 173)

    Lu propone estas prácticas críticas de afirmación en respuesta a cómo se abusa políticamente de lo personal. El suyo es un enfoque reflexivo que permite reconocer y revisar las propias respuestas afectivas. La afirmación crítica es afirmativa, esperanzadora y políticamente progresista en las formas en que permite construir coaliciones basadas en el anhelo compartido de agencia individual. Y, de manera crucial, la afirmación crítica de Lu es crítica porque siempre está evitando que la afirmación —o la empatía— se extralimente por las diferencias históricas, materiales y situacionales de primer plano. La afirmación crítica es más aplicable a cómo leemos y escribimos las historias de los demás, que sirven como nuestros sitios para la empatía y como ejercicios de expresivismo crítico. Quizás sea lo más crítico en cómo leemos y escribimos nuestras propias historias. Como escribe Lu, “Me uno a los demás para marcar la escritura, especialmente las narrativas personales, como un sitio para reflexionar y revisar el sentido de uno mismo, las relaciones con los demás y las condiciones de la vida de uno” (1999, p. 173). Lu está abogando por la afirmación crítica como prácticas alfabetizadas y retóricas que llevan la vida y las relaciones continuamente a la reflexión y revisión potencial. Esto me lee como la mejor obra expresivista crítica posible, similar a la propuesta en esta colección por Nancy Mack en su idea de las “memorias críticas”. A estas prácticas agrego preguntas retóricas, planteadas por Kulbaga y Shuman, mejor representadas por la cuestión de la empatía ¿a qué fines? De igual manera, podríamos preguntar en la práctica del expresivismo crítico, ¿expresivismo a qué fines? Al anteponer en primer plano cuestiones de posiciones sociales, diferencias y fines de la empatía, una empatía crítica protege contra los riesgos de apropiarse de las experiencias de los demás, especialmente para validar o servir a los propios intereses.

    Las tensiones en la empatía y el expresivismo requieren práctica crítica debido a la inestabilidad inherente de cualquier movimiento hacia la empatía o comprensión y expresión del yo. Las prácticas críticas requieren preguntas sobre los límites del conocimiento y las diferencias en las experiencias y situaciones; cómo se posiciona la empatía y la escritura personal, a menudo en forma de historias, cómo funcionan y cuáles son sus resultados; cómo interactúan las emociones, reflexiones y evaluaciones; y qué los efectos personales y sociales de estos procesos son. Se trata de cuestiones fundamentalmente epistemológicas y retóricas que abordan nuestras relaciones entre nosotros. Debido a que la empatía crítica exige tales preguntas, estos pasivos inherentes pueden verse como un activo. La empatía crítica y el expresivismo crítico nos empujan a hacer las preguntas que ya deberíamos estar haciendo. Dibujo aquí del argumento de Dennis Lynch, quien sostiene que el paso necesario a una reflexión crítica se encuentra entre las mejores razones para volver al estudio de la retórica de la empatía. Como escribe Lynch, “no deseo tratar la empatía como el concepto maestro de la retórica, ni defenderé la empatía contra las serias preguntas que se han planteado al respecto como práctica. Voy a argumentar en cambio que la empatía es retóricamente productiva no a pesar de sino por los peligros a los que es propensa” (1998, p. 7). Esos peligros nos empujan a emplear una empatía crítica que a su vez nos obliga a ser más reflexivos generalmente de cuestiones personales de epistemología, diferencias y relaciones. Una empatía crítica nos recuerda continuamente que cualquier conocimiento de uno mismo y de los demás es siempre, en el mejor de los casos, una aproximación cuidadosa y decidida de perspectivas, situaciones y experiencias a través de la lente del yo.

    Referencias

    Berlín, J. (1987). Retórica y realidad: Instrucción de escritura en colegios americanos, 1900-1985. Carbondale, IL: Prensa de la Universidad del Sur de Illinois.

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    Destigter, T. (1999). Demostraciones públicas de afecto: Comunidad política a través de la empatía crítica. La investigación en la enseñanza del inglés, 33, 235-244.

    Codo, P (2009). El juego de creer o la creencia metodológica. Las Obras Seleccionadas de Peter Elbow. Recuperado a partir de http://works.bepress.com/peter_elbow/41/

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    Fleckenstein, K. (2007). Una vez más con sentimiento: La empatía en el discurso deliberativo. JAC, 27 (3/4), 701-716.

    Goldman, A. I. (2011). Dos rutas hacia la empatía: Insights desde la neurociencia cognitiva. En A. Coplan & P. Goldie (Eds.), Empatía: perspectivas filosóficas y psicológicas (pp. 31-44). Nueva York: Oxford University Press.

    Hoffman, M. L. (2001). Empatía y desarrollo moral: Implicaciones para el cuidado y la justicia. Nueva York: Cambridge University Press.

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    3.1: El yo (un) cognoscible y otros- Empatía crítica y expresivismo is shared under a CC BY-NC-ND license and was authored, remixed, and/or curated by LibreTexts.