Las matemáticas, bien vistas, poseen no solo la verdad, sino la belleza suprema: una belleza fría y austera, como la de la escultura, sin apelar a ninguna parte de nuestra naturaleza más débil, sin lo...Las matemáticas, bien vistas, poseen no solo la verdad, sino la belleza suprema: una belleza fría y austera, como la de la escultura, sin apelar a ninguna parte de nuestra naturaleza más débil, sin los magníficos trappings de la pintura o la música, pero sublimemente pura, y capaz de una perfección severa como solo el arte más grande puede espectáculo.