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1.2: ¿Por qué, cómo y cuándo debemos aprender?

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    Selecciones de Metafísica, Análisis Posterior y Política

    Aristóteles

    En la siguiente sección se incluyen comentarios de tres de los libros de Aristóteles. Las secciones están ordenadas desde las más abstractas hasta las más concretas. 1) ¿Por qué los hombres desean saber? 2) ¿Cómo sabemos que sabemos? 3) ¿Qué obligaciones tienen las sociedades para educar?

    Metafísica

    Libro 1

    En esta sección de la Metafísica, Aristóteles argumenta a favor de varias conclusiones 1) los humanos tienen un deseo natural de querer saber. 2) debemos estar más seguros de las premisas de un argumento que de su conclusión. 3) todo el conocimiento científico es el resultado de la demostración (prueba lógica).

    Parte 1

    “TODOS los hombres por naturaleza desean saber. Un indicio de ello es el deleite que tomamos en nuestros sentidos; porque aun aparte de su utilidad son amados por sí mismos; y sobre todo a los demás el sentido de la vista. Porque no sólo con miras a la acción, sino incluso cuando no vamos a hacer nada, preferimos ver (se podría decir) a todo lo demás. La razón es que esto, sobre todo los sentidos, nos hace conocer y sacar a la luz muchas diferencias entre las cosas.

    “Por naturaleza los animales nacen con la facultad de la sensación, y de la sensación la memoria se produce en algunos de ellos, aunque no en otros. Y por lo tanto, los primeros son más inteligentes y aptos para aprender que los que no pueden recordar; los que son incapaces de escuchar sonidos son inteligentes aunque no se les puede enseñar, por ejemplo, la abeja, y cualquier otra raza de animales que pueda ser así; y aquellos que además de la memoria tienen este sentido del oído se puede enseñar.

    “Los animales que no sean el hombre viven de apariencias y recuerdos, y tienen poco de experiencia conectada; pero la raza humana vive también por el arte y los razonamientos. Ahora a partir de la memoria la experiencia se produce en los hombres; porque los diversos recuerdos de la misma cosa producen finalmente la capacidad de una sola experiencia. Y la experiencia se parece más o menos a la ciencia y al arte, pero en realidad la ciencia y el arte llegan a los hombres a través de la experiencia; por 'experiencia hecha arte', como dice Polus, 'pero inexperiencia suerta'. Ahora el arte surge cuando de muchas nociones adquiridas por la experiencia se produce un juicio universal sobre una clase de objetos. Porque tener un juicio de que cuando Callias estaba enfermo de esta enfermedad esto le hizo bien, y de manera similar en el caso de Sócrates y en muchos casos individuales, es cuestión de experiencia; pero juzgar que le ha hecho bien a todas las personas de cierta constitución, marcadas en una clase, cuando estaban enfermas de esta enfermedad, por ejemplo, a personas flemáticas o biliosas cuando se quema con fiebre-esto es una cuestión de arte.

    “Con miras a la acción, la experiencia no parece en ningún sentido inferior al arte, y los hombres de experiencia triunfan incluso mejor que aquellos que tienen teoría sin experiencia. (La razón es que la experiencia es conocimiento de los individuos, arte de los universales, y todas las acciones y producciones se refieren al individuo; porque el médico no cura al hombre, salvo de manera incidental, sino Calías o Sócrates o algún otro llamado por algún nombre de ese individuo, que resulta ser un hombre. Si, entonces, un hombre tiene la teoría sin la experiencia, y reconoce lo universal pero no conoce al individuo incluido en éste, muchas veces dejará de curar; porque es el individuo el que se va a curar.) Pero, sin embargo, pensamos que el conocimiento y la comprensión pertenecen al arte más que a la experiencia, y suponemos que los artistas son más sabios que los hombres de experiencia (lo que implica que la Sabiduría depende en todos los casos más bien del conocimiento); y esto porque los primeros conocen la causa, pero los segundos no. Para los hombres de experiencia saben que la cosa es así, pero no saben por qué, mientras que los demás conocen el 'por qué' y la causa. De ahí que pensemos también que los obreros maestros en cada oficio son más honorables y conocen en un sentido más verdadero y son más sabios que los obreros manuales, porque conocen las causas de las cosas que se hacen (pensamos que los trabajadores manuales son como ciertas cosas sin vida que efectivamente actúan, pero actúan sin saber lo que ellos hacer, como arde el fuego, -pero mientras las cosas sin vida realizan cada una de sus funciones por una tendencia natural, los obreros las realizan a través del hábito); así las vemos como más sabias no en virtud de poder actuar, sino de tener la teoría para sí mismos y conocer las causas. Y en general es una señal del hombre que sabe y del hombre que no sabe, que el primero puede enseñar, y por lo tanto pensamos que el arte es más verdaderamente el conocimiento que la experiencia; porque los artistas pueden enseñar, y los hombres de mera experiencia no pueden.

    “Nuevamente, no consideramos ninguno de los sentidos como Sabiduría; sin embargo, seguramente estos dan el conocimiento más autoritario de los detalles. Pero no nos dicen el 'por qué' de nada, por ejemplo, por qué el fuego está caliente; sólo dicen que hace calor.

