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5.5: La paternidad y las relaciones familiares en la migración transnacional de Mezcala, México

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    Objetivos de aprendizaje
    • Analizar diversas prácticas y significados de la paternidad.
    • Identificar los elementos clave en la construcción de la paternidad y la conyugalidad entre jóvenes migrantes indígenas mexicanos.
    • Discutir cómo el transnacionalismo afecta la vida de los pueblos indígenas y cómo su condición de indocumentados los hace vulnerables en Estados Unidos.

    En este capítulo, el autor explora las experiencias de paternidad entre hombres migrantes en Estados Unidos y México y demuestra cómo perturban modelos comunes de paternidad. A través de estudios de casos, el autor aborda las formas en que estos hombres negocian roles y crean estrategias para estar presentes, tener autoridad y apoyar sus relaciones con sus cónyuges e hijos, incluso en su ausencia. El autor concluye que sus experiencias migratorias configuran profundamente sus prácticas e identidades como padres.

    INTRODUCCIÓN

    En algunas sociedades latinoamericanas, especialmente en México, la paternidad marca un cambio de estatus a medida que los hombres se convierten en padres. A través del acceso a recursos económicos y simbólicos como padres, los hombres se consolidan como “hombres completos”, siempre y cuando cumplan con obligaciones familiares como brindar apoyo económico y usar la autoridad que viene de ser varón y padre en un ambiente patriarcal. Sin embargo, la experiencia de la paternidad no es universal sino más bien informada por prácticas sociales y culturalmente específicas. Por ejemplo, algunos estudiosos sugieren que los padres campesinos del centro de México están más involucrados en la crianza de sus hijos que los padres urbanos en la Ciudad de México porque “hay una multiplicidad de prácticas y patrones culturales en los que la paternidad se basa en la divergencia de experiencias” (Gutmann 1996, 57). Además, según Luis Bonino, “la paternidad será diversa siempre y cuando el sector social, la clase, la edad y la religión sean diferentes” (Bonino 2003, 172). Además, la paternidad en el contexto de la migración transnacional crea, por un lado, condiciones de vulnerabilidad para los hombres, pero por otro también puede proporcionar beneficios económicos para apoyar a sus familias en México.

    Mi investigación perturba los modelos universales de paternidad al demostrar su complejidad. Me enfoco en los diversos significados y prácticas de paternidad entre hombres indígenas de Coca de Mezcala, Jalisco, México, que emigraron a Estados Unidos. Los significados y prácticas de la familia para estos hombres se basan en experiencias comunitarias indígenas. Negocian y crean estrategias para estar presentes, tener autoridad y apoyar sus relaciones con sus cónyuges e hijos. En otras palabras, se convierten en padres, no sólo porque produjeron hijos biológicamente sino porque son reconocidos por su comunidad como que mantienen sus roles parentales incluso en su ausencia física. Sin embargo, estas experiencias parentales están moldeadas por sus diversas experiencias migratorias, las cuales, a su vez, transforman su identidad como padres de diversas maneras.

    Como lees en la introducción de este libro, la cultura se construye a través de una miríada de procesos sociales complejos. De igual manera, las identidades de género como el “padre” son también construcciones sociales, que para estos hombres están moldeadas por la historia, la composición comunitaria y la experiencia migratoria. Para iniciar este capítulo, examinaré el impacto de la migración transnacional en los conceptos de paternidad y conyugalidad y su papel en la vida de los hombres migrantes.

    FONDO

    En 2011 comencé a estudiar las prácticas de paternidad de jóvenes migrantes (de dieciocho a veintiséis) de la comunidad indígena Coca de Mezcala, Jalisco, México, y qué revelan estas prácticas sobre sus relaciones con sus cónyuges e hijos. La comunidad indígena Coca de Mezcala, México, se encuentra en la orilla norte del lago Chapala, Jalisco. Se trata de un pueblo de pescadores, campesinos, comerciantes y (recientemente) hábiles comerciantes que trabajan en la construcción de viviendas y montaje de electrónica. El pueblo está luchando con el Estado mexicano por el reconocimiento de su autonomía indígena y sus prácticas ancestrales. Su identidad indígena se basa en la organización comunitaria, religiosa y familiar vinculada a la tierra y los territorios lacustres. Para más información sobre esta comunidad ver Castillero 2005, Bastos 2012, y Ochoa 2006.

