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LibreTexts Español

9.9: Resumen

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    9.1 Requisitos de una Teoría Moral Normativa

    La ética es el estudio filosófico de la moralidad. Comúnmente se divide en tres áreas principales: metaética, ética normativa y ética aplicada, cada una de las cuales se distingue por un nivel de indagación diferente. Una teoría moral normativa es un relato sistematizado de la moralidad que aborda cuestiones importantes relacionadas con la orientación efectiva de la conducta moral. Este capítulo revisa tres enfoques principales (consecuencialista, deontológico y virtud) de la ética normativa que se distinguen por el criterio (consecuencias, deber o carácter) utilizado para determinar la conducta moral.

    9.2 Consecuencialismo

    Consecuencialismo es la visión de que la rectitud de una acción viene determinada por sus consecuencias. El mohismo es una teoría consecuencialista fundada por Mozi. Fue creado como una respuesta a los disturbios sociales generalizados y al sufrimiento característicos del período de los Estados Combatantes de la antigua China. Los mohistas pensaban que las normas éticas podrían establecerse observando lo que aumenta el bienestar general. Pensaban que todos debían ser tratados de manera imparcial o equitativa y que no se debía dar preferencia al bienestar de algunas personas sobre otras. Una virtud clave en el mohismo es la benevolencia, o bondad (rèn). El concepto de benevolencia es importante porque requiere que uno mire fuera de los propios intereses y trate a los demás con cuidado (ài). Mozi se dio cuenta de que si las personas adoptan la misma moralidad, usarán los mismos estándares para juzgar sus propias acciones y las acciones de los demás, lo que mejorará el orden social y la armonía.

    El utilitarismo es una teoría consecuencialista desarrollada por Jeremy Bentham y posteriormente modificada por John Stuart Mill. Los utilitarios argumentan que lo correcto es lo que produce la mayor utilidad, la mayor utilidad. Identifican la felicidad con la utilidad. El principio de utilidad establece que “las acciones son correctas en proporción ya que tienden a promover la felicidad; incorrectas ya que tienden a producir lo contrario de la felicidad” (Mill [1861] 2001, 7). Los utilitarios clásicos como Bentham y Mill creían que el placer y el dolor son medios básicos, primarios por los cuales las personas navegan por el mundo y encuentran motivación. El mayor principio de felicidad (o principio de utilidad) nos dice que las acciones son correctas que producen la mayor felicidad para el mayor número. Cuando un agente evalúa la rectitud moral de una acción, considera la felicidad de todos afectados por las consecuencias.

    9.3 Deontología

    Los enfoques deontológicos se centran en los deberes (por ejemplo, decir siempre la verdad) para determinar si un acto es moralmente correcto. Immanuel Kant fue el primer filósofo en avanzar en un enfoque deontológico. Él concibió la moralidad como reglas que cualquier ser racional puede y debe aceptar porque son normas de conducta racional o agencia. Llamó a estas reglas imperativos categóricos. Hay dos formulaciones importantes del imperativo categórico: la formulación del derecho universal y la formulación de la humanidad. Kant distinguió el imperativo categórico del imperativo hipotético, que es una acción que se toma para lograr un objetivo específico.

    Pluralistas como Sir William David Ross intentaron ofrecer un relato más complejo y completo de la moralidad que explique la experiencia humana común. Ross creía que el utilitarismo (clásico) y la deontología fracasan porque “simplifican en exceso la vida moral” (Ross 1939, 189). Pensó que las teorías morales anteriores redujeron la moralidad a un solo principio (por ejemplo, el principio de mayor felicidad de Mill y el imperativo categórico de Kant), dejándolos incapaces de dar cuenta adecuadamente de nuestra experiencia común de moralidad. Ross argumentó que nuestros deberes no son absolutos, como lo haría Kant, sino que son obligatorios, siendo iguales otras cosas, o mientras otros factores y circunstancias sigan siendo los mismos.

    9.4 Ética de la virtud

    La ética de la virtud adopta un enfoque de moralidad centrado en el carácter. Se dice que la acción correcta fluye del carácter correcto. Para hacer lo correcto se requiere tener los rasgos o disposiciones de carácter adecuados. Te conviertes en una buena persona, entonces, a través del cultivo del carácter y la autoperfección.

