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35.3: ¿Qué tan comunes son los trastornos del humor? ¿Quién desarrolla trastornos del estado de ánimo?

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    Trastornos Depresivos

    En una muestra representativa a nivel nacional, la tasa de prevalencia de por vida para el TDM es de 16.6% (Kessler et al., 2005). Esto significa que casi uno de cada cinco estadounidenses cumplirá con los criterios para el MDD durante su vida. La prevalencia de 12 meses, la proporción de personas que cumplen con los criterios de un trastorno durante un período de 12 meses, para el PDD es aproximadamente 0.5% (APA, 2013).

    Aunque el inicio del TDM puede ocurrir en cualquier momento a lo largo de la vida, la edad promedio de inicio es de mediados de los 20 años, con la edad de inicio disminuyendo con las personas nacidas más recientemente (APA, 2000). La prevalencia de TDM entre los adultos mayores es mucho menor que en las cohortes más jóvenes (Kessler et al., 2010). La duración de los MDEs varía ampliamente. La recuperación comienza dentro de los tres meses para el 40% de las personas con MDD y dentro de los 12 meses para el 80% (APA, 2013). El MDD tiende a ser un trastorno recurrente con alrededor del 40% al 50% de los que experimentan un MDE experimentando un segundo MDE (Monroe & Harkness, 2011). Una edad de inicio más temprana predice un peor curso.

    Alrededor del 5% al 10% de las personas que experimentan un MDE experimentarán posteriormente un episodio maníaco (APA, 2000), por lo que ya no cumplen con los criterios de TDM sino que los cumplen para BD I. Los diagnósticos de otros trastornos a lo largo de la vida son comunes para las personas con TDM: 59% experimenta un trastorno de ansiedad; 32% experimenta un trastorno de control de impulsos y 24% de experiencia en un trastorno por consumo de sustancias (Kessler et al., 2007).

    Las mujeres experimentan dos o tres veces mayores tasas de TDM que los hombres (Nolen-Hoeksema & Hilt, 2009). Esta diferencia de género surge durante la pubertad (Conley & Rudolph, 2009). Antes de la pubertad, los niños presentan tasas de prevalencia de TDM similares o mayores que las niñas (Twenge & Nolen-Hoeksema, 2002). El MDD está inversamente correlacionado con el nivel socioeconómico (SES), la posición económica y social de una persona basada en el ingreso, la educación y la ocupación. Las tasas de prevalencia más altas de TDM se asocian con un menor SES (Lorant et al., 2003), particularmente para adultos mayores de 65 años (Kessler et al., 2010). Independientemente del SES, los resultados de una muestra representativa a nivel nacional encontraron que los estadounidenses de Europa tenían una mayor tasa de prevalencia de TDM que los afroamericanos y los hispanoamericanos, cuyas tasas fueron similares (Breslau et al., 2006). El curso del MDD para los afroamericanos suele ser más severo y menos tratado que para los europeos americanos, como nunca (Williams et al., 2007). Los nativos americanos tienen una tasa de prevalencia más alta que los europeos americanos, afroamericanos o hispanoamericanos (Hassin et al., 2005). La depresión no se limita a las culturas industrializadas u occidentales; se encuentra en todos los países examinados, aunque la presentación de síntomas así como las tasas de prevalencia varían entre culturas (Chentsova-Dutton & Tsai, 2009).

    SPECIFICADORES

    Tanto los MDE como los episodios maníacos se pueden describir más a fondo usando etiquetas estandarizadas basadas en el momento de, u otros síntomas que ocurren durante, el episodio del estado de ánimo, para aumentar la especificidad diagnóstica e informar el tratamiento. Los rasgos psicóticos se especifican cuando los episodios van acompañados de delirios (creencias rígidamente sostenidas que son falsas) o alucinaciones (perturbaciones perceptuales que no se basan en la realidad). El patrón estacional se especifica cuando un episodio de estado de ánimo ocurre a la misma época del año durante dos años consecutivos, lo que ocurre con mayor frecuencia en otoño e invierno. El inicio periparto se especifica cuando un episodio del estado de ánimo tiene un inicio durante el embarazo o dentro de las cuatro semanas posteriores al nacimiento de un niño. Aproximadamente 3% a 6% de las mujeres que tienen un hijo experimentan un MDE con inicio periparto (APA, 2013). Esto es menos frecuente y diferente de la tristeza del bebé o cuando las mujeres sienten síntomas transitorios del estado de ánimo generalmente dentro de los 10 días posteriores al parto, los cuales son experimentados por la mayoría de las mujeres (Nolen-Hoeksema & Hilt, 2009) . ■

