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3.1: Capítulo 8: ¿Quién entra? Examen de la ética y la equidad en las admisiones postsecundarias

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    Introducción y divulgación completa

    Las admisiones postsecundarias están plagadas de cuestiones éticas, tanto por parte del aspirante como de la institución admitida. Las admisiones son un juego de alto riesgo, en el que los estudiantes buscan ingresar a programas cada vez más competitivos que definirán el rumbo de los próximos años de su vida (como mínimo). En tanto, las instituciones buscan estudiantes que perciban como deseables para cubrir el limitado número de escaños disponibles. Estas presiones pueden hacer que padres, estudiantes e instituciones se comporten de formas poco éticas para satisfacer sus propias necesidades.

    El comportamiento poco ético tanto de los solicitantes como de las instituciones en el proceso de admisión puede crear un campo de juego desigual para todos los solicitantes, y especialmente aquellos de entornos desfavorecidos. Esta inequidad en el acceso a la educación puede servir para perpetuar la desigualdad socioeconómica dentro de nuestra sociedad. Es importante señalar que la discusión en torno a estos temas está surgiendo, y como tal, hay una investigación académica limitada en torno a este tema. No obstante, en los medios de comunicación se han llevado a cabo importantes investigaciones y discusiones. Por ejemplo, la amplia cobertura del escándalo de admisiones de Operation Varsity Blues 2019, que incluyó a las celebridades Felicity Huffman y Lori Loughlin, vio a varios padres enfrentando cargos relacionados con el fraude en un escándalo masivo de admisiones universitarias. El fraude de admisión en este caso implicó pagar a los administradores de pruebas para que cambiaran de calificaciones y pagar sobornos a entrenadores de atletismo para que admitieran a los estudiantes como reclutas para deportes que no jugaban (Reeves, 2019).

    Junto con la investigación de Operation Varsity Blues del FBI, otros casos han involucrado a estudiantes internacionales que pagan servicios de terceros para que alguien más complete sus exámenes de idioma (Reuters, 2018) o para comprometer los centros internacionales de pruebas (Keung, 2018). Si bien los comportamientos en los que se involucran estas personas son poco éticos e ilegales, hay muchas otras tácticas que los padres y los solicitantes pueden usar para aumentar las posibilidades de admisión que son legales pero que aún pueden ser poco éticas. Esto puede incluir el uso de entrenadores de admisiones universitarias y hacer grandes donaciones financieras a la institución a la que su hijo esté interesado en asistir.

    Las instituciones postsecundarias también pueden participar en prácticas de admisión poco éticas, que pueden incluir políticas de admisiones heredadas (Daniels, 2020), admitir a los hijos de donantes principales y considerar los antecedentes socioeconómicos de un estudiante (Weissbourd, 2019a) y la necesidad de ayuda financiera (MacMilliano, 2019). Las instituciones también pueden priorizar la admisión de atletas en función de sus capacidades atléticas —y no académicas— (Jump, 2019). Las instituciones justifican estas decisiones sobre la base de que están buscando a los mejores estudiantes que sean los adecuados para su institución, aunque estas prácticas a veces pueden equivaler a sobrerrepresentar a quienes son blancos y ricos (Reeves, 2019).

    Al dirigirse a los estudiantes para su reclutamiento y admisión, las instituciones también pueden participar en comportamientos poco éticos utilizando datos de solicitantes obtenidos de administradores de pruebas como College Board (Selingo, 2017), cookies de Internet que rastrean el historial de navegación de un solicitante (MacMillan y Anderson, 2019), o el de un solicitante publicaciones en redes sociales publicadas en grupos privados de Facebook (Homayon, 2017) para tomar decisiones sobre qué aspirantes admitir, incluso si los aspirantes no han proporcionado esta información a la escuela directamente.

    La Tabla 8.1 muestra los problemas éticos asociados con las admisiones postsecundarias utilizando el Marco Incompleto de Farrow (2016).