    Los hombres que estudié emigraron a Estados Unidos buscando mejores condiciones de vida. Algunos fueron deportados a México bajo el programa Comunidades Seguras del presidente Obama (2008-2017). Mi investigación examina cómo esta política afectó a los migrantes y su vida familiar. Otros hombres en mi estudio (con y sin documentos) regresaron voluntariamente a México para atender asuntos familiares en casa. En este capítulo exploro las realidades interconectadas de “ser padre” y “ser marido” en el contexto de esta migración transnacional. A través de entrevistas y observaciones etnográficas en Mezcala, México, y Los Ángeles y Sanger en California, identifico las tensiones y estrategias que estos hombres desarrollan a medida que son padres a distancia. También sugiero que la paternidad se construye a través de concepciones y prácticas de género, conjugalidad y experiencias migratorias. Estos hombres tenían más educación y habilidades especializadas que les permitieron obtener empleo en Estados Unidos en la construcción, montaje de electrónica y empaque de alimentos, lo que facilitó sus vidas como migrantes en comparación con sus predecesores que eran campesinos, pescadores o migrantes braceros. En los tres casos que presento en este capítulo, los jóvenes utilizan sus habilidades para sobrevivir en California en un contexto donde el acoso y la discriminación son cada vez mayores. Los tres hombres carecían de los documentos adecuados para trabajar en Estados Unidos, lo que complicó enormemente sus vidas y afectó las prácticas de paternidad y las relaciones con sus cónyuges e hijos. En todos estos casos, se cambiaron los nombres de los entrevistados para proteger sus identidades.

    Definición: Programa Bracero

    un programa de trabajadores temporales que opera de 1942 a 1964 para atender la escasez de mano de obra en la década de 1940 causada por la Segunda Guerra Mundial. El objetivo original del programa Bracero era emplear una gran mano de obra temporal para cosechar frutas y verduras para consumo estadounidense.

    TRANSNACIONALISMO Y PATERNIDAD

    Para comprender la importancia de la paternidad para estos hombres, es importante contextualizar a distancia sus movimientos transnacionales y la complejidad de sus prácticas de paternidad. Los estudiosos han argumentado que el transnacionalismo indica un debilitamiento de los Estados-nación, y simultáneamente, el fortalecimiento de la economía global contemporánea contribuyendo a la formación y continuidad de las instituciones financieras y políticas globales. Para Jürgen Habermas, el debilitamiento del Estado se expresó por la crisis del capitalismo y el sistema de instituciones nacionales: es decir, los estados ya no tenían la facultad de regular el mercado interno ni la autoridad para tomar decisiones de política. Más bien, estas facultades fueron ejercidas por otras instituciones como el Banco Mundial (BM) o el Fondo Monetario Internacional (FMI), que produjeron lo que Habermas llamó la era “posnacional” (Habermas 1998). Instituciones globales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el FMI y el BM impusieron sus políticas y agendas en muchos países latinoamericanos, resultando en condiciones de desigualdad, pobreza y exclusión socioeconómica dentro de su población. Con el transnacionalismo, las grandes corporaciones movieron operaciones alrededor del mundo buscando países con, por ejemplo, regulaciones ambientales laxas que permitieran el uso de químicos tóxicos en la producción de telas, ropa y electrónica. Las corporaciones también buscaron ubicaciones con mano de obra barata y pocos derechos laborales, agravando la inseguridad laboral y la desigualdad social en estos países.

    Los académicos (Ong 1999; Kearney 1995) han analizado los impactos perjudiciales del transnacionalismo en las economías y sociedades de las zonas periféricas del globo. Estos procesos globales han contribuido a las motivaciones de la gente para moverse entre países produciendo un momento visible llamado la “era de la migración” (Castles y Miller 2004). Estas migraciones, particularmente para los trabajadores indocumentados, han sido moldeadas por clase, género y etnia (Alarcón 1999; Alba 1999; Arroyo 1989; Bustamante 1975, 1997; Cornelius 1990; Delgado y Márquez 2007). Los hombres que participan en mi investigación de la comunidad Coca se encuentran entre aquellos migrantes indocumentados cuyas vidas y movimientos han sido profundamente afectados por la transnacionalización del capital. Estos individuos están tratando de reconfigurar sus vidas, su comunidad y su identidad de género y paternidad también. Desde esta perspectiva, Malkin (1999) sugiere que la migración debe ser examinada desde la construcción del género para diferenciar la participación de hombres y mujeres dentro del circuito migratorio transnacional porque “corremos el riesgo no sólo de otorgar prioridad a lo 'político' sobre lo 'doméstico' sino no a reforzar la dualidad” (Malkin 1999, 475). Además, la migración afecta a la “dinámica familiar”, lo que nos permite comprender la cohesión social, los elementos de solidaridad y reciprocidad, pero también la tensión, el conflicto y la violencia en la esfera privada de las familias (Boehm 2008, 21).

