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26.8: ¡Oh Capitán! ¡Mi capitán!

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    “Benito Cereno” (1856) de Herman Melville es una representación temprana de las interacciones estadounidenses fuera de los límites geográficos de la nación. A pesar de ser titulado después del capitán español; la historia está escrita desde el punto de vista limitado en tercera persona (POV) del capitán estadounidense Delano. Es decir, todo lo que sabemos de su situación se limita a su percepción de la realidad. Este punto de vista pone a los lectores en una mentalidad “estadounidense”, representando cómo perciben los estadounidenses sus encuentros con el resto del mundo.

    Al abordar el San Dominick, el capitán Delano encuentra extraño el comportamiento de Don Cereno. El narrador escribe que “[l] la manera del español, también, transmitía una especie de desdén agrio y sombrío, que no le pareció que le costaba disfrazar. Pero esto el estadounidense en la caridad atribuía a los efectos acosadores de la enfermedad” (9). Al cepillarse el extraño comportamiento de don Cereno, el estadounidense “caritativo” hace lo que hacen los estadounidenses caritativos al ofrecer brindar ayuda al barco y llevarlo a la orilla de manera segura. Más tarde —después de comparar a don Cereno con el emperador romano español, Carlos V., quien dimitió después de que el imperio creciera demasiado grande para que él lo controlara— el capitán Delano le ofrece consejos sobre cómo administrar su nave.

    Este sentido de autoridad y conocimiento que ejerce el capitán Delano, así como el punto de vista de la novela, muestra cómo la literatura estadounidense no necesariamente necesita establecerse en América. “América”, en este sentido, es una ideología. En la primera mitad de “Benito Cereno”, vemos a esta ideología descrita como una ideología que es caritativa, omnisciente, y quizás un poco demasiado intrépida. Además, la mitad inicial de esta historia retrata una mentalidad estadounidense que permanece “neutral” ante la presencia del mal. El capitán Delano, entretenido por las relaciones entre tripulantes españoles y esclavos africanos, no apoya ni rechaza la esclavitud. En cambio, hace bromas sobre la compra de Babo, ofrece consejos de segunda mano sobre cómo mantener a los esclavos en orden en el barco (oh, la ironía una vez que termina la historia), y reflexiona sobre su cariño como mascotas por los africanos. El capitán Delano, como tantas figuras de la literatura estadounidense, es sólo otro blanco bien intencionado.


    This page titled 26.8: ¡Oh Capitán! ¡Mi capitán! is shared under a CC BY-SA license and was authored, remixed, and/or curated by Robin DeRosa, Abby Goode et al..