12.1: Reciprocidad y Acción Colectiva

Mucho derecho internacional es activo pero invisible, por ejemplo, en la comunicación, el comercio y los viajes. Marcas un código para llamar a un país en particular. Pagas un arancel a la aduana cuando traes mercancías extranjeras, parte de regulaciones tan complicadas que hay especialistas que no hacen más que ayudar a las empresas a navegar las reglas. Necesitas pasaporte y visa cuando viajas (a menos que estés viajando entre países que hayan hecho un acuerdo para no requerir visas). No obstante, si eres marinero en un barco que visita un país extranjero, no necesitas pasaporte o visa, porque hay un conjunto de reglas completamente diferente. Todos estos se basan en el derecho internacional.

La paradoja del derecho internacional es que es débil pero eficaz. Cuando los holandeses y los británicos comenzaron a imponer la libertad de los mares, si un país rompía la regla al apoderarse de barcos en aguas internacionales, también serían incautados sus propios barcos. Muy inconveniente. Entonces, era en el propio interés de cada país cooperar y seguir las reglas. La reciprocidad, o la expectativa de que seguir las reglas anime a otros a seguir las reglas, es el corazón del derecho internacional. De igual manera, todos se quedan en su carril en la autopista, es más seguro.

Si Estados Unidos está teniendo una disputa comercial con la República de Dakine, podría meter en la cárcel al embajador dakiniano. Sin embargo, Dakine probablemente se vería intimidado y también lanzaría al embajador de Estados Unidos a la cárcel. Las cosas podrían salirse de control rápidamente, hasta el punto en que las dos partes no tendrían diplomáticos para comunicarse entre sí. Por lo tanto, las cosas funcionan mucho mejor para todas las partes si todos siguen la ley, en este caso la regla centenaria de la inmunidad diplomática. Bajo estas reglas, se considera que las embajadas forman parte del país de origen, las valijas diplomáticas pasan por la aduana sin abrir, los embajadores ignoran sus boletos de estacionamiento, y los diplomáticos sorprendidos espiando simplemente son expulsados. (En 1979, Irán violó estas reglas al permitir que los 'estudiantes' tomaran como rehenes a funcionarios de la Embajada de Estados Unidos en Teherán durante más de un año).

Otro ejemplo de seguir el derecho internacional: después de diez años de negociaciones sumamente complicadas, las Naciones Unidas aprobaron el Tratado de Derecho del Mar (UNCLOS) de 1983, que abordó diversos temas como el paso por estrechos internacionales y las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) de 200 millas fuera de la costa de cada país. Sin embargo, debido a las disputas sobre una posible minería submarina, Estados Unidos nunca ratificó el tratado. (La tecnología ahora se ha desarrollado para la minería de aguas profundas, pero las empresas estadounidenses no pueden participar porque Estados Unidos no ha ratificado el tratado).

Sin embargo, Estados Unidos ha reclamado la ZEE de 200 mil en sus costas y ha respetado las ZEE de otros países. Sigue las reglas porque la previsibilidad y estabilidad resultantes de que cada quien siga las reglas está en su propio interés general. Reciprocidad otra vez.

Entonces, los países obedecen al derecho internacional porque es en su propio interés que otros países también sigan la ley. Así, el derecho internacional depende de la reciprocidad y de la preferencia de los Estados por el orden, la estabilidad y la previsibilidad que se da como resultado del seguimiento de las normas internacionales. El resultado es que la mayoría de los países siguen el derecho internacional la mayor parte del tiempo.

La acción colectiva ayuda a hacer cumplir esas normas. A veces no hay acción colectiva, como en la parálisis de la Liga de Naciones ante la agresión italiana y alemana en la década de 1930. Sin embargo, a veces puede ser efectivo. Por ejemplo, Libia había violado muchas leyes internacionales a lo largo de los años, entre ellas patrocinar intentos de asesinato, apoyar a grupos rebeldes y bombardear un avión civil sobre Lockerbie, Escocia, en 1988. El resto del mundo respondió poniendo sanciones económicas y de viaje a Libia. Libia finalmente se cansó de los problemas que esto causó y comenzó a seguir las leyes internacionales, renunciando a su programa nuclear y entregando a los presuntos responsables del bombardeo del avión.

Cuando Saddam Hussein invadió Kuwait en 1990, nadie quiso tolerar el precedente de que violara las fronteras internacionales —podría conducir a un grave caos en las fronteras disputadas en muchas partes del mundo—. La ONU aprobó resoluciones contra la invasión y autorizando el uso de la fuerza, y una coalición de 28 miembros encabezada por Estados Unidos lo expulsó.

En contraste, la invasión estadounidense de Irak en 2003 no fue autorizada por una autorización de la ONU para el uso de la fuerza. Sin una resolución de la ONU, la invasión violó el derecho internacional. En otro ejemplo, China se ha apoderado y construido islas en las aguas internacionales del Mar de China Meridional. Rusia se hizo cargo de Crimea y ha ocupado parte de Ucrania. Israel ha construido asentamientos en Cisjordania ocupada. Otros países poderosos también han quebrantado las leyes internacionales, sobre todo cuando se trata de seguridad nacional.