    Cuadro 8.1 Cuestiones éticas asociadas a las admisiones postsecundarias basadas en el Marco Incompleto de Farrow (2016)
    Principio Deberes y responsabilidades (deontológicas) Resultados (consecuencialistas) Desarrollo personal (virtud)
    Respeto a la autonomía e independencia de los participantes Las instituciones tienen la responsabilidad de respetar la privacidad de los estudiantes y no utilizar los datos obtenidos de manera poco ética. Las instituciones deben utilizar datos éticos para tomar decisiones de admisión equitativas. Los padres tienen la obligación de comportarse éticamente y de no poner en riesgo la educación de sus hijos.
    Evitar daños/minimizar el riesgo Los estudiantes tienen la obligación de proporcionar información fáctica y honesta a las instituciones postsecundarias. Los estudiantes y los padres deben seguir las leyes. Las instituciones postsecundarias tienen la obligación de capacitar al personal sobre las características de seguridad de los resultados de los exámenes y las transcripciones. Las instituciones tienen la obligación de tratar de evitar que los estudiantes sean admitidos por métodos fraudulentos. Asume que los aspirantes actuarán honestamente y proporcionarán información fáctica.
    Divulgación completa Las instituciones deben ser transparentes sobre los datos utilizados en las decisiones de admisión. Los solicitantes deben revelar información honesta y fáctica.
    Privacidad, seguridad de datos y consentimiento informado Las instituciones tienen la responsabilidad de respetar la privacidad de los estudiantes. Los solicitantes deben revelar información honesta y fáctica.
    Integridad Las instituciones y los estudiantes tienen el deber de actuar de manera que promuevan la equidad. Las instituciones deben actuar para admitir a los estudiantes de manera equitativa.

    Si bien los comportamientos poco éticos en las admisiones postsecundarias son anteriores a muchas tecnologías modernas, la tecnología ha creado vías adicionales en las que estos comportamientos pueden florecer (Selingo, 2017). La tecnología también ha creado oportunidades para resaltar y exponer estos comportamientos. Estos comportamientos tienen la capacidad de crear inequidad dentro del sistema postsecundario al dar una ventaja indebida a quienes tienen privilegios económicos. Este capítulo explorará la equidad en la educación postsecundaria norteamericana y cómo los comportamientos poco éticos ayudados por la tecnología amenazan la admisión equitativa de estudiantes elegibles.

    Acceso equitativo a la educación

    El acceso equitativo a la educación postsecundaria es un problema en toda América del Norte. Muchas prácticas de admisión utilizadas por las instituciones favorecen a estudiantes de antecedentes particulares, ya sean implícitos o explícitos. Por ejemplo, las personas adineradas con los medios para hacer grandes donaciones (típicamente 500.000 dólares en adelante) a las instituciones pueden hacer que su hijo sea empujado a la cima de la lista de espera (Reeves, 2019). Daniels (2020), citando a Arcidiacono, Kinsler y Ransom (2019), señala que los estudiantes admitidos bajo políticas de legado (aquellos que son admitidos por ser hijos o nietos de un alumno) tienen desproporcionadamente más probabilidades de ser blancos y provenir de una familia adinerada. Kingkade (2019) discute, las políticas en torno a las admisiones de donantes y heredadas son mucho más comunes en las instituciones estadounidenses que en las instituciones canadienses. Sin embargo, las familias adineradas de ambos países pueden pagar la tutoría y otros recursos similares, lo que permite a esos estudiantes obtener una puntuación más alta en exámenes y trabajo escolar que sus compañeros menos privilegiados y los pone en una ventaja cuando se trata de admisiones basadas en calificaciones (Reeves, 2019).