    La paternidad en América Latina ha surgido como un tema central en la beca a partir de la década de 2000. Las paternidades de Fuller en América Latina (2000), por ejemplo, posicionaron a la paternidad en el centro del análisis examinando casos de diferentes países como México, Perú, Argentina y Chile. Cada caso muestra diversas prácticas en el contexto de la economía global, lo que genera relaciones desiguales basadas en el género, la etnia y la migración. Reconociendo a México como un país multicultural, Bonino (2003) propone modelos de paternidad basados en diferentes tipos de culturas, religiones y sociedades. De igual manera, Alatorre sostiene que la paternidad es “una interpretación del tema que lo ubica en relación con hijos e hijas e incluye una serie de prácticas y significados, que no son universales ni homogéneos, por lo que habrá que observar a estos hombres en sus contextos particulares sin perder visión de sus orígenes étnicos, relacionales, sociales, etc.” (Alatorre y Luna 2000, 244). A partir de esta literatura, reconozco la paternidad como una identidad cambiante que incluye la idea de ser un “buen padre” y un “buen cónyuge”. Se trata de una identidad social y cultural que se construye sobre las relaciones con los cónyuges y los hijos, ya sean coubicados o que vivan a distancia.

    MEZCALA, UN PUEBLO DE MIGRANTES INDÍGENAS TRANSNACIONALES

    Mezcala es un enclave indígena que representa uno de los últimos pueblos ribereños de Jalisco que aún conserva sus prácticas religiosas e identidad. Anclados en el territorio, tienen una larga historia de luchas para defender su autonomía indígena Coca (Bastos 2010; Martínez y Alonso 2009). Aunque las Cocas ya no hablan náhuatl (su lengua materna), expresan su identidad étnica a través de su fuerte estructura de organización comunitaria, lazos familiares y comunitarios. En Mezcala, la agricultura ha sido una parte fundamental de la economía local y regional. Se trata de una comunidad de agricultores y pescadores, que en los últimos años ha cambiado ya que el acceso a la educación ha llevado a otros empleos como en la industria electrónica y los oficios de la construcción. Desde mediados de la década de 1980 las maquiladoras cercanas a Mezcala han creado empleos para los residentes locales. A pesar de que solo ofrecen empleos de salario mínimo, los trabajadores encontraron atractivos estos puestos ya que proporcionaban mejores condiciones laborales y de vida. A pesar de estos empleos de fábrica, Mezcala sigue siendo una comunidad indígena pobre, que no se beneficia plenamente de las economías globales ni del estado mexicano.

    Durante la mayor parte del siglo XX, los residentes de Mezcala han estado migrando a Estados Unidos, comenzando con el programa Bracero (1942—1964). Debido a una escasez de mano de obra en la década de 1940 causada por la Segunda Guerra Mundial, el objetivo original del programa Bracero era emplear una gran mano de obra temporal para cosechar frutas y verduras para consumo estadounidense. Desde entonces, la migración de Mezcala (y otras partes de México) a Estados Unidos ha continuado prácticamente sin disminuir. Mezcala se ha convertido en una comunidad transnacional, con las Cocas Indígenas viviendo tanto en México como en Estados Unidos. California es el hogar de una gran población de migrantes de Mezcala, particularmente en las ciudades de Los Ángeles y Sanger. En California, los migrantes han formado asociaciones y grupos que organizan reuniones comunitarias para compartir y continuar las tradiciones practicadas en su comunidad de origen. Por ejemplo, Club Mezcala Inc., ubicado en el centro sur de Los Ángeles, ha sido una activa asociación de ciudad natal desde 2006 con 120 miembros comprometidos. El club organiza eventos de recaudación de fondos para apoyar a la comunidad en Jalisco como la construcción de una biblioteca comunitaria y otros proyectos. En la ciudad de Sanger, grupos de bailarines practican durante meses previos a la celebración del 12 de diciembre por la Virgen de Guadalupe. En ambas ciudades, las celebraciones del Mezcala incluyen bailes, música y disfraces especiales. Los migrantes también cuentan con un equipo de futbol que compite a nivel local y participa en el torneo anual de futbol en California (Pérez-Márquez 2015).

