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4.1: Comunicación verbal

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    Objetivos de aprendizaje

    Después de completar esta sección, los alumnos deberán ser capaces de:

    • diferenciar la comunicación verbal y la comunicación vocal
    • distinguir la comunicación verbal y no verbal
    • enumerar y explicar las funciones y dinámicas del lenguaje
    • definir y explicar connotación y denotación
    • identificar estrategias para mejorar la comunicación verbal

    Para comunicarnos, utilizamos un paquete de comunicación de dos componentes: comunicación verbal y comunicación no verbal. La comunicación verbal es el uso del lenguaje simbólico para estimular el significado compartido. La comunicación no verbal es cualquier variable no lingüística con valor de comunicación; la comunicación no verbal es cualquier factor sobre nosotros, excepto el lenguaje y las palabras, que estimula el significado en un receptor.

    Nota

    Es importante entender que verbal no es lo mismo que vocal. Los factores vocales, como el tono, la velocidad y el volumen, son parte de la comunicación no verbal. Con la comunicación verbal, nos enfocamos en el lenguaje mismo, cómo las palabras transmiten significado, la gramática y la sintaxis.

    A pesar de que Estados Unidos tiende a ser una cultura de bajo contexto, poniendo mucho énfasis en la palabra hablada, la comunicación verbal es menos de la mitad de nuestro paquete de comunicación general. El investigador, Albert Mehrabian (1981), afirmó en la expresión emocional intensiva, el lenguaje comprende sólo alrededor del 7% de nuestro paquete de comunicación. El otro 93% es no verbal, específicamente 38% es tono vocal y 55% es lenguaje corporal. En esta sección, veremos como algunas de las variables y dinámicas de la comunicación verbal y no verbal.

    El lenguaje hablado es un conjunto de sonidos con los que hemos aprendido a asociar diversos significados. Enviamos estos sonidos esperando que el significado estimulado en la mente del receptor sea muy similar a lo que pretendíamos, pero ya sabemos que las diferencias en la interpretación son la norma. Todos hemos experimentado decir lo incorrecto en el momento equivocado. Sabemos inherentemente que el lenguaje tiene poder. Si decimos algo equivocado, puede dañar o incluso destruir una relación; puede dañar nuestra credibilidad; o crear enormes problemas. Sabemos que debemos ser altamente autorreflexivos, pensando cuidadosamente en las palabras que usamos para evitar tales problemas.

    Las funciones del lenguaje

    El lenguaje es nuestra principal herramienta de supervivencia. Nuestra capacidad para comunicar mensajes detallados y complejos nos permite trabajar en colaboración para formar sociedades, resolver problemas, desarrollar nuevas tecnologías y satisfacer nuestras necesidades de supervivencia. En su esencia, el lenguaje cumple cuatro funciones:

    1. El lenguaje se utiliza para expresar y negociar una cosmovisión común.

    La forma en que nos referimos a eventos, experiencias y personas comunica nuestra visión subyacente del mundo. Por ejemplo, una persona que generalmente es pesimista tenderá a usar más sesgada negativamente

    idioma, enfocándose más en sus disgustos que en sus gustos. Una persona religiosa puede hacer muchas más referencias a su deidad, haciendo que los oyentes sepan que su cosmovisión contiene un componente religioso significativo. Expresar nuestra cosmovisión es mucho más que simplemente expresar ideas u opiniones; más bien, nuestro uso del lenguaje, en su conjunto, da a los demás un sentido general de nuestra personalidad, nuestros puntos de vista, la forma en que vemos el mundo y, en general, quiénes somos como persona.

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    Figura 1

    A medida que revelamos esta cosmovisión, también estamos buscando encontrar puntos en común y validación de otros. La comunicación es un acto de negociación. Intercambiamos ideas, probando para ver si las opiniones de la otra persona son compatibles con las nuestras. A veces cambiamos nuestros puntos de vista, al menos nuestros declarados, para que coincidan con otros, y otras veces, ellos cambiarán sus puntos de vista para que coincidan con los nuestros. A medida que formamos estas cosmovisiones comunes, potenciamos nuestro vínculo social (Fisk, 2013). En un nivel sencillo, todos hemos experimentado estar en un entorno donde se decía algo, nos dimos cuenta de que nos sentíamos de manera diferente, sin embargo optamos por no decir nada o incluso estar de acuerdo, al menos por el momento. Elegimos potenciar el vínculo social, no amenazarlo. Este proceso negociativo nos ayuda a desarrollar una cosmovisión compartida que nos brinde consuelo y confianza en nuestras vidas. Construye confianza con los demás y establece una base para una mayor interacción.

