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9.1: Asimilación

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    El mortero de asimilación y el único elemento que no se mezcla

    Caricatura del PUCK 26 de junio de 1889 — dominio público.

    La teoría clásica de la asimilación o la teoría de la asimilación lineal se remonta a la década de 1920 originada en la Escuela de Sociología de Chicago (Park, Burgess, & McKenzie, 1925; Waters, Van, Kasinitz, & Mollenkopf, 2010). Este modelo de asimilación temprana establecido por Park (1928) describió cómo los inmigrantes siguieron una línea recta de convergencia al adoptar “la cultura de la sociedad nativa” (Scholten, 2011). En muchos sentidos la asimilación era sinónimo de 'americanización' e interpretada como 'hacerse más americana' o conformarse a normas de la cultura euroamericana dominante (Kazal, 1995). La teoría de la asimilación postuló que la asimilación inmigrante era una condición necesaria para preservar la cohesión social y, por lo tanto, enfatizó un proceso unilateral y monodireccional de inculturación inmigrante que conduce a la movilidad social ascendente (Warner & Srole 1945). Las ideas de asimilación han sido criticadas por carecer de la capacidad de diferenciar el proceso de reasentamiento para diversos grupos de inmigrantes; no consideran factores contextuales de interacción (van Tubergen, 2006).

    La teoría de la asimilación segmentada surgió en la década de 1990 como una alternativa a las teorías clásicas de asimilación (Portes & Zhou, 1993; Waters et al., 2010). La teoría de la asimilación segmentada postula que dependiendo de los estados socioeconómicos de los inmigrantes, pueden seguir diferentes trayectorias. Las trayectorias también podrían variar en función de otros factores sociales como el capital humano y la estructura familiar (Xie & Greenman, 2010). Esta nueva formulación representó trayectorias marcadamente diferentes de resultados de asimilación entre generaciones y atendió de manera única los efectos familiares en la asimilación. El término empleado a menudo cuando un grupo está en mayor ventaja y es capaz de hacer cambios más fácilmente es la asimilación segmentada (Boyd, 2002).

    Posteriormente, Alba y Nee (2003) formularon una nueva versión de asimilación, tomando prestada de entendimientos anteriores pero rechazando las aseveraciones prescriptivas de que las generaciones posteriores deben adoptar normas americanizadas (Waters et al., 2010). Dentro de su conceptualización, la asimilación es la consecuencia natural pero imprevista de que las personas persigan objetivos tan prácticos de obtener una buena educación, un buen trabajo, mudarse a un buen barrio y adquirir buenos amigos (Alba & Nee, 2003).

    Numerosos estudios han utilizado teorías de asimilación para orientar su indagación con diversos focos como los resultados educativos de los adolescentes, la matrícula universitaria, la autoestima, la depresión y el bienestar psicológico, el uso de sustancias, la fluidez del lenguaje, la participación de los padres en la escuela y los matrimonios entre otras cosas ( Waters & Jiménez, 2005; Rumbaut, 1994). A pesar del uso tan generalizado de la asimilación, algunos estudiosos han señalado que la teoría puede no explicar adecuadamente las experiencias diversas y dinámicas de los inmigrantes (Glazer, 1993) y algunos señalan que otras teorías como los modelos de autoestima o identidad social pueden agregarse a la asimilación para reforzar su valor (Bernal, 1993; Pkinney, 1991).

    Otra crítica es que un impulso por la asimilación puede enmascarar un sentimiento subyacente de que los inmigrantes y los refugiados son huéspedes no deseados que tienen que competir por recursos escasos (Danso, 1999; Danso & Grant, 2000). Estos sentimientos pueden impactar las experiencias de recepción y adaptación de las poblaciones inmigrantes en el país receptor (Esses, Dovidio, Jackson, & Armstrong, 2001). El nacionalismo extremo y la sensación de miedo pueden fomentar ideales de conformidad que definen la “integración exitosa” o el “reasentamiento exitoso” como la adopción plena de las formas y creencias del país receptor, al tiempo que renuncian a las viejas culturas y tradiciones. Hay poco o ningún apoyo para el mantenimiento de las diferencias culturales o lingüísticas, y los derechos de los grupos pueden ser violados. Esta creencia puede llevar a malentendidos cuando los nuevos residentes de Estados Unidos hablan, actúan y creen de manera diferente a la cultura dominante. Puede resultar en un ambiente poco acogedor e impedir el desarrollo y la oferta de servicios cultural y lingüísticamente apropiados para familias de inmigrantes y refugiados, erigiendo barreras a su oportunidad de adaptarse y prosperar en sus nuevos hogares. La asimilación puede suponer implícitamente que algunas culturas y rasgos son inferiores a la cultura blanco-europea dominante de la nación receptora y, por lo tanto, deben abandonarse por formas más sancionadas por ese grupo privilegiado.