    Al hablar en el podcast de Harvard EdCast, los estudiantes de secundaria Nicolas Burgess y Dequan Franks señalaron que, viniendo de entornos económicamente desfavorecidos, a los estudiantes como ellos les cuesta pagar los costos asociados con escribir pruebas estandarizadas, y mucho menos pagar los cursos de preparación para exámenes (Weissbourd, 2019b). Burgess y Franks discutieron las otras barreras que les impedían sobresalir en sus cursos de secundaria, señalando que tenían que trabajar para contribuir a los gastos del hogar lo que los alejó de sus estudios y les dio menos tiempo para la tarea que sus compañeros más ricos.

    También se les da privilegio a los estudiantes-atletas a la hora de ingresar en algunas escuelas (Desai, 2018; Fox, 2019). Como señala Desai (2018), más del 65% de los atletas de la NCAA son blancos. Desai (2018) discute que muchos de estos estudiantes provienen de familias adineradas que son capaces de pagar los costos asociados con la práctica de deportes con el fin de llevar a estos atletas al nivel de la NCAA. Esto brinda una ventaja a estos estudiantes en el proceso de admisión, ya que Fox (2019) señala que los atletas tienen la oportunidad de ser admitidos con calificaciones más bajas que sus compañeros. Arcidiacono, Kinsler y Ransom (2019) utilizan como ejemplo la Universidad de Harvard, donde los asientos están reservados para los atletas y las solicitudes de los atletas reclutados se revisan por separado de los demás aspirantes. Es de reconocer que, como señaló Desai (2018), hay algunos estudiantes-atletas (principalmente jugadores de básquetbol y fútbol americano) que provienen de entornos desfavorecidos, y para quienes el ingreso como deportista sí da acceso a una educación que de otra manera no tendrían. Sin embargo, la gran mayoría de los estudiantes-atletas tienen una ventaja en el proceso de admisión como consecuencia de su nivel socioeconómico (Desai, 2018).

    El privilegio que se les da a los estudiantes-atletas en el proceso de admisiones quedó demostrado en el escándalo Varsity Blues, en el que la actriz Lori Loughlin hizo que sus dos hijas fueran admitidas en la Universidad del Sur de California bajo el pretexto de ser miembros del equipo de remo al pagar sobornos a los entrenadores (Kahlenberg, 2019). Debido a que sus hijas fueron recomendadas para la admisión por entrenadores de atletismo, se les ofreció la admisión a pesar de tener calificaciones y puntajes de exámenes más bajos que otros estudiantes (Kahlenberg, 2019). Si bien el escándalo Varsity Blues es un ejemplo extremo de padres y estudiantes que se involucran en comportamientos poco éticos para obtener la admisión, hay muchos métodos de trampa que son utilizados por estudiantes y padres que están desesperados por obtener la admisión a la escuela elegida.

    Muchas de las políticas y tácticas de admisión discutidas en este capítulo ofrecen ventajas a los estudiantes de ciertos grupos raciales y socioeconómicos. En un intento de combatir esta brecha, se han implementado algunas políticas. En Estados Unidos, la Acción Afirmativa se introdujo en 1961 (Webster, 2017). Como señala Webster (2017), Acción Afirmativa originalmente tenía la intención de “mejorar las oportunidades educativas para los grupos minoritarios (incluyendo razas minoritarias, géneros y orientaciones sexuales) que son discriminados común e históricamente” (párr. 2). No obstante, el uso de la Acción Afirmativa en las instituciones estadounidenses está disminuyendo, y DeSilver (2014) señala que ocho estados han prohibido el uso de Acción Afirmativa, a favor de otras políticas.