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    Figura 2

    Este proceso de negociación es vital para nosotros ya que buscamos la validación. Necesitamos saber que nuestras percepciones del mundo son precisas, al menos para alguien más. Simplemente entre en un café de pueblo pequeño y escuche compartir visiones del mundo. Hablar de política, temas sociales o deportes estará plagada de gente negociando una cosmovisión. Esto no significa que todos tengan que ponerse de acuerdo precisamente en lo mismo; más bien, significa que sienten que se entienden, se han validado entre sí, y se sienten cómodos con ese entendimiento.

    El internet nos ha brindado la posibilidad de buscar refugio con quienes comparten nuestros puntos de vista, haciéndonos sentir más seguros y cómodos en cómo vemos el mundo. Los liberales pueden leer The Huffington Post, y los conservadores pueden obtener información de Fox News. En los extremos, hay sitios web detallados para cada teoría de conspiración concebible. Estas “cámaras de eco” “cámaras de eco” son lugares que aquellos con cosmovisiones similares pueden reunirse, al menos virtualmente, para sentirse cómodos, seguros y validados sobre su cosmovisión (Garrett, 2009). A la baja, sin embargo, también son lugares a los que escapamos que nos protegen de puntos de vista alternativos, disminuyendo nuestra capacidad de considerar y contemplar otras perspectivas.

    1. El lenguaje nos permite navegar por el presente, pasado y futuro.

    A partir de la teoría de la comunicación, sabemos que los humanos viven en un mundo de “estímulo- pensamiento-respuesta”. Experimentamos el mundo y lo procesamos a través del lenguaje. En otras palabras, lo pensamos. En consecuencia, en su mayor parte, cómo respondemos al mundo que nos rodea se basa en cómo lo pensamos, cómo lo ponemos en el lenguaje, y no sólo en una respuesta inmediata a los estímulos. Podemos anticipar consecuencias y tomar decisiones en lugar de simplemente responder instintivamente. Creamos y recordamos recuerdos; constantemente añadimos a nuestro conocimiento de cómo manejar los estímulos que encontramos. Somos seres sintientes; somos conscientes de estar vivos, y podemos reflexionar sobre lo que significa estar vivo. Pensamientos tan complejos y abstractos sólo son posibles debido al lenguaje.

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    Figura 3

    Nosotros los humanos somos el único animal capaz de este proceso de abstracción. Podemos discutir eventos, ideas y personas que no están presentes, o que ni siquiera hemos experimentado, debido a nuestra capacidad de interactuar con un mundo presente solo en nuestras mentes. Podemos discutir el aquí y ahora, lo que estamos viviendo de inmediato, y también podemos discutir el pasado (el allá y entonces), o el futuro (el allá y entonces) porque podemos imaginar cómo era o será. Esos mundos de “ahí y entonces” son tanto una parte de nuestra realidad como el aquí y ahora. Podemos planificar, imaginar y esperar porque podemos considerar posibles realidades. Esta capacidad de concebir tales posibilidades ha llevado a la enorme expansión de la base de conocimiento humano. Podemos imaginar que algo es diferente a lo que es; podemos pensar en nuevas ideas; podemos hacer preguntas y buscar respuestas.

    1. El lenguaje se usa para etiquetar lo que es algo y lo que no es algo.

    Esta función opera en dos niveles. Primero, adjuntar etiquetas a eventos, cosas, experiencias y personas nos da la capacidad de hacer referencias a esas cosas con los demás. Hablamos de objetos, pueblos, o eventos que están presentes, pasados o anticipados con cierto grado de claridad y certeza. Nombramos las cosas para que otros sepan qué o de quién estamos hablando.