    Aculturación y Adaptación

    Más tarde, la nueva formulación multidimensional de la teoría de la asimilación de Milton Gordon siempre que la 'aculturación', que se refiere a la adopción de los patrones culturales de la mayoría, ocurre primero e inevitablemente (1964). Los modelos contemporáneos de aculturación abrazan algunas de las ideas anteriores de asimilación pero pueden ser menos unidimensionales (Berry, 1990). En ocasiones, los términos asimilación y aculturación se han utilizado indistintamente. John Berry empleó el concepto de aculturación e identificó 4 modos: integración (donde uno acepta la vieja cultura y acepta la nueva cultura), asimilación (donde uno rechaza la vieja cultura y acepta la nueva cultura), separación (donde uno acepta la vieja cultura y rechaza la nueva cultura), separación (donde uno acepta la vieja cultura y rechaza la nueva cultura) , y la marginación (donde uno rechaza la vieja cultura y también rechaza la nueva cultura) (Berry, 1990). Esta comprensión de la aculturación propone que los inmigrantes empleen una de estas cuatro estrategias preguntándoles cómo les puede beneficiar mantener su identidad y/o mantener relaciones con el grupo dominante, y no asume que hay una trayectoria unidimensional típica que seguirían.

    Si bien la asimilación se aplica a la experiencia posmigratoria en general, la aculturación se refiere a los procesos psicológicos o intrapersonales que experimentan los inmigrantes (Berry, 1997). De ahí que el concepto de estrés aculturativo —vinculado a modelos psicológicos de estrés (Lazarus & Folkman, 1984) surgiera para describir cómo comportamientos, valores o patrones incompatibles crean dificultades para el individuo aculturante (Berry, Kim, Minde, & Mok, 1987). La adaptación se ha utilizado en los últimos años para referirse a los resultados psicológicos internos y externos de la aculturación de individuos en su nuevo contexto, como un claro sentido de identidad personal, satisfacción personal en el contexto cultural propio y una capacidad para hacer frente a los problemas cotidianos (Berry, 1997).

    Gran parte del discurso sobre la adaptación se ha centrado en la adaptación socioeconómica de los inmigrantes, medida por el dominio del idioma inglés, la educación, la ocupación y los ingresos. Cuando se incluye la cultura, el énfasis suele estar en los conceptos de matrimonio mixto étnico y dominio del idioma (van Tubergen, 2006). Se ha prestado mucha menos atención a cómo los inmigrantes forman vínculos con su nueva sociedad, concepciones subjetivas de 'éxito' en el nuevo país, o a los factores que llevan a algunos inmigrantes a conservar características e identidades distintas pero adoptar nuevas formas de ser. Algunos han ido más allá para identificar tres tipos de adaptación: psicológica, sociocultural y económica (Berry, 1997).

    Multiculturalismo y Pluralismo

    Las teorías de asimilación, aculturación y adaptación se centran en el inmigrante. Esto no quiere decir que estas teorías no hayan incluido la sociedad receptora o la influencia del grupo dominante en el inmigrante. Sin embargo, una manera diferente de conceptualizar la experiencia post-migración puede ser explorando cómo cualquier sociedad puede apoyar a individuos multiculturales, tanto nacidos en Estados Unidos como nacidos en el extranjero, y cómo los ajustes y adaptaciones son hechos tanto por la cultura receptora como por la cultura inmigrante para ayudar al reasentamiento.

    Fabricación Crítica

    Wikimedia Commons — CC BY-SA 4.0.

    El multiculturalismo y el pluralismo suelen entenderse como lo contrario de la asimilación (Scholten, 2011), enfatizando una comprensión culturalmente abierta y neutral de la sociedad. Estas ideas pretenden que las personas diversas necesitan libertad para determinar su método de reasentamiento y el grado en que se integrarán. Una nación que abrace una visión multicultural puede promover la preservación de diversas identidades étnicas, proporcionar representación política y proteger los derechos de las poblaciones minoritarias (Alba, 1999; Alexander, 2001). Están aquellos, especialmente los grupos de mentalidad más liberal que apoyan la idea de que los grupos inmigrantes no deben ser juzgados de acuerdo a su religión, color de piel, capacidad o disposición para asimilar, idioma, o lo que se considera culturalmente útil. Debido a que el multiculturalismo reconoce las diferencias y responde a la desigualdad en una sociedad, los críticos acusan que se trata de una forma de particularismo étnico o racial que va en contra de la solidaridad sobre la que se sustenta la democracia de Estados Unidos (Alexander, 2001, p. 238). Detrás de cada política hay supuestos que implícita o explícitamente apoyan un vasto continuo teórico e ideológico. Con el flujo y reflujo de la inmigración a lo largo de la historia de este país, algunas de estas posiciones ideológicas han cambiado, y también quedan residuos de ideales nacionalistas tradicionales.