    En la ciudad de Los Ángeles, las Cocas residen en las partes centro y sur de la ciudad, en barrios pobres y considerados por muchos peligrosos. Algunos llegaron entre 1963 y 1987 escapando de la violencia intrafamiliar, condiciones de pobreza y marginación en Mezcala. Los de Sanger llegaron durante las últimas etapas del programa Bracero en la década de 1960 y permanecieron en esta ciudad. Otros llegaron durante la década de 1980 impulsados por las crisis económicas en México en su momento. Allí trabajaron en la cosecha de cítricos y otras frutas. Sanger es una ciudad de catorce mil habitantes ubicada a unas quince millas al este de Fresno, en el Valle Central de California. Ahí las Cocas viven en barrios de la periferia de la ciudad, donde las condiciones de vivienda son más precarias y los pesticidas forman parte del aire que respiran.

    Los tres jóvenes padres migrantes que discuto a continuación todos llegaron a California sin documentos entre 1996 y 2007. Todos contaban con redes de apoyo en ambas ciudades para ayudar a pagar los costos de la migración y establecerse en sus nuevos hogares. La población de origen mexicano en estas ciudades incluye tanto a personas documentadas como indocumentadas, aunque los jóvenes indígenas indocumentados que continúan el flujo migratorio desde Mezcala se encuentran entre los más vulnerables en materia de deportación.

    La implementación del programa migratorio Comunidades Seguras de la administración Obama marcó un cambio en los ritmos y ciclos históricos de la migración desde Mezcala. El programa implementó un nuevo nivel de colaboración entre las agencias gubernamentales federales y estatales, las fuerzas policiales locales y la Agencia de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE). A través de este programa, las fuerzas de seguridad identificaron a extranjeros que estaban detenidos, tenían antecedentes de arrestos previos, o que fueron considerados amenazas a la seguridad de ciudadanos estadounidenses y fueron deportados a su país de origen. La eficiencia de este programa se vio reflejada en el número de personas deportadas a sus países de origen. Bajo la administración Obama, Estados Unidos deportó a más de tres millones de personas, el mayor número en la historia de Estados Unidos (Nowrasteh 2019). Uno de los casos presentados en este estudio fue afectado por esta política, y mi análisis final incluye el impacto que las políticas de la administración Obama tuvieron en la comunidad Coca.

    PADRES JÓVENES MIGRANTES: SER PADRES Y MARIDOS

    En este contexto de deportación y retorno masivo de mexicanos a México, algunos padres jóvenes de Mezcala que emigraron a finales de los 80 y a principios de la década de 2000 no contaban con documentos de residencia en Estados Unidos y enfrentaban grandes retos para ejercer su paternidad por su condición. Ser indocumentados los obligó a vivir en las sombras ya que constantemente temían ser deportados. Ser indocumentados también les prohibió viajar de ida y vuelta a través de la frontera de Estados Unidos para pasar tiempo con su familia, obligándolos a permanecer el mayor tiempo posible en Estados Unidos y hacer que su estadía sea semipermanente. Para estos hombres, todas estas experiencias generan sentimientos de culpa, frustración y remordimiento respecto a su paternidad por su ausencia durante el nacimiento de sus hijos o por la ausencia prolongada en general. No obstante, desde su punto de vista, tratan de mantenerse estrechamente conectados con sus hijos y buscan proteger a sus familias mientras están ausentes de México enviando remesas y manteniendo una comunicación constante. Consideran que es su responsabilidad mantener económicamente a la familia.

    Definición: remesas

    dinero enviado por los migrantes a sus familias residentes en el país de origen.

    Un tema común entre los padres Cocas migrantes que tenían hijos pequeños era que buscaban mantener la posición de autoridad que tenían antes de migrar. Eran “vocales y obstinadas” y participaron activamente en el cuidado de sus hijos, aunque desde la distancia. En comparación con sus padres o abuelos, se consideraban padres mucho menos desapegados y más activos.

    Según sus esposas, los padres migrantes cambiaron tras regresar de Estados Unidos. Este cambio fue a veces “para mejor” y a veces no. Las esposas señalaron que se volvieron más exigentes en cuanto a cuidar a sus hijos y mejorar las condiciones de vida familiar. Ejercieron su presencia como padres buscando autoridad, lo que a veces implicaba usar algún tipo de violencia, ya que los padres migrantes buscaban recuperar la posición que tenían antes de migrar. A veces no tuvieron éxito, y la pareja decidió separarse. El caso de Javier muestra esta dinámica.

