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6.3: Pidiendo ayuda

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    Introducción

    En el mundo que cambia rápidamente de hoy, es fácil perdernos a nosotros mismos. Tratar de ser los mejores en nuestros trabajos, trabajar para sobresalir en la escuela y manejar las necesidades de amigos y familiares puede llegar a ser difícil de equilibrar. Cada día parece, estamos inundados de crisis y preocupación en las noticias, y nuestro mundo tecnológico cada vez más conectado no parece tener un interruptor de apagado.

    En un momento en que los celulares o los teléfonos inteligentes, Internet y las redes sociales permiten que la gente se conecte instantáneamente, muchos de nosotros estamos cada vez más aislados que nunca. ¿A dónde podemos acudir cuando estamos estresados, abrumados y ansiosos?

    El mundo responde a la gente que pregunta. Si no consigues constantemente lo que quieres en la vida, entonces considera el poder de pedir ayuda. Pide y recibirás es una joya de sabiduría de muchas tradiciones espirituales. Sin embargo, actuar sobre esta idea simple puede ser un desafío.

    Algunas personas ven pedir ayuda como un signo de debilidad. En realidad, es una señal de fuerza. Enfócate en las recompensas potenciales. Cuando estás dispuesto a recibir y otros están dispuestos a dar, los recursos están disponibles. Las circunstancias caen en su lugar. Los sueños que alguna vez parecían demasiado grandes se convierten en metas que realmente puedes lograr. Te beneficias, y también lo hacen otras personas.

    Recuerda que pedir ayuda le hace un cumplido a alguien. Significa que valoras lo que la gente tiene para ofrecer. Muchos estarán encantados de responder. La clave es preguntar con habilidad.

    En esta lección, exploramos algunas de las formas en las que puedes llegar cuando la vida se vuelve inmanejable. Cuidar tu mente es tan importante como cuidar tus necesidades físicas, sin embargo, a menudo ignoramos la salud mental hasta que surge una crisis. Ya sea que encontremos recursos y apoyo a través de la tecnología, o un enfoque más antiguo, nunca necesitamos sentirnos solos.

    Cómo pedir ayuda

    Puede ser difícil pedir ayuda. Usted usa las siguientes pautas para pedir ayuda con habilidad:

    Pregunte con claridad. Antes de pedir ayuda, piensa en tu solicitud. Tómese el tiempo para prepararse, y considere ponerlo por escrito antes de preguntar en persona.

    La forma en que pides tiene una gran influencia en las respuestas que obtienes. Por ejemplo, “necesito ayuda con el dinero” es una declaración grande. Es posible que la gente no sepa cómo responder. Sea más específico: “¿Conoces alguna fuente de ayuda económica que me haya podido perder?” o “Mis gastos superan mis ingresos en $200 cada mes. No quiero trabajar más horas mientras estoy en la escuela. ¿Cómo puedo llenar el vacío?”

    Pregunte con sinceridad. La gente puede saber cuando una solicitud viene directamente de tu corazón. Aunque la claridad es importante, recuerda que estás pidiendo ayuda, no dando un discurso. Mantenlo simple y directo. Solo di la verdad sobre tu situación actual, lo que quieres, y la brecha entre ambos. Está bien ser menos que perfecto.

    Pregunte ampliamente. Considera la variedad de personas que pueden ofrecer ayuda. Incluyen padres, amigos, compañeros de clase, compañeros de trabajo, mentores y patrocinadores. A las personas como consejeros, asesores y bibliotecarios se les paga para ayudarle.

    Además, esté dispuesto a pedir ayuda con temas difíciles en cualquier área de la vida: sexo, salud, dinero, decisiones de carrera y más. Si constantemente pides ayuda solo en un área, limitas tu potencial.

    Para obtener el mayor valor de esta sugerencia, dirija su solicitud a una persona apropiada. Por ejemplo, no le pedirías consejo a tus instructores sobre sexo. No obstante, puedes compartir cualquier inquietud con un consejero profesional.

    Pregunte con la mente abierta. Cuando pides ayuda, ve si realmente puedes abrirte. Si una idea parece extraña o inviable, ponga sus objeciones en suspenso por el momento. Si te sientes amenazado o a la defensiva, solo nota el sentimiento. Después vuelve a escuchar. La incomodidad puede ser una señal de que estás a punto de hacer un descubrimiento valioso. Si la gente solo confirma lo que ya piensas y sientes, pierdes la oportunidad de aprender.

    Pregunte con responsabilidad. Si quieres que la gente te ofrezca ayuda, entonces evita declaraciones como: “¿Sabes esa sugerencia que me diste la última vez? ¡Guau, eso realmente bombardeó!”

    Cuando actúas sobre una idea y no funciona, la razón puede no tener nada que ver con la otra persona. A lo mejor entendiste mal u olvidaste un punto clave. Pregunte de nuevo, por claridad. En cualquier caso, la elección de qué hacer —y la responsabilidad de las consecuencias— sigue siendo suya.

    Pregunta con una apertura para más ideas. Acercarse a personas con una solicitud específica y limitada puede hacer maravillas. Entonces puede preguntar de una manera que lleve la conversación a un nuevo lugar. Esto lo puedes hacer con preguntas creativas: “¿Tienes alguna otra idea para mí?” “¿Ayudaría si abordara este problema desde un ángulo diferente?” “¿Podría estar haciendo una mejor pregunta?”

    Pregunte de nuevo. Las personas que se ganan la vida vendiendo cosas conocen el poder de una petición repetida. Algunas personas responden habitualmente a una primera solicitud con “no”. Es posible que no lleguen al “sí” hasta la segunda o tercera solicitud.

    Algunas culturas valoran la competencia, el éxito y “hacerlo por tu cuenta”. En este entorno, no siempre se valora pedir ayuda. A veces, la gente dice “no” porque está sorprendida o no está segura de cómo responder. Dales más tiempo y otra oportunidad para que se den por ahí.


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