    Segundo, y un poco más complejo, cuando etiquetamos algo, también estamos definiendo qué es y qué no. Esto es una parte importante del significado negociador. Considera la diferencia que marca si los estudiantes universitarios son referidos como “niños” o “adultos”. Recordemos el proceso perceptual, el efecto halo y cómo tendemos a agrupar rasgos. La etiqueta utilizada lleva consigo toda una colección de suposiciones de lo que son y no son los estudiantes. Si pensamos en los estudiantes como “niños”, estamos haciendo suposiciones sobre la edad, la madurez, la independencia y una serie de otros rasgos, pero si etiquetamos a los estudiantes como “adultos”, esas suposiciones cambian drásticamente. Al hablar del mundo, las palabras que usamos para referirnos a personas, eventos y experiencias dicen mucho sobre cómo vemos el mundo y qué pensamos de él.

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    Figura 4

    Los títulos de trabajo son buenos ejemplos. Una persona puede insistir en que se le llame “asistente administrativo” en lugar de “secretario” porque “asistente administrativo” tiene un halo más poderoso que “secretario”. En la educación superior, el hecho de que un maestro universitario sea etiquetado como “profesor” o “instructor” marca una gran diferencia; los halos de rasgos asociados son bastante diferentes. La política está madura con tales ejemplos. Etiquetas como “liberal de élite” o “neoconservadora” revelan suposiciones sobre la persona que las usa y sus actitudes hacia los puntos de vista políticos.

    En una nota más sensible, las etiquetas que utilizamos para las personas importan. Si una persona usa “afroamericano”, “negro” o “de color” tiene un impacto significativo, especialmente en aquellos que están siendo etiquetados. Palabras como “retrasado” o “lisiado” se han sustituido por “discapacitados mentales” o “discapacitados del desarrollo”. Los halos de las palabras son diferentes; las etiquetas importan.

    Los matones verbales insisten en usar lenguaje sexista, racista u otras formas de lenguaje degradante y despectivo. Al usar estas etiquetas, están expresando su cosmovisión de personas distintas a ellas mismas. Los comunicadores que insisten en usar un lenguaje degradante enfatizan la diferencia y la desconexión; una manera de enfatizar la disimilitud, implicando, “Soy diferente de/mejor que esa persona o grupo”.

    Generalmente, las personas que son sensibles a la significación de los halos utilizan el lenguaje pensativamente, enfatizando la similitud y la conexión, trabajando para minimizar el énfasis en las diferencias.

    1. El lenguaje nos permite metacomunicarnos.

    Porque somos sensibles, podemos “hablar de hablar”. La metacomunicación es comunicar sobre la calidad de la interacción y la calidad de la comunicación misma. Por ejemplo, en una clase de oratoria pública, un alumno da un discurso y luego discutimos las fortalezas y debilidades del discurso; criticar el discurso es metacomunicación, estamos hablando de la calidad del esfuerzo de comunicación. Una pareja discutirá temas y conflictos, pero si un compañero le dice a otro: “No me escuchas”, la pareja ahora se está metiendo en metacomunicación; están hablando de lo bien que se están comunicando.

    Considera el impacto de esto en la vinculación social. Poder reflexionar sobre lo bien que nos estamos comunicando y conectando con los demás nos permite monitorear esas relaciones, haciendo los ajustes necesarios para mantenerlas fuertes. Si Keith se da cuenta de que no le está prestando atención a su esposa, puede alterar esos comportamientos de comunicación para fortalecer ese vínculo. Si Ruth se da cuenta de que le dijo algo a una amiga que podría tomarse como un insulto, aclara a qué se refería. El monitoreo social nos permite negociar y fortalecer continuamente nuestras conexiones con los demás. Los padres enseñan a los niños a preguntarse: “¿Cómo crees que eso hizo sentir a tu amigo cuando dijiste eso?” Enseñamos a los niños a ser autorreflexivos, a pensar en los demás, mientras formulamos mensajes.

    El significado de las palabras

    Las palabras estimulan el significado de dos maneras: denotación y connotación. La denotación se conoce comúnmente como la definición del diccionario. La connotación es el tono evaluativo asociado a la palabra. Los problemas del lenguaje suelen surgir más de cuestiones connotativas que de cuestiones denotativas. Primero, sin embargo, consideremos cómo el lenguaje es una parte dinámica y siempre cambiante de nuestras vidas.