    Existen programas similares de acceso equitativo en Canadá, donde la admisión comúnmente se ha basado en calificaciones, sin consideración por la raza u otros factores demográficos (Kingkade, 2019). Muchas instituciones han creado políticas con respecto a la admisión de estudiantes indígenas en respuesta a las recomendaciones de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (Cote-Meek, 2017) que buscan nivelar el campo de juego para quienes han experimentado discriminación en el sistema educativo. Las instituciones caminan por una línea fina tratando de equilibrar la equidad en los procesos de admisión con el servicio a los estudiantes que normalmente pueden tener dificultades para acceder a la educación sin negar el acceso a otros estudiantes. Desde una perspectiva deontológica (Farrow, 2016), las instituciones postsecundarias tienen la responsabilidad de ofrecer educación a estudiantes de diversos orígenes, lo que puede hacer que el compromiso en prácticas que favorezcan a aquellos de ciertos orígenes raciales o socioeconómicos sea poco ético. No obstante, en los casos en que estas prácticas busquen nivelar las condiciones de juego, pueden ser consideradas conductas éticas por parte de la institución si buscan acabar con legados de discriminación del sistema educativo.

    Privacidad y Seguridad de Datos

    La privacidad y la seguridad de los datos se han convertido en temas importantes en las admisiones con el aumento de las herramientas de seguimiento y análisis de datos disponibles para las instituciones Como informaron MacMillan y Anderson (2019), muchas instituciones están utilizando cookies de Internet para rastrear a los futuros estudiantes incluso antes de que hayan solicitado la admisión. Selingo (2017) señala que hay varias herramientas disponibles adaptadas a las instituciones educativas que rastrean el historial de navegación de los futuros estudiantes tanto en la página web de la institución como a través de Internet, utilizando estos datos para construir un perfil que predice, entre otras cosas, la ubicación de un estudiante, la raza y si el estudiante requerirá ayuda económica. Estos perfiles se pueden rastrear a la identidad del estudiante y eventualmente adjuntarse a la solicitud de un estudiante, proporcionando así a los oficiales de admisiones información sobre el aspirante que el aspirante no proporcionó ellos mismos.

    Homayon (2017) discute un ejemplo de admisiones impactadas por información que los futuros estudiantes no suministraron a una institución. Un grupo de estudiantes tuvo rescindidas sus ofertas a Harvard luego de que surgieran capturas de pantalla de memes racistas, sexistas y homofóbicos compartidos en un grupo 'privado' de Facebook. A medida que explora Hu (2020), muchas personas quieren más espacios privados en internet donde puedan interactuar con otros. Sin embargo, como discute Hu (2020), un espacio en internet nunca es verdaderamente privado; las capturas de pantalla se pueden tomar y compartir más allá de la audiencia prevista.

    Incluso antes de que los futuros estudiantes soliciten, o consideren postularse a, una institución, es posible que sus datos ya estén siendo evaluados para determinar si son candidatos idóneos. Selingo (2017) discutió la práctica de comprar listas de nombres a los administradores de pruebas. Las listas de nombres de los estudiantes que recientemente han redactado una prueba de admisión estandarizada, como el SAT, se compran a los administradores de la prueba con base en criterios demográficos como ubicación, puntaje de prueba y nivel de ingresos de los padres (Selingo, 2017). Una vez que una institución compra el nombre de un estudiante a un administrador de exámenes, se le permite comercializar a ese estudiante por un cierto período de tiempo (generalmente 1-2 años). Este proceso puede disminuir la equidad en el sistema educativo desde el inicio del proceso de reclutamiento, ya que los nombres adquiridos tienen más probabilidades de ser de estudiantes de clases socioeconómicas superiores (Selingo, 2017). Eso significa que algunos aspirantes recibirán comunicación a medida de instituciones proporcionándoles información que tal vez no esté tan fácilmente disponible para otros aspirantes.

    Desde una perspectiva consecuencialista (Farrow, 2016), las instituciones están actuando para promover los mejores resultados para sí mismas, mediante el uso de cualquier dato a los que puedan acceder o comprar. Para las instituciones, estas prácticas suelen enfocarse en el reclutamiento y admisión de estudiantes que cumplan con los perfiles socioeconómicos y demográficos que la institución busca reforzar, incluyendo apuntar a ciertas estadísticas de raza y género, así como atraer a estudiantes que no necesitan ayuda económica o becas para pagar colegiatura (Selingo, 2017). Sin embargo, estos mejores resultados para la institución no están alineados con los mejores resultados para todos los estudiantes, o para la sociedad. Desde una perspectiva ética de virtud (Farrow, 2016), el comportamiento de las instituciones es poco ético, ya que la institución (y por lo tanto quienes toman decisiones en la institución) no están actuando de manera justa y ética.