    JAVIER: LA FRUSTRACIÓN Y LA CULPA

    Javier es un hombre de treinta años. Su padre es campesino; su madre ama de casa. Es el tercero nacido entre sus trece hermanos y hermanas. Terminó la preparatoria en Mezcala y luego trabajó algunos años en Guadalajara como comerciante en el mercado más grande de la ciudad y en trabajos de construcción en El Salto, municipio cercano a Mezcala. Se casó con Paty en 2003, y menos de un año después nació su primer hijo Rafael, seguido por su hijo Ramiro al año siguiente. Convivió con su familia en la ciudad de Guadalajara, capital del estado de Jalisco.

    En 2006, Javier y su esposa se separaron, y acordaron que cada uno tomara la custodia de un hijo. Javier tomó la custodia de Rafael, el mayor, y su esposa se llevó a Ramiro, el menor. Con Rafael, Javier volvió a vivir a la casa de su madre en Mezcala. Debido a la falta de opciones de empleo y al estrés del divorcio, Javier decidió irse a Estados Unidos a buscar trabajo, dejando a Rafael al cuidado de la madre de Javier. Javier cruzó la frontera norte de México en ruta a Estados Unidos sin documentos ni autorización migratoria formal. Sus hermanos, que vivían en California le ayudaron a pagar los costos de una persona (coyote) que lo ayudó a cruzar la frontera cerca de Nogales, Sonora. A la persona o personas que prestan dichos servicios se les conoce como Coyotes; este apodo suele asociarse con el comportamiento del animal cuando se trata de evitar la detección por parte de quienes están bajo su vigilancia. Cruzar las fronteras estatales modernas sin la documentación adecuada requiere de un coyote que debe tener un conocimiento topográfico y un alto nivel de astucia.

    Esta zona de México es muy peligrosa y también vigilada de cerca por delincuentes organizados y la patrulla fronteriza estadounidense, pero era la única opción viable que tenía para llegar a Los Ángeles. Le tomó varios días llegar, y caminó unos días en el desierto. Entonces uno de los coyotes lo recogió en Arizona, lo escondió en la cajuela de un automóvil y lo llevó a California.

    Javier llegó a la ciudad de Compton, al sur de Los Ángeles, gracias a la ayuda económica de sus dos hermanos que ya vivían aquí. Su hermano Rodrigo trabajó como supervisor en una casa de empaque de comida rápida y le consiguió a Javier un trabajo en la empresa. Javier entonces comenzó a trabajar en el mantenimiento de las máquinas empacadoras de alimentos. Javier repartió sus ingresos entre sus gastos de subsistencia (renta, comida, gasolina) y el envío de dinero a su madre. Sus remesas variaban entre 100 y 150 dólares mensuales, las cuales estaban destinadas a cubrir los gastos de su hijo Rafael en Mezcala. A la edad de ocho años, Rafael debió estar en cuarto grado; sin embargo, después de reprobar dos veces el segundo grado, permaneció en segundo grado. Según la madre de Javier, Rafael tuvo dificultades para aprender y tuvo problemas de conducta (se distrae), pero la madre de Javier piensa que está enfermo de tristeza por no tener a su padre o madre cerca. Para Javier, consideró que dejar a Rafael al cuidado de su abuela era la única opción que tenía después del divorcio. En sus palabras.

    Sé que el niño tiene muchas dudas, ¿por qué lo dejé con su abuela en lugar de con su madre? ¿Por qué no estaba allí cuando era pequeño? ¿Por qué dejo a otros a cargo? Me estoy preparando y volveré cuando sea el momento adecuado. Dios pondrá el momento y las palabras precisas en mi boca. Personalmente tengo mucha culpa por haberlo dejado, razón por la cual le va mal en la escuela. Necesita a sus padres, como mínimo a su mamá, pero ahora su mamá es su abuela. Le pido al Señor que me ilumine y me permita estar junto a mi hijo cuando regrese a Mezcala. Tendremos mejores condiciones de vida y podré cuidarlo. (Javier, entrevista del autor, 15 de agosto de 2012)

    Javier expresa su preocupación por el descuido de su hijo porque, según él, cada vez que ve a Rafael en fotografías no parece bien cuidado, con ropa vieja y zapatos andrajosos.

    Estoy enfadado porque vive así, todo sucio, desaliñado y roto. Estoy seguro, pasa todo el día en la calle... Sería mejor que yo lo cuidara porque su madre nunca lo visita en Mezcala. Sé que ella cedió sus derechos ante él, pero al menos debería visitarlo de vez en cuando. (Javier, entrevista del autor, 15 de agosto de 2012)

    Al platicar con Javier sobre la relación a larga distancia que tiene con sus hijos, declaró: “Estoy preparado para las preguntas. Estoy preparado para responder a todas sus dudas. Por qué su madre lo rechazó, por qué nos divorciamos y por qué lo dejé con su abuela. La razón principal por la que quiero regresar a México es que quiero que Rafa se sienta amado y apreciado al menos por mí, soy su padre; de hecho, por eso quiero volver a Mezcala”. En 2013, después de vivir y trabajar en California durante siete años, Javier regresó voluntariamente a Mezcala. Vive permanentemente en Mezcala y comenzó una nueva familia, y su hijo Rafael sigue conviviendo con sus abuelos.

