4.5.4: “Bosques caídos”
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(1854)
La guerra del hombre en los árboles es terrible.
Levanta su ruda choza en el desierto, ¡
Y he aquí! los baúles más altísimos que envejecen a la edad,
fueron nutridos hasta la nobleza, y llevaban
Sus coronetas de verano tan gloriosamente,
Caen con un sonido de trago, para no levantarse más
Él les toca llama, y mienten
Un naufragio ennegrecido, su tracería y riqueza
De esmeralda alimentada por el cielo, locamente gastada para alimentar
Un arco de brillantez por una sola noche,
Y asustando de allí al ciervo salvaje y al zorro,
Y a la ardilla ágil de la casa sembrada de nueces,
Tanto tiempo disfrutó.
Levanta su brazo mentiroso,
Y cada eco del hacha corta
El corazón de hierro de siglos de distancia.
Se adentra audazmente a las solemnes arboledas
En cuyas cimas verdes del altar, desde el tiempo era joven,
Los pájaros alados han derramado su cepa
de incienso De alabanza y amor, dentro de cuya poderosa nave
El ganado cansado de mil cerros
Han encontrado su refugio 'a medio del calor del día; tal
vez en su culto mudo arrendándolo
Quien cuida de lo más malo que Él ha hecho.
Dije que entra a los bosques sagrados
donde la naturaleza en su belleza se dobla a Dios,
Y ¡he aquí! su templo-arco es profanado;
Hunde el dulce himno, el antiguo ritual se desvanece,
Y las raíces levantadas, y las columnas postradas marcan
los pasos del invasor.
Los años silenciosos ruedan,
Sus nenas son hombres Su morada en el montón de hormigas crece
Demasiado estrecha, porque su mano ha conseguido riqueza.
Construye una mansión señorial, pero se encuentra
Unblessed by trees. Los hirió imprudentemente
Cuando sus brazos verdes lo rodeaban, como guardia
de deidades tutelares, y siente
Sus maledicciones, ahora el mediodía ardiente hacen que
su espíritu se desmaye. Con
ansioso cuidado arroja bellotas en la tierra, y corteja a
Rayo de Sol y lluvia: planta el brote joven,
Y lo sostiene de la tormenta; pero
ni él, Ni aún los hijos de sus hijos verán
lo que ha barrido
Me parece bien twere,
No como un spoiler o un ladrón, para vagar por el seno de
O'er La naturaleza esa dulce y gentil enfermera
que nos ama, y extiende un sofá refugio
Cuando nuestra breve tarea es o'er. En ese montículo verde La mano de
Afecto puede poner el sauce,
O entrenar al ciprés, y que nadie profane
Su piadoso cuidado.
¡Oh, Padre! concédenos gracia
En todas las labores de la vida así con una mano rápida El
mal y el bien para aplacar, como para no marcar
Nuestro camino con naufragios, no cuando las arenas del tiempo
se agotan, con ojos tristes la pasada encuesta,
Y llorar la precipitación el tiempo no puede restaurar nunca