En octavo grado, prácticamente tuve que rogarle a la administración que me trasladara de la clase A a la clase de matemáticas A. Al final de la secundaria, sabía que quería ser maestra de matemáticas,...En octavo grado, prácticamente tuve que rogarle a la administración que me trasladara de la clase A a la clase de matemáticas A. Al final de la secundaria, sabía que quería ser maestra de matemáticas, y le doy crédito a esa decisión por tener buenos maestros de matemáticas en la secundaria y secundaria. Luego fui a la escuela de posgrado en la Universidad de San Diego, donde tuve la suerte de conocer al profesor que acredito por haberme hecho pasar por la escuela de posgrado, Gill Williamson.