    Trastornos Bipolares

    La tasa de prevalencia a lo largo de la vida de los trastornos del espectro bipolar en la población general de Estados Unidos se estima en aproximadamente 4.4%, constituyendo BD I aproximadamente 1% de esta tasa (Merikangas et al., 2007). Sin embargo, las estimaciones de prevalencia dependen en gran medida de los procedimientos diagnósticos utilizados (por ejemplo, entrevistas vs. autoreporte) y de si se incluyen o no formas del trastorno por debajo del umbral en la estimación. La BD a menudo coocurre con otros trastornos psiquiátricos. Aproximadamente 65% de las personas con BD cumplen con criterios diagnósticos para al menos un trastorno psiquiátrico adicional, más comúnmente trastornos de ansiedad y trastornos por uso de sustancias (McElroy et al., 2001). La coocurrencia de BD con otros trastornos psiquiátricos se asocia con un peor curso de enfermedad, incluyendo mayores tasas de suicidio (Leverich et al., 2003). Una muestra de estudio transnacional reciente de más de 60 mil adultos de 11 países estimó la prevalencia mundial de BD en 2.4%, constituyendo la BD I 0.6% de esta tasa (Merikangas et al., 2011). En este estudio, la prevalencia de BD varió un poco según el país. Mientras que Estados Unidos tuvo la mayor prevalencia vitalicia (4.4%), India tuvo la menor (0.1%). La variación en las tasas de prevalencia no se relacionó necesariamente con el SES, como en el caso de Japón, un país de ingresos altos con una tasa de prevalencia muy baja de BD (0.7%).

    Con respecto a la etnia, los datos de estudios no confundidos por el SES o imprecisiones en el diagnóstico son limitados, pero los informes disponibles sugieren que las tasas de BD entre los estadounidenses de Europa son similares a las encontradas entre los afroamericanos (Blazer et al., 1985) e hispanoamericanos (Breslau et al., 2005). Otro gran estudio basado en la comunidad encontró que aunque las tasas de prevalencia de trastornos del estado de ánimo fueron similares entre los grupos étnicos, los hispanoamericanos y los afroamericanos con un trastorno del estado de ánimo tenían más probabilidades de permanecer persistentemente enfermos que los estadounidenses de Europa (Breslau et al., 2005). En comparación con los estadounidenses europeos con BD, los afroamericanos tienden a ser infradiagnosticados para BD (y sobrediagnosticados para esquizofrenia) (Kilbourne et al., 2004; Minsky et al., 2003), y los hispanoamericanos con BD han demostrado recibir menos recetas de medicamentos psiquiátricos y visitas de tratamiento especializado ( González et al., 2007). El diagnóstico erróneo de BD puede resultar en la infrautilización del tratamiento o la utilización de un tratamiento inadecuado, y así impactar profundamente en el curso de la enfermedad.

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    Figura\(\PageIndex{1}\): Los adolescentes experimentan una mayor incidencia de trastornos del espectro bipolar que los adultos. Empeorando las cosas, quienes son diagnosticados con BD a una edad más temprana parecen sufrir síntomas más intensamente que aquellos con inicio adulto. [“desesperate-2100307” de Anemone123/Pixabay es de dominio público.]

    Al igual que con el TDM, se sabe que la adolescencia es un período de riesgo significativo para la EB; los síntomas del estado de ánimo comienzan por la adolescencia en aproximadamente la mitad de los casos de BD (Leverich et al., 2007; Perlis et al., 2004). Estudios longitudinales muestran que aquellos diagnosticados con BD antes de la edad adulta experimentan un curso de enfermedad más pernicioso en relación con aquellos con inicio adulto, incluyendo más recurrencia de episodios, mayores tasas de suicidio y profundas repercusiones sociales, ocupacionales y económicas (por ejemplo, Lewinsohn et al., 2002). La prevalencia de BD es sustancialmente menor en adultos mayores en comparación con los adultos más jóvenes (1% vs. 4%) (Merikangas et al., 2007).


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