    Confucio desarrolló el confucianismo en respuesta a los disturbios y sufrimientos sociales generalizados característicos del período de los Estados Combatantes de la antigua China. Los confucianos sostienen que es posible perfeccionar la naturaleza humana a través del desarrollo y la transformación personal, y mantienen la importancia de junzi, una persona que es una figura ética ejemplar y así vive según el dao. Ren se refiere a la excelencia moral, ya sea en su totalidad o con respecto a características o rasgos específicos. Importante para la ética confuciana temprana y tardía es el concepto de li (ritual y práctica). Li juega un papel importante en la transformación del personaje. Las normas y prácticas sociales y culturales dan forma e influyen en nuestras interacciones con los demás. Estos rituales son una guía o se convierten en un medio por el cual nos desarrollamos y comenzamos a entender nuestras responsabilidades morales.

    Aristóteles creía que el desarrollo virtuoso es fundamental para el florecimiento humano, la eudaimonia. Aristóteles identifica la racionalidad como la función única de los seres humanos y, por lo tanto, la virtud o excelencia humana se realiza a través del desarrollo o perfección de la razón. Ejercer o poseer virtud es demostrar un carácter excelente. Alguien con un carácter virtuoso es consistente, firme, autocontrolado y acomodado. Aristóteles pensó que las personas “son perfeccionadas por el hábito” (Aristóteles [350 BCE] 1998, 1103a10—33). Cuando las personas practican hacer lo correcto, mejoran en la elección de la acción correcta en diferentes circunstancias. A través de la habituación, las personas adquieren práctica y familiaridad, provocan disposiciones o tendencias, y adquieren la experiencia práctica necesaria para identificar las razones por las que se debe elegir una determinada acción en diversas situaciones.

    Al igual que Confucio, Aristóteles piensa que las relaciones sociales son importantes para el desarrollo racional y virtuoso de las personas. Cuando las personas interactúan con otras que tienen metas e intereses comunes, es más probable que progresen y realicen sus poderes racionales. A través de las relaciones sociales, las personas también desarrollan un importante sentido de comunidad y se interesan por el florecimiento de los demás.

    9.5 Taoísmo

    Al igual que el mohismo y el confucianismo, el taoísmo es una respuesta a los disturbios y sufrimientos sociales característicos del período de los Estados Combatantes de la antigua China. El taoísmo tiene como objetivo fomentar la armonía tanto en la sociedad como en el individuo. El taoísmo filosófico fue fundado por Laozi. Los taoístas rechazan la estrecha visión confuciana del dao como una forma de comportarse en la sociedad para asegurar el orden y la armonía social y, en cambio, ven al dao como la forma natural del universo y de todas las cosas. El taoísmo caracteriza una vida plena como una vida tranquila, sencilla, libre de deseos y codicia. La práctica de wu wei sugiere una forma natural de actuar que es espontánea o inmediata. Cuando las personas practican wu wei, actúan en armonía con el dao, están libres de deseo y esfuerzo, y se mueven espontáneamente con el flujo natural de la existencia.

    9.6 Teorías feministas de la ética

    La ética del cuidado a menudo se asocia con el feminismo, y su enfoque se modela en la perspectiva moral de una mujer. La investigación de la psicóloga Carol Gilligan condujo al desarrollo de la ética del cuidado. Es un enfoque que valora el cuidado, las relaciones de los individuos involucrados y los intereses de los individuos. El enfoque de Gilligan pide a los agentes que consideren los intereses específicos de los individuos y sus relaciones. La ética del cuidado valora el cuidado y el razonamiento moral que da cuenta de los factores únicos de situaciones concretas más que de la abstracción.

    Las estudiosas feministas critican las teorías morales normativas tradicionales por ignorar los intereses y perspectivas de las mujeres (y grupos oprimidos) y por no considerar hechos importantes de la situación concreta y de los individuos involucrados al aplicar normas o estándares. Han explorado marcos morales alternativos utilizando todos los enfoques principales. Un marco moral alternativo viable debe encontrar formas de dar cuenta de los intereses de todas las personas, enfocarse en lo vulnerable e invisible, y conducir a elecciones morales que promuevan la verdadera igualdad en lugar de solo promover los intereses de los privilegiados.


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