    La experiencia de Javier proporciona una visión de una serie de factores que influyen en la paternidad de estos hombres. Primero, las condiciones vulnerables de ser un inmigrante indocumentado que vive en California restringieron su capacidad de regresar con mayor frecuencia a México para visitar a su familia. Esto afectó negativamente su conexión y relación con su hijo. Segundo, su identidad como padre responsable se vio alterada porque su madre cuidaba a su hijo, y a su hijo no le iba bien. Es decir, para que Javier sea un buen padre requería que estuviera presente en la vida de su hijo, que lo guiara y participara en sus actividades cotidianas para asegurar su bienestar. El no poder hacer estas cosas afectó negativamente la identidad propia de Javier como buen padre, lo que se vio agravado aún más por las limitaciones a su masculinidad como migrante indocumentado.

    RAUL: RETORNO VOLUNTARIO Y NEGOCIACIÓN DE SU CONYUGALIDAD

    En otro caso, la ausencia y desconexión del padre migrante de sus hijos se convirtió en la fuente misma de la pérdida de su posición parental. Después de una larga ausencia, no se reconoció como padre a pesar de ser el responsable de mantener económicamente a la familia. Raúl es un hombre de treinta años que nació en Mezcala. Después de la preparatoria, se fue a trabajar para una constructora durante un año y medio en un pueblo vecino. Este trabajo le permitió viajar y conocer diferentes partes de México ya que la compañía hacía proyectos en Cancún, León, Guanajuato, Guadalajara y Ciudad de México. Cuando tenía diecinueve, conoció a Lilia con quien luego tuvo dos hijos en los siguientes dos años: Rosalía y Carlitos. En 2008, cuando Raúl tenía veintiún años, se fue a Los Ángeles donde viven cuatro de sus hermanos. No tenía forma de llegar legalmente a Estados Unidos, por lo que sus hermanos le ayudaron a pagar todos los costos de cruzar la frontera, lo que implicaba contratar a un coyote. Cuando Raúl llegó, comenzó a trabajar en una fábrica de neumáticos y después para una casa de empaque de comida rápida donde trabajaban dos de sus hermanos. Permaneció en Los Ángeles desde 2008 hasta 2010, cuando decidió regresar a México para conocer a su hijo Carlitos, quien ya tenía un año de edad.

    Después de su estadía de dos años en Estados Unidos, Raúl pensó que su experiencia había cambiado su perspectiva de ser hombre de varias maneras: “Ahí estás un hombre y una mujer, porque ahí tienes que trabajar fuera de la casa y además lavar tu ropa, planchar y cocinar. No hay distinción entre ser hombre o mujer” (Raúl, entrevista del autor, 13 de mayo de 2011).

    Raúl vivía con sus hermanos en una cochera que servía de departamento. Esto le permitió ahorrar para comprar una camioneta, que era uno de los objetivos del viaje a Estados Unidos, además de enviar dinero a Lilia para pagar los gastos del hogar en su país. Mientras Raúl estaba en Estados Unidos, Lilia vivía con sus padres. En su casa, se sentía seguro de que a su esposa e hijos no les faltarían alimentos ni necesidades; sin embargo, también pensó que era importante que Lilia tuviera algo de dinero para emergencias, fiestas de cumpleaños, y para medicamentos si sus hijos se enfermaban.

    Le enviaba dinero a Lilia cada vez que podía, cada quince días o cada mes le enviaba un poco de dinero para que ella pudiera comprar la leche del bebé o comprar gasolina para llevarlos al hospital si se enfermaban. También le envié dinero para tener una gran fiesta de cumpleaños para Rosalía y comprarle un vestido de princesa o lo que quiera. Quería que le comprara un vestido y me enviara fotos. (Raúl, entrevista del autor, 13 de mayo de 2011)

    Raúl regresó a Mezcala voluntariamente en 2010 porque no estuvo presente en los nacimientos de ninguno de sus dos hijos y se sintió separado de su familia. A pesar de que Raúl no tenía ninguna opción de trabajo en México, decidió quedarse ahí de forma permanente. La experiencia de Raúl como migrante indocumentado le permitió comprender y negociar su identidad como esposo y su responsabilidad económica como padre. Reflejó que en Estados Unidos los migrantes indocumentados, tanto hombres como mujeres, tienen experiencias laborales y cotidianas similares. Entendió que hombres y mujeres deben trabajar arduamente para obtener sus metas en la vida. A través de la lente de género, reflexionó sobre su papel de padre, su posición como hombre y su capacidad para mantener a su familia.

