12.0: Preludio a la Biodiversidad y a la Ley
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El impacto negativo de las actividades humanas en el medio natural es evidente dondequiera que mires. Algunos impactos son una consecuencia inevitable de las actividades humanas; actualmente se invierten vastos recursos para encontrar formas de mitigarlos. Otros impactos, a menudo completamente prevenibles, tienen sus raíces en la codicia. Considera cómo los peores contaminadores son las corporaciones que priorizan las ganancias sobre la salud ambiental y humana. De igual manera, muchas especies amenazadas siguen siendo explotadas ilegalmente de manera insostenible; en el peor de los casos, las ganancias de la caza furtiva están financiando atrocidades de derechos humanos y redes delictivas organizadas. Debido a que la sociedad paga el precio de los delitos ambientales —que generalmente benefician sólo a unas pocas personas— existe un amplio interés en prevenir el abuso ambiental y castigar a los autores.
Debido a que la sociedad paga el precio de los delitos ambientales —que sólo benefician a unas pocas personas— existe un amplio interés en prevenir el abuso ambiental y castigar a los responsables.
Los delitos ambientales generalmente se dividen en dos categorías: los delitos contra la vida silvestre —la explotación ilegal de la biodiversidad (incluyendo pero no limitándose al tráfico de vida silvestre y la biopiratería), y los delitos de contaminación— el comercio ilegal y la eliminación de desechos y sustancias peligrosas. Al igual que con otros delitos, los delitos ambientales se definen generalmente por la acción legislativa, cuando los gobiernos aprueban leyes y regulaciones ambientales que restringen cierto tipo de actividades. La efectividad de estas leyes y regulaciones en la protección del medio ambiente se basa en tres factores principales: (1) identificar las prioridades de conservación, (2) establecer regulaciones que atiendan esas necesidades y (3) hacer cumplir las leyes y regulaciones ambientales.