10.9: Hadices
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VIII. Hadices
Como segunda fuente de autoridad en el Islam, el hadices complementa el Corán y proporciona la fuente más extensa para la ley islámica. La comprensión última del Corán depende del contexto de la vida de Mahoma y de las formas en que demostró y aplicó su mensaje. Existe evidencia de que los dichos y prácticas de Mahoma fueron invocados por sus compañeros para responder preguntas sobre el Islam. A diferencia del Corán, sin embargo, en los primeros períodos el hadices circulaba oralmente, y no se intentó establecerlo o codificarlo en ley hasta los inicios del siglo II del Islam.
Debido a los inicios tardíos de los esfuerzos por recopilar y compilar informes sobre las tradiciones de Mahoma, los estudiosos musulmanes reconocen que la autenticidad de estos informes no se puede dar por sentada. Muchos informes espurios a menudo se pusieron en circulación deliberadamente para apoyar las afirmaciones de diversos grupos políticos y sectarios. Otras adiciones resultaron de la tendencia natural a confundir prácticas comunes que precedieron al Islam con nuevas leyes y normas islámicas. El desvanecimiento de la memoria, la dispersión de los compañeros del profeta sobre vastos territorios, y el fallecimiento del último de estos compañeros también contribuyeron al problema de autenticar las tradiciones de Mahoma.
Para establecer la autoridad del hadices sobre un terreno más firme, los estudiosos musulmanes desarrollaron varias disciplinas dedicadas a examinar y verificar la relativa autenticidad de diversos informes atribuidos al Profeta. El contenido de dichos, así como la confiabilidad de quienes los transmitieron, fueron cuidadosamente escrutados, y los hadices fueron clasificados en grupos otorgados diversos grados de autenticidad, que van desde el sonido y confiable hasta lo fabricado y rechazado. Este esfuerzo sistemático culminó en el siglo IX, unos 250 años después de la muerte de Mahoma, en la recopilación de varias colecciones de hadices sonoros (sahih). De seis compilaciones tan altamente confiables, dos en particular son consideradas por los musulmanes como las fuentes más importantes de autoridad islámica después del Corán. Se trata de Sahih Musulmán y Sahih Bujari (los libros sonoros de Musulmán y Bujari).
Históricamente, la compilación de hadices estuvo de la mano con la elaboración del derecho islámico y el desarrollo paralelo de la teoría jurídica islámica. Inicialmente, ni la ley ni sus procedimientos se elaboraron sistemáticamente, aunque no cabe duda de que tanto el Corán como el hadices fueron invocados regularmente y utilizados para derivar leyes que regían la vida de los musulmanes. A principios del siglo IX se sistematizó el uso de estas dos fuentes y se introdujo una compleja teoría jurídica. En su forma desarrollada, esta teoría sostiene que existen cuatro fuentes de las que se deriva la ley islámica. Estos son, por orden de prioridad, el Corán, el hadices, el consenso de la comunidad (ijma), y la analogía jurídica (qiyas). Funcional sólo cuando no hay una norma explícita en el Corán o en el hadices, el consenso confiere legitimidad retrospectivamente a las prácticas históricas de la comunidad musulmana. En analogía jurídica, las causas de las sentencias islámicas existentes se aplican por analogía a casos similares para los que no hay declaraciones explícitas ni en el Corán ni en el hadices. Utilizando estos métodos, se trazó un vasto y diverso cuerpo de derecho islámico que abarcaba diversos aspectos de la vida personal y pública.
Además de las leyes relativas a los cinco pilares, el derecho islámico abarca áreas como las leyes dietéticas, las leyes de pureza, las leyes de matrimonio y herencia, las leyes de transacciones comerciales, las leyes relativas a las relaciones con los no musulmanes y el derecho penal. Los judíos y cristianos que viven bajo el dominio musulmán están sujetos a las leyes públicas del Islam, pero tradicionalmente se les ha permitido dirigir sus asuntos internos sobre la base de sus propias leyes religiosas.