    Teoría de la Interseccionalidad

    Las lecciones aprendidas de conceptualizaciones anteriores del reasentamiento de inmigrantes son: 1) que una comprensión precisa del reasentamiento es flexible, dinámica y heterogénea; 2) que el reasentamiento en sí mismo es un proceso sinérgico entre el recién llegado y la sociedad receptora; y 3) que en última instancia el conocimiento de cómo se vive el reasentamiento, se entiende mejor desde el punto de vista de un inmigrante. Así, en muchos sentidos, el discurso sobre las experiencias de los inmigrantes ha pasado de un énfasis en los procesos grupales a los procesos individuales. Los estudiosos contemporáneos están comenzando a explorar la teoría de la interseccionalidad como lente para comprender las identidades de los inmigrantes y la adaptación a los países receptores (Cole, 2009; Shields, 2008). La teoría de la interseccionalidad permite comprender las complejas intersecciones de las identidades de un individuo conformadas por los grupos a los que pertenece un individuo o a los que se percibe que pertenece, junto con los efectos de interacción de un individuo y los diferentes contextos en los que se encuentra. La teoría de la interseccionalidad no pretende ser apolítica; plantea que una comprensión precisa de las experiencias de marginación requiere el conocimiento de amplios contextos históricos, sociopolíticos, culturales y legales. Si bien las teorías de asimilación y aculturación tienden a avalar la integración, etapa en la que un inmigrante ha integrado con éxito su cultura u origen y su nueva cultura (Sakamoto, 2007), la teoría de la interseccionalidad propone que cuestiones estructurales como la discriminación, la política migratoria y la disparidad en accesibilidad de recursos basados en el idioma o nacionalidad, afectan la capacidad o el deseo de integración de un inmigrante.

    La interseccionalidad es una teoría sociológica feminista desarrollada por Kimberlé Crenshaw (1989), que postula que una, no puede llegar realmente a una comprensión adecuada de una experiencia marginada simplemente agregando las categorías como género más raza, más clase, etc. Más bien estas categorías de identidad deben ser examinados como modos interdependientes de estructuras de opresión que son interactivas y que se refuerzan mutuamente.

    La interseccionalidad descansa sobre tres premisas. Primero, se cree que las personas viven en una sociedad que tiene múltiples sistemas de estratificación social. Se les otorgan recursos y privilegios dependiendo de la ubicación de uno en esta jerarquía (Berg, 2010). La estratificación social puede entenderse mejor aceptando la premisa de que existen formas de división social en la sociedad que se basan en identidades o atributos, como género, raza, natividad, clase, etc. Dentro de la sociedad, algunas de estas divisiones sociales son más valoradas que otras, creando así una jerarquía, o en términos más crudos, un orden jerárquico. Estas divisiones y jerarquías son arbitrarias en cuanto están construidas socialmente y no tienen ningún significado esencial sino que han sido establecidas por quienes están en el poder y mantenidas por la sociedad históricamente. A los que se consideran superiores en la jerarquía y que tienen más 'estatus' se les otorga poder y privilegios y los que se consideran inferiores en la jerarquía no lo son (Anthias, 2001). Se han realizado muchas investigaciones sobre las desigualdades de género (Pollert 1996, Gottfried, 2000), las desigualdades étnicas (Modood et al., 1997) y las desigualdades de clase (Anthias & Yuval Davis, 2005; Bradley, 1996), aportando evidencia de las limitaciones sociales en forma de sexismo, racismo, clasismo, etc.

    La segunda premisa sobre la que descansa la interseccionalidad es que los sistemas de estratificación social están entrelazados. Cada individuo puede ocupar diferentes posiciones en diferentes sistemas de estratificación al mismo tiempo; no solo hay variación entre grupos de personas sino dentro de grupos de personas (Weber, 1998). Las implicaciones de esta premisa para las poblaciones inmigrantes son profundas; los individuos dentro de las comunidades inmigrantes pueden no tener las mismas experiencias ajustándose a una nueva sociedad dada la variedad de posiciones que ocupan dentro de diferentes contextos en función de sus identidades y atributos.