    Integridad educativa y minimización del riesgo para todos

    Newcomb (2017) identifica la necesidad de que el personal de admisiones esté capacitado sobre las características de seguridad de los documentos y cómo detectar transcripciones fraudulentas, puntajes de exámenes y documentos sospechosos, como parte del papel del personal de admisiones es ser un “guardián” para la admisión a la institución (p. 39). Varios padres indicaron en el escándalo Varsity Blues pagados para que se inflaran fraudulentamente los puntajes del SAT de sus hijos, muchos sin que sus hijos lo supieran (Kircher, 2019). En 2018, Niagara College identificó que los puntajes de las pruebas de dominio del idioma inglés provenientes de ciertos centros de pruebas en la India se habían visto comprometidos (Keung, 2018).

    Tyre (2016) describe la red en línea que algunos estudiantes internacionales utilizan para obtener puntajes fraudulentos en admisiones estandarizadas y exámenes de idioma inglés. Usando corredores en línea, los estudiantes pueden contratar lo que se conoce como “pistoleros” (Tyre, 2016), o un examinador proxy. Los estudiantes especifican el rango de puntaje que necesitan en la prueba, así como proporcionar una foto de ellos mismos o información sobre su apariencia. Los pistoleros que tienen una apariencia similar a la del estudiante son vitales, ya que se requiere identificación en la mayoría de los sitios de prueba, y muchas agencias de pruebas toman una foto del tomador del examen y la incluyen en los resultados de la prueba. Tyre (2016) señala que los puntajes excepcionalmente altos o que el examen se realice en un centro de pruebas de América del Norte (en lugar de en una ubicación china) cuesta extra. Los corredores también pueden estar en Norteamérica; en 2019, se descubrió una red de fraude TOEFL en la Universidad de California en Los Ángeles (Beam, 2019). En 2018, una estudiante china que estudiaba en la Universidad Estatal de Pensilvania fue deportada de Estados Unidos tras cargos de fraude luego de usar una examinadora pagada para redactar su examen TOEFL en 2016 (Reuters, 2018). Estos son solo algunos ejemplos recientes de fraude en la toma de pruebas.

    A medida que la tecnología ha avanzado, también lo han hecho los métodos para participar y detectar comportamientos fraudulentos. Como lo discutió Jenks (2019) en el podcast Gangster Capitalism, el escándalo Varsity Blues se construyó casi en su totalidad electrónicamente, con mensajes de texto, correos electrónicos, fotos con photoshopped y transferencias bancarias para fondos que conectan esta red fraudulenta. Tyre (2016) examina cómo estas agencias intentan mantenerse por delante de las características de seguridad implementadas por los administradores de pruebas, como la contratación de examinados que tengan una apariencia similar a la persona en cuyo nombre están escribiendo la prueba. Beam (2019) señala que el software de reconocimiento facial y de voz está siendo considerado por algunas empresas de pruebas como medidas de seguridad adicionales.

    La preocupación por la admisión de estudiantes a quienes se les ha otorgado la admisión con base en documentos de solicitud fraudulentos y puntajes de exámenes es que están tomando el lugar de un estudiante más merecedor. Lo común de quienes son admitidos engañando al sistema es el uso de recursos financieros. Desde la perspectiva de la ética de la virtud (Farrow, 2016), esto es un desafío ya que demuestra que no todos los estudiantes están actuando virtuosamente. Desde una perspectiva consecuencialista (Farrow, 2016), este comportamiento es poco ético ya que no promueve los mejores resultados para todas las partes.

