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17.9: El Octavo Mandamiento

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    LA PRODUCCIÓN Y EL USO DE SUSTANCIAS TÓXICAS, PELIGROSAS Y PERSISTENTES DEBEN MINIMIZARSE Y ESAS SUSTANCIAS NO DEBEN LIBERARSE AL MEDIO AMBIENTE; CUALQUIER RESIDUO QUE SE DISPONGA A LOS SITIOS DE ELIMINACIÓN DEBE CONVERTIRSE EN FORMA NO PELIGROSA

    El principio más fundamental de la química verde es evitar la producción y el uso de sustancias tóxicas, peligrosas, persistentes y evitar su liberación al medio ambiente. Con la salvedad de que no siempre es posible evitar totalmente tales sustancias (ver el Noveno Mandamiento a continuación) se han logrado avances significativos en este aspecto de la química verde. Se están realizando muchas investigaciones en el campo de la síntesis química para minimizar las sustancias tóxicas y peligrosas. En los casos en que tales sustancias deban ser utilizadas porque no hay sustitutos disponibles, a menudo es posible hacer cantidades mínimas de los materiales a demanda para que no sea necesario mantener grandes reservas de materiales peligrosos.

    Muchos de los problemas ambientales de las últimas décadas han sido el resultado de desechos peligrosos desechados indebidamente. La práctica actual exige colocar materiales de desecho peligrosos en vertederos químicos seguros. Hay dos problemas con este enfoque. Una es que, sin gastos excesivos, los rellenos sanitarios no son verdaderamente “seguros” y el segundo es que, a diferencia de los materiales radiactivos que eventualmente se descomponen en sustancias no radiactivas, algunos desechos químicos refractarios nunca se degradan realmente en sustancias no peligrosas. Parte de la solución es instalar instalaciones de monitoreo alrededor de las instalaciones de eliminación de desechos peligrosos y vigilar las fugas y emisiones. Pero los problemas pueden aparecer cientos de años después, no es un buen legado para dejar a las generaciones futuras.

    Por lo tanto, los desechos que se eliminen primero deben convertirse en formas no peligrosas. Esto significa la destrucción de los orgánicos y la conversión de cualquier elemento peligroso en formas que no se lixiviarán al agua ni se evaporarán. Un buen enfoque hacia este objetivo es coincendiar desechos peligrosos con combustible en hornos de cemento; los orgánicos se destruyen y el cemento alcalino secuestra las emisiones de gases ácidos y metales pesados. Idealmente, los elementos peligrosos, como el plomo, pueden ser recuperados y reciclados para fines útiles. La conversión de desechos peligrosos a formas no peligrosas puede requerir el gasto de grandes cantidades de energía (ver el cuarto mandamiento, arriba)


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