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    Figura 5

    Las palabras no solo aparecen de la nada; más bien, alguien en algún lugar crea una nueva palabra, la usa con un grupo, y la palabra o se da cuenta y se convierte en una palabra nueva, o se desvanece. Los números varían ampliamente, pero el idioma inglés crece aproximadamente 10,000 palabras cada año (Radio Pública Nacional, 2006). Aunque muchos de estos son términos altamente técnicos que la mayoría de nosotros nunca usaremos, algunos son asumidos por el público en general. Por ejemplo, el internet ha existido solo desde 1990. Antes de esa época, la palabra “internet” no existía en su forma actual. Considera todas las palabras asociadas a internet: correo electrónico, web, app, navegador, redes sociales, etc. Aunque muchos que leen esto crecieron con estos términos, se trataba de palabras y frases completamente nuevas introducidas a la cultura recientemente. En este momento, el lenguaje está cambiando porque nuestro mundo está en constante evolución. Según The Global Language Monitor (2013), cada día se agregan aproximadamente 15 palabras nuevas a nuestro idioma.

    A veces las palabras existentes cambian de significado. Hasta alrededor de 1980, la palabra “gay” significaba “feliz y alegre”. Hoy, sin embargo, la gran mayoría de los angloparlantes estadounidenses verán la palabra como “homosexual” y probablemente “homosexual masculino”. El significado de la palabra ha cambiado. La palabra “impresionante” es otro ejemplo de significado cambiante. Hoy usamos la palabra para expresar que algo es sobresaliente o grande; sin embargo, su significado pasado era algo que daba miedo en su magnitud. El idioma inglés está lejos de ser estático; en cambio, crece y cambia constantemente.

    Denotación

    La denotación de una palabra es la definición del diccionario. Esto no quiere decir que cualquier palabra tenga sólo una definición precisa, claramente identificada; más bien, la denotación es el significado típicamente aplicado al símbolo.

    Regularmente encontramos palabras con las que no estamos familiarizados. Escuchamos términos técnicos, jerga u otras palabras para las que simplemente no tenemos sentido. Cuando surge tal incertidumbre, experimentamos ruido semántico denotativo. Esto puede crear confusión y frustración; pero, a veces, también puede ser beneficioso. Buscamos información para aliviar la confusión, ampliando nuestro vocabulario y agregando más lenguaje a nuestros diccionarios personales.

    Un problema más preocupante con la denotación es la ofuscación. La ofuscación es el uso deliberado del lenguaje complejo para confundir. Esto ocurre cuando una persona trata a propósito de confundir usando un lenguaje que el receptor no entenderá. La ofuscación consiste en ejercer poder sobre el receptor; una estrategia deliberada y planificada para abrumar al oyente. El éxito de la ofuscación radica en el hecho de que la mayoría de la gente, cuando se siente insegura sobre lo que significa algo, no va a pedir aclaraciones por miedo a parecer tontas.

    El peligro con esto es que podemos estar de acuerdo en algo cuando realmente no entendemos lo que estamos aceptando. El oyente puede ser aprovechado por ofuscación. Imagínese que un mecánico le dice a Steven lo siguiente: “Su automóvil está experimentando una contaminación severa del lubricante primario del motor causando un aumento en el desgaste de las partes móviles debido a los contaminantes que graban el metal de las piezas. La única resolución posible es ponerla en el polipasto y reemplazar completa y completamente los lubricantes”. Dependiendo del conocimiento de Steven sobre los autos esto puede sonar bastante severo, por lo que suena caro; sin embargo, todo lo que realmente significa es “Tu auto necesita un cambio de aceite”. Al reformular elementos de mantenimiento comunes y económicos en un lenguaje complejo y ofuscado, un mecánico sin escrúpulos podría cobrar mucho más por el trabajo de lo que se justifica, solo porque la situación suena muy mal.

    La mejor defensa contra la ofuscación es bastante simple: pedir aclaraciones. Si una persona no quiso ofuscar, suele estar feliz de explicar las cosas en diferentes términos. Por otra parte, si han sido sorprendidos intentando engañarnos o abrumarnos, ahora les hemos quitado su capacidad para ejercer el poder. En efecto, nos estamos negando a jugar el juego de poder de la ofuscación.