    Autonomía e independencia estudiantil

    En el proceso de admisión postsecundaria, puede haber una falta de consideración por la autonomía y privacidad de los estudiantes. Para redactar el examen SAT, que se requiere para ingresar a la mayoría de las universidades de Estados Unidos (y también puede ser utilizado para ingresar a muchas instituciones canadienses), los estudiantes deben proporcionar la siguiente información a College Board (la empresa privada que administra el examen): nombre completo, fecha de nacimiento, dirección postal, número de teléfono, dirección de correo electrónico, género, raza e información sobre su preparatoria (College Board, 2020). Luego, el College Board utiliza estos datos para rastrear a los estudiantes, además de vender estos datos a colegios y universidades a través de su Servicio de Búsqueda de Estudiantes (College Board, 2020). Los estudiantes pueden 'optar' por no incluir sus datos en el Servicio de Búsqueda de Estudiantes (College Board, 2020), pero no pueden “optar por no” proporcionar su información a College Board en primer lugar. La venta de estos datos del estudiante significa que los estudiantes pueden recibir comunicación de escuelas de las que nunca han oído hablar, o que no les interesa. Si bien las escuelas tienen la opción de qué datos del estudiante compran, con base en información demográfica y académica, los estudiantes no tienen la opción de qué escuelas se ponen en contacto con ellos (Selingo, 2017).

    No solo se rastrea a los estudiantes por datos que proporcionan a sabiendas (como los datos que dan a College Board), también pueden ser rastreados por datos que no se dan cuenta de que están proporcionando. Como se discutió anteriormente en este capítulo, tanto MacMillan como Anderson (2019) y Selingo (2017) señalan que muchas instituciones utilizan cookies de Internet para rastrear a los estudiantes incluso antes de que hayan solicitado la admisión. La información obtenida del historial de navegación web del estudiante puede entonces ser tenida en cuenta en la decisión de admisión de ese estudiante (MacMillan & Anderson, 2019). Esto significa que el estudiante no tiene opción en cuanto a la información que le está proporcionando a una institución y puede ser evaluado con base en información que no quiso revelar. Como se discutió anteriormente, focalizar y evaluar a los estudiantes con base en este tipo de datos puede disminuir la equidad en el proceso de admisión, ya que estos datos pueden revelar información sobre la raza o estatus socioeconómico de un estudiante que puede hacer que sea menos probable que reciba una oferta de admisión.

    En 2019, College Board anunció planes para introducir un “Adversity Score”, que acompañaría el puntaje SAT de un estudiante al reportar a instituciones postsecundarias (Allyn, 2019). Este puntaje fue diseñado para proporcionar contexto sobre los antecedentes de un estudiante en función de su código postal y escuela, e indexaría cosas como la tasa de criminalidad, el ingreso medio y el logro educativo promedio en una “puntuación” numérica (Allyn, 2019). La intención de este puntaje fue demostrar a las instituciones los factores que pueden impactar la capacidad de un estudiante para obtener una puntuación tan alta en el SAT como sus pares más ricos y permitirles ser evaluados en el contexto de su situación (Rim, 2019); sin embargo, los críticos rápidamente notaron que esta información podría ser utilizada para discriminar a estudiantes de antecedentes socioeconómicos inferiores que puedan ser considerados como menos deseables por las instituciones (Allyn, 2019). Después de esta reacción, College Board rediseñó este concepto como el “Panel de Contexto Ambiental”, que es una serie de métricas (en lugar de un solo número), proporcionadas a las instituciones junto con la puntuación SAT de un estudiante (Rim, 2019). No obstante, Rim (2019) señala que esto aún proporciona a las instituciones información sobre los antecedentes de un estudiante que no revelaron ellos mismos, los cuales pueden ser utilizados en su contra en una decisión de admisión.

