34.4: Fobia Específica
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La mayoría de nosotros podríamos tener ciertas cosas que tememos, como abejas, o agujas, o alturas (Myers et al., 1984). Pero, ¿y si este miedo consume tanto que no puedes salir en un día de verano, o recibir las vacunas necesarias para ir de viaje especial, o visitar a tu médico en su nuevo consultorio en el piso 26? Para cumplir con criterios para un diagnóstico de fobia específica, debe existir un miedo irracional a un objeto o situación específica que interfiera sustancialmente con la capacidad de funcionamiento de la persona. Por ejemplo, un paciente de nuestra clínica rechazaba una prestigiosa y codiciada residencia de artistas porque requería pasar tiempo cerca de una zona boscosa, destinada a tener insectos. Otra paciente salió a propósito de su casa dos horas temprano cada mañana para poder pasar por el patio cercado de su vecina antes de que dejaran salir a su perro por la mañana.
La lista de posibles fobias es asombrosa, pero se reconocen cuatro subtipos principales de fobia específica: tipo de inyección de lesiones de sangre (BII), tipo situacional (como aviones, elevadores o lugares cerrados), tipo de ambiente natural para eventos que uno puede encontrar en la naturaleza (por ejemplo, alturas, tormentas y agua), y tipo animal.
Una quinta categoría, “otra”, incluye fobias que no se ajustan a ninguno de los cuatro subtipos principales (por ejemplo, temores de asfixia, vómito o contraer una enfermedad). La mayoría de las reacciones fóbicas provocan una oleada de actividad en el sistema nervioso simpático y aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial, tal vez incluso un ataque de pánico. Sin embargo, las personas con fobias de tipo BII suelen experimentar una marcada caída en la frecuencia cardíaca y la presión arterial e incluso pueden desmayarse. De esta manera, las personas con fobias BII casi siempre difieren en su reacción fisiológica de las personas con otros tipos de fobia (Barlow & Liebowitz, 1995; Craske et al., 2006; Hofmann et al., 2009; Öst, 1992). La fobia a BII también se presenta en familias con más fuerza que cualquier trastorno fóbico que conocemos (Antony & Barlow, 2002; Page & Martin, 1998). La fobia específica es uno de los trastornos psicológicos más comunes en Estados Unidos, con 12.5% de la población reportando una historia de miedos de por vida lo suficientemente significativa como para ser considerada una “fobia” (Arrindell et al., 2003; Kessler, Berglund, et al., 2005) (ver TABLA 34.2.1). La mayoría de las personas que sufren de fobia específica tienden a tener múltiples fobias de varios tipos (Hofmann et al., 1997).