    Connotación

    La connotación de una palabra es el tono evaluativo asociado a la palabra. Muchos términos sexistas o racistas son menos un tema de denotación que de lo que implica su uso. Si un hombre insiste en llamar a su cónyuge “la anciana”, la connotación es claramente una degradante para el cónyuge.

    Cuando estas connotaciones interfieren con una comunicación clara, estamos experimentando ruido semántico connotativo, similar al ruido semántico denotativo. En este caso, sin embargo, el ruido se desencadena no por lo que significan las palabras, sino por lo que sugieren las palabras. Es una sugerencia la que puede distraernos, perturbarnos y hacer que nos enfoquemos más en la palabra misma que en el mensaje general.

    Todos tenemos desencadenantes emocionales. Los desencadenantes emocionales son palabras o frases tan problemáticas que interfieren significativamente con una comunicación clara. Si bien hay palabras que generalmente evitamos, como términos racistas, términos sexistas, blasfemidades, vulgaridades y obscenidades, cada uno de nosotros tiene nuestro propio conjunto único de desencadenantes emocionales. Algo que molesta a una persona puede no molestar a otra. Tres factores harán que una palabra varíe en su impacto:

    • La persona: Cada uno de nosotros tiene nuestro propio conjunto de valores y creencias que afectan nuestras elecciones de idioma. La religión es un buen ejemplo. Para un cristiano, un expletivo como “Oh, Cristo”, puede ser ofensivo, pero para un musulmán, puede que no tenga ningún impacto real. Por otra parte, en el Islam, se considera blasfemia tener alguna imagen de Mahoma, por lo que dichas imágenes serían altamente ofensivas. Un desencadenante emocional para una persona puede ser perfectamente benigno para otra.
    • La fuente: La persona que expresa la palabra puede afectar su poder. Las malas palabras no son infrecuentes entre los estudiantes universitarios; sin embargo, escuchar a un niño de siete años usar tales palabras sería bastante llamativo. Muchos de nosotros crecimos sin escuchar a nuestros padres dedicarse a un lenguaje mucho fuerte; así, escucharlo de ellos puede hacer que la palabra sea mucho más llamativa porque no la esperamos de ellos.
    • El contexto: Donde se dice la palabra también puede marcar la diferencia. Para mucha gente, escuchar a alguien jurar profusamente en una iglesia sería bastante problemático debido a la naturaleza del lugar. Los estudiantes que escuchan a un maestro usando incluso un pletivo leve pueden estar bastante desconcertados debido a la fuente y al contexto del aula. El contexto también incluye cómo se usa la palabra en una oración. Una palabra usada de una manera puede estar perfectamente bien, mientras que se usa de otra manera, puede ser bastante problemática. Un buen ejemplo es la palabra “perra”. Normalmente se usa como un expletivo, la palabra también se refiere a una perra hembra. Entonces, dependiendo del contexto del uso de la palabra, el impacto emocional cambiará. El cambio en el uso de la palabra cambia drásticamente su impacto emocional.

    Adicionalmente, la gravedad de los desencadenantes emocionales variará. Van desde manías de mascotas hasta socialmente ofensivas.

    Las manías de mascotas son aquellos artículos que nos molestan, nos regañan, pero no son temas significativos. Son problemáticos, pero no abrumadores. Los ejemplos incluyen elementos como términos de jerga, problemas de pronunciación, gramática, etc. Un buen ejemplo son las palabras genéricas para un refresco: “pop”, “soda” o “coca”. Dependiendo de la parte del país, un término es generalmente la norma, por lo que al viajar por el país, podemos encontrar otros términos que pueden sonar tontos y extraños, solo porque son diferentes de lo que esperamos.

    Jurar Palabras

    Aunque a menudo se usan indistintamente, estos términos son ligeramente diferentes:

    • Obscenidad: una referencia al sexo o a un acto sexual.
    • Vulgaridad: una referencia a una parte del cuerpo o función corporal.
    • Blasfemias: una referencia a una figura o concepto religioso.