    No son solo las instituciones y los datos los que despojan a los estudiantes de su autonomía; como discutió Kircher (2019a), muchos de los estudiantes que fueron admitidos en universidades de primer nivel como consecuencia del escándalo Varsity Blues no conocían las acciones que habían tomado sus padres y no estaban conscientes de que su admisión era fraudulentas. Kircher (2019b) señala que a algunos de estos estudiantes se les revocaron sus ofertas de admisión (para aquellos que no habían iniciado al momento de las detenciones), y otros fueron expulsados o se les puso en suspenso sus programas mientras las escuelas realizaban sus propias investigaciones.

    Desde una perspectiva consecuencialista (Farrow, 2016), College Board estaba tratando de promover los mejores resultados para los estudiantes proporcionando a las instituciones una visión holística de los antecedentes de un estudiante. De igual manera, los padres involucrados en el escándalo Varsity Blues actuaban para promover lo que ellos sentían que eran los mejores resultados para su hijo, en este caso, ser admitido en una universidad de prestigio. Sin embargo, desde la perspectiva de la ética de la virtud (Farrow, 2016), estas acciones no valoran el bienestar de los estudiantes individuales.

    Conclusión

    El reto de determinar la equidad en las admisiones postsecundarias es que no existe realmente una respuesta “correcta”. En muchos casos, hay más futuros estudiantes interesados que plazas disponibles en muchos programas, y corresponde a las instituciones determinar la mejor y más justa manera de llenar estos escaños. Si bien es claramente poco ético cuando los futuros estudiantes y/o sus padres presentan documentos fraudulentos o participan en otras actividades ilegales para obtener la admisión, otras situaciones no son tan obvias.

    En la obra Admisiones (Dunsdon, 2020), el personaje principal, Sheri Rosen-Mason, lidia con este acertijo. Después de pasar toda su carrera abogando por la diversidad en las admisiones en la preparatoria universitaria donde trabaja, su hijo no es admitido en la escuela de Ivy League de sus sueños, aunque su amigo minoritario con calificaciones más bajas sí. Sheri reconoce el delicado equilibrio de considerar tanto la circunstancia como el logro, y el papel de la raza, la clase y el privilegio en estas decisiones.

    A medida que las instituciones consideran cómo admiten a los estudiantes, deben considerar los criterios que utilizan para la admisión y cómo eso se ve impactado por la vida individual y las circunstancias educativas de un aspirante. Al momento de redactar este capítulo, instituciones de todo el mundo estaban considerando criterios de admisión como consecuencia de la pandemia del COVID-19. Se cancelaron las pruebas estandarizadas utilizadas tradicionalmente para admisiones como el SAT y los exámenes de diplomado provincial (Adams, 2020; Edwardson, 2020) y se cerraron los centros de pruebas que administran las pruebas del idioma inglés. En algunos casos, las instituciones se movieron hacia formas alternas de evaluación como las pruebas de idioma inglés en línea (Universidad de Calgary, 2020) y eliminaron el requisito de exámenes estandarizados y calificaciones finales (Hess, 2020).

    Como señala Hess (2020), la pandemia de COVID-19 ha resaltado algunos de los problemas con la equidad en la educación, ya que los estudiantes de entornos menos ricos, o los estudiantes de comunidades o zonas remotas y rurales del país, luchan por acceder a los recursos en línea debido a la falta de acceso a la tecnología adecuada y/o conexiones a internet. Los impactos del COVID-19 se sentirán en el proceso de admisión durante varios años por venir, ya que los futuros estudiantes postulan con calificaciones más bajas o no tradicionales (como aprobar/fallar) o sin oportunidades anteriores de escribir pruebas estandarizadas (Hess, 2020). Con estos nuevos retos en las admisiones, las instituciones deberán ser flexibles y trabajar con futuros estudiantes en función de sus circunstancias individuales. Lo que queda por ver es si esta pandemia cambiará la forma en que las instituciones toman decisiones sobre las admisiones a largo plazo, o si las instituciones volverán a sus formas anteriores de hacer las cosas a medida que la pandemia se convierta en un recuerdo.