    Dentro de la teoría de la interseccionalidad, un individuo tiene múltiples identidades que se cruzan. Estas identidades son informadas por membresías grupales como género, clase, raza, sexualidad, etnia, habilidad, religión, natividad, identidad de género, y más (Caso, 2013). Las identidades que se cruzan colocan a un individuo en una ubicación social particular. Los individuos pueden tener experiencias similares con otros individuos dentro de una comunidad, como experiencias similares a otras de su nación de origen, pero sus experiencias también pueden ser bastante diferentes dependiendo de otras identidades que posean.
    Por ejemplo, una inmigrante no sólo es de Centroamérica y mujer, sino que es una mujer latina, dos identidades que al combinarse, crean su experiencia única.

    Hay presiones para conformarse a las expectativas de cada grupo social al que pertenece un individuo. Cada comunidad cultural tiene imágenes, expectativas y normas asociadas a ella. Estas ideas varían según la cultura y la generación porque se construyen para ese tiempo, grupo y propósito. La conformidad con las expectativas de un grupo social tiene beneficios tangibles e intangibles (Cialdini, 2001), no menos importante de estos es el beneficio de la afiliación (Cialdini & Trost 1998). Ha habido mucha investigación sobre el conflicto y la disonancia que puede surgir de la presión de un individuo para identificarse con los grupos y contextos sociales más grandes, y también reafirmar su identidad dentro del grupo cultural de su familia o la cultura de su país de origen (Farver, Narang, & Bhadha, 2002; Pkinney, Horenczyk, Liebkind, & Vedder, 2001; Rumbaut, 1994).

    Normativos de la sociedad

    Adaptado por Natalya D. De Morgan, K. P. (1996). Describiendo la nueva vestimenta del Emporaro: tres mitos de la educación (in) igualdad. En A. Diller (ed). La cuestión de género en la educación: teoría, pedagogía y política. Boulder, CO: Westview. Imagen disponible en: sites.google.com/site/natalyadell/home/interseccionalidad.

    La tercera premisa de la interseccionalidad es que donde uno se ubica dentro de este complejo sistema de estratificación social influirá en consecuencia en la propia cosmovisión. Esto es lógico dado que cada individuo tiene experiencias diferentes dependiendo de dónde se ubique dentro del sistema de estratificación social (Demos & Lemelle, 2006). Esto habla de la propia posicionalidad: la ubicación de una persona a través de varios ejes de identidades de grupos sociales que están interrelacionados, interconectados e intersecantes. La posición de uno informa el punto de vista único de uno. Además, estas identidades pueden ser externas/visibles, como la raza y el género, o internas/invisibles, como la sexualidad o la natividad, y conllevan privilegios o limitan las elecciones dependiendo de la propia posicionalidad. Así, la posición y el punto de vista de uno pueden ser la forma más adecuada para enmarcar y entender la discusión sobre el reasentamiento inmigrante. Un ejemplo sería cómo la investigación ha indicado que el color de la piel, a menudo un rasgo físico que indica identidad, afecta cómo un inmigrante experimenta y se adapta a su nueva sociedad (Telzer & García, 2009; Viruell-Fuentes, 2007).

    El concepto de interseccionalidad ha sido revolucionario en la conceptualización de las experiencias vividas de las personas que existen al margen de la sociedad, un lugar donde inmigrantes y refugiados suelen encontrarse existentes. Específicamente, la interseccionalidad destaca formas en que “las divisiones sociales se construyen y se entrelazan entre sí en condiciones históricas específicas para contribuir a la opresión” de ciertos grupos (Oleson, 2011, p. 134). Muchos saludan la utilidad de la interseccionalidad como herramienta metodológica que permite a los investigadores explorar los efectos de interacción de múltiples identidades (Weldon, 2006). Por ejemplo, la investigación podría examinar formas en que un inmigrante puede tomar decisiones basadas en varios aspectos importantes de su identidad como la raza, el género, la posición de clase social, la religión y la nacionalidad.

    Esta teoría ha sido utilizada para explorar el éxito económico de los inmigrantes, su experiencia de clasismo internalizado y su poder y acceso a los recursos (Ali, Fall, & Hoffman, 2012; Cole, 2009). La interseccionalidad puede ser una teoría unificadora que ilumine la experiencia inmigrante de una manera que aumente la comprensión del papel de la sociedad en general, informe los esfuerzos de cada comunidad y proporcione un marco para la política.

    David Fulmer — ¡Imagínate esto! Niños inmigrantes (en Ellis Island) — CC BY 2.0.


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