    Los términos socialmente ofensivos incluyen blasfemias, vulgaridades, obscenidades, términos sexistas y racistas. Ninguna palabra es ofensiva para todos; sin embargo, se trata de palabras y frases que tienden a ofender a un espectro más amplio de individuos y generalmente se consideran inapropiadas en la sociedad educada. Mientras que las molestias de las mascotas solo nos regañan un poco, los términos socialmente ofensivos pueden desencadenar reacciones emocionales significativas.

    Cuando nos encontramos con desencadenantes emocionales como oyentes, tenemos tres opciones:

    • Si sentimos que es apropiado para la situación y la relación, podemos expresar nuestro descontento con el uso de la palabra o frase.
    • Podemos optar por alejarnos de la situación, ya sea física o mentalmente. Podemos irnos físicamente, o “desconectarnos” mientras se usa el lenguaje problemático.
    • Como suele suceder, simplemente tenemos que superarlo. No podemos irnos, ni podemos desconectarnos, así que tenemos que seguir enfocándonos en el mensaje.

    Como oradores, sin embargo, tenemos la opción de qué idioma usar. Tomar conciencia de los desencadenantes emocionales puede tener un impacto significativo en cómo somos percibidos por el oyente. Podemos optar por evitarlos, lo mejor que podamos, cuando sea necesario. El uso pensativo de nuestro lenguaje es una parte fundamental de la gestión de impresiones.

    La Dinámica del Lenguaje

    El lenguaje es mucho más que un simple conjunto de sonidos o formas que usamos para comunicarnos. El lenguaje es una representación compleja de cómo vemos el mundo, cómo pensamos de nosotros mismos y de los demás, y lo que es importante para nosotros. El lenguaje tiene varias dinámicas que ilustran su complejidad y profundidad.

    Las palabras van desde lo concreto hasta lo abstracto

    Algunas palabras que utilizamos son relativamente definidas en sus significados, mientras que muchas son bastante vagas y flexibles. Las palabras concretas se refieren a artículos reales, eventos, personas; cosas que podemos ver, tocar, probar, escuchar u oler. Debido a esta naturaleza concreta, podemos compartir más fácilmente una comprensión de lo que nos estamos refiriendo. Aunque todavía puede haber una gama de significados, el rango suele ser mucho más estrecho que para las palabras abstractas.

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    Figura 6

    Las palabras abstractas se refieren a construcciones del lenguaje. Un constructo del lenguaje es una idea o pensamiento que tenemos solo por nuestro uso del lenguaje. No se refieren a ningún objeto real o experiencia sensorial; existen sólo porque pensamos. Toma la palabra “justo”, como en “tratar a la gente de manera justa”. Se trata de un concepto altamente abstracto, que no se refiere a ninguna cosa real en la naturaleza. Después de todo, lo que una persona ve como altamente injusto, otros pueden ver como perfectamente bien. “Tratar a las personas de manera justa” es un proceso de pensamiento, que existe sólo en la mente de las personas. No hay nada 'ahí afuera' que apunte a lo que significa “tratar a la gente de manera justa”. Considera lo que significa “ser feliz” y cuán amplios pueden ser los significados de esa frase, variando dramáticamente de persona a persona.

    Claramente, el margen para la mala interpretación es mucho mayor con palabras abstractas. Para asegurar una comunicación más clara, las palabras concretas son más valiosas que los términos abstractos. Muchos alumnos han tenido un profesor que da una tarea de papel y dice algo como: “Espero que esté bien escrito”. ¿Qué quiere decir ese maestro con “bien escrito”? ¿Se refiere a la mecánica de contenido o escritura? Compare eso con un instructor que exponga detalles, el trabajo será calificado en una lista de expectativas específicas. La lista más concreta de expectativas reduce la incertidumbre y le da al alumno una idea más específica de lo que busca el instructor.

    El uso del lenguaje es inherentemente egocéntrico

    No sólo la naturaleza concreta/abstracta de las palabras causa problemas, incluso con términos concretos el significado exacto que atribuimos al símbolo es específico para nosotros. Cada uno de nosotros ve una palabra a nuestra manera personal, única en su tipo; usamos el lenguaje de manera egocéntrica.