    Si bien las circunstancias individuales de un estudiante deben ser consideradas en el proceso de admisión, las instituciones deben considerar cuidadosamente la fuente y credibilidad de la información. Si bien existe una gran cantidad de información proporcionada por los futuros estudiantes a las instituciones en el proceso de admisión, las instituciones también deben considerar el derecho de un estudiante a la privacidad al considerar el uso de datos obtenidos de las redes sociales, cookies de internet o fuentes de terceros, ya que el estudiante no realizó el decisión consciente de revelar esos datos a la escuela (Rim, 2019).

    Al final, no importa qué información se utilice y cómo se tomen las decisiones de admisión, hay aspirantes a los que no se les ofrecerá admisión, ya que simplemente no hay suficientes asientos para todos los que quieran ingresar. Este es el desgarrador reto del trabajo de admisiones. No importa si la admisión se basa en calificaciones de exámenes, calificaciones o circunstancias personales, hay aspirantes a quienes se les denegará la admisión. El reto ético es decidir a qué aspirantes se les ofrecerá y no la admisión, sin beneficiar o desfavorecer injustamente a ningún grupo de futuros estudiantes en el proceso.

    Referencias

    Adams, S. (2020, 13 de marzo). Cómo la pandemia de coronavirus está causando estragos con el SAT. Forbes. https://www.forbes.com/sites/susanadams/2020/03/13/how-the-coronavirus-pandemic-is-wreaking-havoc-with-the-sat/#705702c75a44

    Arcidiacono, P., Kinsler, J., & Ransom, T. (2019). Legado y preferencias de atletas en Harvard [Documento de Trabajo No. 26316]. Buró Nacional de Investigaciones Económicas. https://www.nber.org/papers/w26316

    Viga, C. (2019, 26 de abril). Una red china de trampas en UCLA revela una industria dedicada a ayudar a estudiantes internacionales a estafar calificaciones. Revista Los Ángeles. https://www.lamag.com/citythinkblog/ucla-cheating/

    Junta Universitaria. (2020, 12 de abril). Declaración de privacidad. https://about.collegeboard.org/privacy-center/privacy-statement

    Cote-Meek, S. (2017, 16 de febrero). Necesitamos reimaginar un sistema educativo que satisfaga mejor las necesidades de los pueblos indígenas. Opciones de política. https://policyoptions.irpp.org/magazines/february-2017/post-secondary-education-and-reconciliation/

    Daniels, R. J. (2020, 18 de enero). Por qué terminamos las admisiones heredadas en John Hopkins. El Atlántico. https://www.theatlantic.com/ideas/archive/2020/01/why-we-ended-legacy-admissions-johns-hopkins/605131/

    Desai, S. (2018, 23 de octubre). Los deportes universitarios son acción afirmativa para estudiantes blancos ricos. El Atlántico. https://www.theatlantic.com/education/archive/2018/10/college-sports-benefits-white-students/573688/

    DeSilver, D. (2014, 22 de abril). Suprema Corte dice que los estados pueden prohibir la acción afirmativa; 8 ya la tienen. Centro de Investigación Pew. https://www.pewresearch.org/fact-tank/2014/04/22/supreme-court-says-states-can-ban-affirmative-action-8-already-have/

    Dunsdon, J. (Director). (2020). Admisiones. [Producción escénica]. Teatro Calgary.

    Edwardson, L. (2020, 20 de marzo). Alberta cancela exámenes provinciales y diplomados, publica pautas de aprendizaje en el hogar. CBC. https://www.cbc.ca/news/canada/calgary/alberta-cancels-provincial-and-diploma-exams-releases-at-home-learning-guidelines-1.5504733

    Farrow, R. (2016). Un marco para la ética de la educación abierta. Praxis Abierta, 8 (2), 93-109. http://dx.doi.org/10.5944/openpraxis.8.2.291

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