    PEPE: DEPORTACIÓN Y SEPARACIÓN FAMILIAR

    Pepe nació en Mezcala en 1980, el más joven de una familia de siete hermanos y hermanas. Sus padres emigraron a Estados Unidos en 1988, y aunque ya habían tenido experiencias previas de migración temporal, aseguraron la residencia permanente en Estados Unidos durante la Amnistía Simpson-Rodino o IRCA de 1986. Su padre había comenzado a migrar en 1975, yendo y viniendo entre Mezcala y California. Entonces su madre comenzó a llevar a los hijos mayores a Estados Unidos. Solicitaron permisos para estancias temporales y luego permanentes a través de la Amnistía IRCA, lo que les permitió permanecer indefinidamente. Sin embargo Pepe no tuvo la misma suerte porque su madre no solicitó documentos de identidad dentro del plazo requerido para tramitar los trámites, y como consecuencia quedó indocumentado.

    Pepe creció en Estados Unidos, y por ser el más joven de todos sus hermanos, contaba con más recursos económicos, lo que le permitió terminar la secundaria. Después de la preparatoria trabajó recogiendo fruta en Sanger. Posteriormente trabajó en una fábrica de mermelada en la ciudad de Fresno, California, poco antes de ser deportado en 2012. A los veinte años, Pepe contrajo matrimonio con una mujer de origen mexicano nacida en Fresno a quien conoció en la preparatoria. Tienen cuatro hijos de ocho, siete, cinco y dos años de edad.

    En cuanto a su relación con sus hijos, reflexiona:

    Yo estoy muy cerca de ellos, yo soy quien les dio el desayuno, y los llevé a la escuela. Yo fui quien los cuidó cuando Ana, mi esposa, trabajaba muchas horas... He tenido mucho cuidado con mis hijos porque mis padres me cuidaron porque soy el menor de mis hermanos y hermanas y sé lo importante que es tener a tu mamá y papá cerca de ti. Por eso trato de cuidar a mis hijos tanto como pueda, decirles cómo hacer las cosas y todo eso, pero ahora que estoy fuera, incluso me han dicho que son flacos. (Pepe, entrevista del autor, 20 de febrero de 2012)

    Esta dinámica cambió cuando en 2012 la policía lo llevó a una cárcel en Fresno por conducir sin licencia de conducir, y posteriormente fue deportado. Llegó a la ciudad de Mexicali, donde permaneció un año esperando encontrar la manera de regresar. Finalmente decidió ir a Mezcala y a la casa de su única hermana. Cuando lo entrevisté en Mezcala, llevaba seis meses aquí y no podía encontrar trabajo, ni podía regresar con su familia en Fresno. Su madre le mandó algo de dinero cada dos semanas, dinero que compartía con su hermana Martha en Mezcala y solía comprar tarjetas telefónicas para platicar con su esposa en Fresno y enterarse de su situación migratoria legal en los tribunales. Cuando hablé con su madre Fernanda en Sanger, ella me dijo que los hijos de Pepe “están muy tristes porque él fue quien los cuidó. Pepe fue quien los cuidó, los llevó a la escuela, les hizo la cena”. Fernanda nos mostró fotografías de los niños y explicó que los niños han perdido peso por la ausencia de su padre. Pepe se siente frustrado y culpable por no ser más cuidadoso cuando fue detenido en la carretera.

    Ese acontecimiento marcó su vida y la de su familia. Si bien en ocasiones se siente orgulloso de ser un padre amoroso y muy cercano a sus hijos, en otras ocasiones siente que no ha hecho lo suficiente para poder regresar con ellos, aunque una vez había intentado cruzar la frontera sin documentos. En junio de 2015 supe que Pepe había decidido cruzar la frontera norte de Tijuana-San Diego con los documentos de identificación de uno de sus hermanos. Ahora vive en Fresno pero no con su esposa e hijos porque su esposa decidió que ella quería el divorcio. Vive solo en un departamento y trabaja cosechando naranjas en la fábrica donde trabaja gran parte de su familia. Ve a sus hijos todos los fines de semana y ocasionalmente los recoge de la escuela para llevarlos a almorzar y pasar tiempo con ellos.