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    Figura 7

    Toma algo tan simple como la palabra “gato”. Si bien puede parecer un término claro, concreto, lo que precisamente una persona quiere decir por “gato” y lo que precisamente otra significa por “gato” puede ser diferente. A pesar de que estamos hablando de gatos, es posible que tengamos imágenes muy diferentes en nuestra mente.

    Incluso cuando nos esforzamos bastante por ser lo más claros posible con los demás, lograr efectivamente la comprensión compartida puede ser bastante esquivo ya que tenemos dificultades para salir de nuestra visión egocéntrica del lenguaje. No importa lo bien que entendamos lo que estamos diciendo, es vital que actuemos de manera provisional y basada en receptores, teniendo en cuenta cómo el oyente decodifica el mensaje será diferente en cierta medida a lo que pretendíamos.

    El uso del lenguaje refleja nuestra cosmovisión

    El lenguaje que usamos puede ilustrar a otros la forma en que vemos y experimentamos el mundo que nos rodea. Esto sucede de varias maneras:

    • Frecuencia del tema: Parece evidente que los temas a los que volvemos más a menudo son los que más nos interesan. Dependiendo de la elección del tema, obtenemos una idea de lo que es más importante para el orador. Hablar regularmente de deportes, política, trabajo, o dinero, revela lo que ocupa un lugar de prioridad en la vida de una persona.
    • Jerga: La jerga es el lenguaje especializado de un campo o interés. La jerga suele verse como algo negativo, pero cumple varias funciones importantes. Estos lenguajes especializados pueden acelerar la interacción y servir como una forma de comunicación muy concreta entre quienes usan y entienden claramente la jerga. La jerga médica es un buen ejemplo de un lenguaje que puede acelerar la comunicación clara entre los usuarios de ese idioma. La imagen clásica de una sala de emergencias muestra el uso de jerga médica para hacer que la comunicación sea rápida y precisa.

      Además, nuestra capacidad de usar y entender la jerga sirve como un método para medir la inclusión y exclusión. Si demostramos un nivel de comodidad con el lenguaje especializado, estamos demostrando que pertenecemos a un grupo especial, y viceversa.

      El uso de la jerga de una persona también nos da una idea de su cosmovisión. Podemos asumir que los intereses de una persona en su mundo corresponden a su uso del idioma, ya sea la jerga de una profesión o de una afición. Si bien la jerga puede ser fácilmente mal utilizada para ofuscación, sus beneficios generales superan sus inconvenientes.
    • Coloquialismos: Los coloquialismos son la colección de dichos y otros tipos de lenguaje no estándar que utilizamos generalmente asociados a una región del país. Por ejemplo, hay una colección de coloquialismos distintos, minnesotanos: “ya betcha”; “lo que sea”, “ya, claro”. El sur de Estados Unidos tiene un conjunto diferente de coloquialismos: “en el cielo del cerdo”, o “comer en lo alto del cerdo”. Las variaciones en el lenguaje reflejan nuestra cultura, nuestra generación, nuestra educación, y dan a los demás una idea de dónde sentimos que pertenecemos. Uno de sus autores, Keith Green, nació en Tennessee, por lo que tenía un acento sureño típico y usaba coloquialismos sureños comunes. Al mudarse a Minnesota como estudiante de segundo año de secundaria, quería encajar, por lo que trabajó con su profesor de habla para reducir su acento. Cambió la forma en que hablaba para encajar con aquellos importantes para él. Su hermano, en cambio, quería mantener una fuerte identidad sureña, e incluso años después de salir del sur todavía tiene un acento pronunciado y utiliza coloquialismos sureños en su discurso. Keith habla como un norteño; su hermano habla como un sureño. Esto refleja donde sentimos un sentido de lugar. Al igual que la jerga, los coloquialismos también tienen fines de inclusión/exclusión.
    • Número de palabras para una idea dada: Según la hipótesis de Sapir-Whorf, existe una correlación entre el número de símbolos para un concepto dado y la importancia del concepto para la persona, el grupo o la cultura (Hussein, 2012). En Estados Unidos, ya que adquirir cada vez más dinero es un objetivo fuerte, culturalmente enfatizado, tenemos muchos términos que se refieren al dinero. Debido a que la actividad sexual es un impulso humano muy importante, tenemos muchos términos que se refieren al sexo y temas relacionados. A través de un análisis del lenguaje de una persona o cultura, deberíamos poder llegar a algún sentido de lo que se valora a la persona o grupo.
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    Figura 8
    • Eufemismos: Un eufemismo es una manera educada de referirse a un tema tabú. Normalmente, en lugar de decirle a los demás que necesitamos orinar, usamos eufemismos como “ir al baño” o “usar el baño”. Estas son consideradas formas más educadas de hacer referencia a temas incómodos. Al mirar los eufemismos en el idioma de una persona o en el idioma de una cultura, estamos viendo lo que ven como temas incómodos o tabú, dándonos una idea de su cosmovisión.

    Todos estos factores muestran cómo vemos el mundo que nos rodea. No sólo nuestra percepción se refleja en esta elección de palabras, también buscamos persuadir a otros para que vean el mundo como nosotros. El doctor Robert Scott, profesor de la Universidad de Minnesota, sostiene que toda comunicación es un intento inherente de persuadir a otros para que vean el mundo como nosotros (1967). Por ejemplo, si Bev le dice a una amiga: “Pensé que esa película era bastante buena”, no sólo está expresando su percepción, también está pidiendo que acepten su opinión y se vean influenciados para que estén de acuerdo con la posición. A medida que los alumnos leen este texto y asisten a la clase, no sólo estamos explicando la dinámica general de la comunicación humana, estamos intrínsecamente tratando de que el estudiante esté de acuerdo en que estamos en lo correcto, un esfuerzo claramente persuasivo.

    Mejorando la Comunicación Verbal

    Mejorar la comunicación verbal gira en torno a una acción central: expandir el vocabulario. Cuanto más idioma conocemos, más opciones tenemos. Cuantas más opciones tengamos, más herramientas tenemos a nuestra disposición para expresar mejor nuestras ideas. La adquisición de vocabulario es una experiencia de por vida, especialmente dado el crecimiento anual del idioma. Aunque existen algunos métodos muy deliberados para mejorar el vocabulario (vocabulary.com y otras aplicaciones similares), el método más efectivo para incorporar la expansión del vocabulario en las actividades cotidianas es leer regularmente, especialmente periódicos, revistas de noticias y sitios de Internet relacionados. Estas fuentes contienen lo último en idioma y, como resultado, son excelentes recursos para aprender más y nuevo idioma.

    Al ampliar nuestro vocabulario, tenemos más “herramientas” del lenguaje a nuestra disposición para que podamos usar palabras y frases precisas y concretas para expresarnos, evitando un lenguaje más abstracto. Como se discutió anteriormente, cuanto más concreto se utilice el lenguaje, mayor será el grado de comprensión compartida.

    Por último, y lo más importante para hablar en público, debemos adaptar nuestro uso del lenguaje al oyente. La mayoría de nosotros lo sabemos inherentemente; hablaremos con un adulto de manera diferente a un niño. Incluso cuando se habla con diferentes audiencias adultas, las elecciones de idioma pueden tener que cambiar. Debido a las diferencias en educación y experiencia, hablar con un grupo de estudiantes adultos en una clase de habla requiere un nivel de idioma diferente al de hablar con un grupo de instructores de comunicación.

    La comunicación verbal es más que solo palabras. En cambio, el lenguaje funciona para ayudarnos a comprender el mundo y proyectar nuestras opiniones sobre ese mundo. No obstante, dado que el lenguaje es tan personal, la probabilidad de malentendidos es muy alta, por lo que debemos tener cuidado de actuar autorreflexivamente para aumentar la calidad de la comunicación.

    Conceptos clave

    Los términos y conceptos con los que los estudiantes deben estar familiarizados de esta sección incluyen:

    • Comunicación verbal versus comunicación no verbal
    • Comunicación Verbal versus Comunicación Vocal
    • Funciones del Lenguaje
      • Exprese y negocie una cosmovisión
      • Navega por el pasado, el presente y el futuro
      • Etiquetar lo que es y no es algo
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      • Palabras concretas y abstractas
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        • Jerga
        • Coloquialismos
        • Número de palabras
        • Eufemismos
    • Mejorando la Comunicación Verbal

    Referencias

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