    En el caso de Pepe, tres puntos son claros. Primero, la migración desde Mezcala es tan compleja incluso dentro de las mismas familias, sus hermanos pudieron obtener los documentos adecuados para residir en Estados Unidos, pero Pepe permaneció indocumentado. Segundo, su compromiso como padre fue inigualable en relación con otros casos, pero su deportación a México desafió su dedicación a sus hijos. Además, mostró la vulnerabilidad de los niños debido a la condición de indocumentado de su padre. Por último, muestra la disposición de Pepe de regresar a Estados Unidos para estar con sus hijos a pesar de la permanente amenaza de ser deportado debido a leyes migratorias más duras.

    CONCLUSIÓN

    Los casos presentados en este estudio demuestran cómo los padres jóvenes que enfrentan la migración a Estados Unidos hoy se dan cuenta de que la paternidad es una relación que necesita la presencia física y requiere constante afecto, cuidado y atención a los hijos y cónyuges. La idea de paternidad se cruza con la conyugalidad en el contexto de la migración transnacional y conlleva: a) ser un proveedor económico, por ejemplo, a través de remesas pero también b) demostrar presencia y cuidado afectivos paternos y c) negociar el reajuste conyugal, es decir, la relación con sus esposas. Sobre todo, la experiencia de migrar marcó un cambio significativo en la forma en que construyeron su identidad como padres, ya que les hizo tomar conciencia de la importancia de estar cerca de sus hijos, en lugar de simplemente apoyarlos económicamente.

    Estos temas surgen como preocupaciones constantes en estos tres casos de padres jóvenes, la separación temporal de las familias generó dinámicas tensas con sus cónyuges e hijos y en los casos de Javier y Pepe, su ausencia ha sido una verdadera crisis para sus hijos. Para los padres migrantes, es importante mantener un vínculo con sus familias; incluso a distancia, la presencia económica y emocional es un tema relevante en sus vidas.

    A pesar de la distancia y complejidad de permanecer en la clandestinidad, los padres jóvenes migrantes buscaron la reunificación familiar en la medida de lo posible. Con las vicisitudes y complejidad de la paternidad bajo separación física, es necesario depender de otras personas para estar presentes como padres, por ejemplo, abuelas y por supuesto madres que asumen el papel de padres ausentes. En ese sentido, la presencia de esposas o madres de estos hombres es fundamental para reconstruir los contenidos de la paternidad, que se sustenta en la presencia física y en el apoyo económico.

    Situaciones complejas y adversas surgen cuando las personas experimentan vulnerabilidad migratoria. Debido a estos factores, los ideales de paternidad van cambiando lentamente para estos hombres. La vulnerabilidad se experimenta a diario. Implica incertidumbre porque uno corre el riesgo de perder el trabajo, estar separado del lugar donde se encuentra, y ser deportado. Estos hombres viven en un estado de precariedad constante, lo que hace que reconsideren su estancia en Estados Unidos y maximicen sus recursos para el bienestar de sus familias en México.

    Estas experiencias de vulnerabilidad como migrantes indígenas indocumentados fueron un tema recurrente durante mis entrevistas en su comunidad de origen. A pesar de esta condición de vulnerabilidad, estos hombres sentían que debían seguir siendo padres responsables siendo partidarios económicos de la familia y cuidando a sus hijos.

    Estas constantes preocupaciones por la deportación entre los padres migrantes de Mezcala también afectaron su posibilidad de retorno voluntario hasta que cumplieron con sus metas de migración. Esto afectó, sobre todo, a sus hijos, ya que ellos eran los que vivían sin sus padres. La migración a Estados Unidos da como resultado múltiples experiencias y produce diversas situaciones donde la identidad de estos hombres indígenas es desafiada a través de concepciones universales sobre cómo ser padre, el significado de la familia, las percepciones de género y la comunidad.

    De esta manera, las complejidades en la vida de los padres jóvenes migrantes son relevantes a la luz de las acciones de las recientes políticas del gobierno de Estados Unidos que separan a las familias.

    TÉRMINOS CLAVE

    Programa Bracero: un programa de trabajadores temporales que opera de 1942 a 1964 para atender la escasez de mano de obra en la década de 1940 causada por la Segunda Guerra Mundial. El objetivo original del programa Bracero era emplear una gran mano de obra temporal para cosechar frutas y verduras para consumo estadounidense.

    remesas: dinero enviado por los migrantes a sus familias residentes en el país de origen.

    RECURSOS PARA UNA MAYOR EXPLORACIÓN

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