    “Al principio el que inventó cualquier arte lo que fuera más allá de las percepciones comunes del hombre era naturalmente admirado por los hombres, no sólo porque había algo útil en los inventos, sino porque se le pensaba sabio y superior al resto. Pero a medida que se inventaron más artes, y algunas se dirigían a las necesidades de la vida, otras a la recreación, los inventores de estas últimas fueron naturalmente siempre considerados como más sabios que los inventores de las primeras, porque sus ramas del conocimiento no apuntaban a la utilidad. De ahí que cuando todos esos inventos ya estaban establecidos, se descubrieron las ciencias que no apuntan a dar placer ni a las necesidades de la vida, y primero en los lugares donde los hombres comenzaron a tener ocio por primera vez. Es por ello que las artes matemáticas se fundaron en Egipto; pues ahí se permitió que la casta sacerdotal estuviera libre.

    “Nosotros hemos dicho en la Ética cuál es la diferencia entre el arte y la ciencia y las demás facultades afines; pero el punto de nuestra presente discusión es éste, que todos los hombres supongan lo que se llama Sabiduría para tratar las primeras causas y los principios de las cosas; para que, como se ha dicho antes, el hombre de se piensa que la experiencia es más sabia que los poseedores de cualquier percepción-sentido cualquiera, el artista más sabio que los hombres de experiencia, el obrero maestro que el mecánico, y los tipos teóricos de conocimiento para ser más de la naturaleza de la Sabiduría que de lo productivo. Claramente entonces la Sabiduría es conocimiento sobre ciertos principios y causas.

    Parte 2

    “Ya que estamos buscando este conocimiento, debemos indagar de qué tipo son las causas y los principios, cuyo conocimiento es la Sabiduría. Si uno tomara las nociones que tenemos sobre el hombre sabio, tal vez esto podría hacer más evidente la respuesta. Suponemos primero, entonces, que el sabio sabe todas las cosas, en la medida de lo posible, aunque no tiene conocimiento de cada una de ellas en detalle; en segundo lugar, que aquel que puede aprender cosas que son difíciles, y no fáciles de conocer para el hombre, es sabio (la percepción-sentido es común a todos, y por lo tanto fácil y sin marca de Sabiduría); de nuevo, que el que es más exacto y más capaz de enseñar las causas es más sabio, en toda rama del conocimiento; y la de las ciencias, también, lo que es deseable por cuenta propia y en aras de conocerla es más de la naturaleza de la Sabiduría que de lo que es deseable por sus resultados, y la la ciencia superior es más de la naturaleza de la Sabiduría que la auxiliar; porque el hombre sabio no debe ser ordenado sino debe ordenar, y no debe obedecer a otro, sino que los menos sabios deben obedecerle.

    “Tales y tantas son las nociones, entonces, que tenemos sobre la Sabiduría y los sabios. Ahora bien, de estas características la de conocer todas las cosas debe pertenecer a aquel que tiene en el más alto grado el conocimiento universal; pues conoce en cierto sentido todas las instancias que caen bajo lo universal. Y estas cosas, las más universales, son en general las más difíciles de conocer para los hombres; porque están más alejadas de los sentidos. Y la más exacta de las ciencias son las que más tratan con los primeros principios; para aquellos que involucran menos principios son más exactos que aquellos que involucran principios adicionales, por ejemplo, aritmética que geometría. Pero la ciencia que investiga las causas también es instructiva, en un grado superior, para las personas que nos instruyen son las que dicen las causas de cada cosa. Y la comprensión y el conocimiento perseguidos por su propio bien se encuentran más en el conocimiento de lo que es más cognoscible (porque el que elija conocer por el bien de conocer elegirá más fácilmente lo que es más verdadero conocimiento, y tal es el conocimiento de lo que es más cognoscible); y el primero principios y las causas son más cognoscibles; pues por razón de estos, y de éstos, todas las demás cosas llegan a conocerse, y no éstas por medio de las cosas subordinadas a ellas. Y la ciencia que sabe con qué fin se debe hacer cada cosa es la más autoritaria de las ciencias, y más autoritaria que cualquier ciencia auxiliar; y este fin es el bien de esa cosa, y en general el bien supremo en toda la naturaleza. Juzgado por todas las pruebas que hemos mencionado, entonces, el nombre en cuestión recae en la misma ciencia; esta debe ser una ciencia que investigue los primeros principios y causas; para el bien, es decir, el fin, es una de las causas.

    “Que no es una ciencia de producción está claro incluso desde la historia de los primeros filósofos. Porque es debido a su asombro que los hombres comienzan ahora y al principio comenzaron a filosofar; se preguntaron originalmente por las dificultades obvias, luego avanzaron poco a poco y plantearon dificultades sobre los asuntos mayores, por ejemplo, sobre los fenómenos de la luna y los del sol y de las estrellas, y sobre la génesis del universo. Y un hombre que está desconcertado y se pregunta se piensa ignorante (de donde incluso el amante del mito es en cierto sentido un amante de la Sabiduría, porque el mito está compuesto de maravillas); por lo tanto como filosofaron el orden de escapar de la ignorancia, evidentemente estaban persiguiendo la ciencia para conocer, y no para ningún utilitario final. Y esto lo confirman los hechos; pues fue cuando se habían asegurado casi todas las necesidades de la vida y las cosas que hacen para la comodidad y el esparcimiento, que se empezó a buscar tal conocimiento. Evidentemente entonces no lo buscamos en aras de ninguna otra ventaja; sino como el hombre es libre, decimos, quien existe por su propio bien y no por el de otro, así que perseguimos esto como la única ciencia libre, porque solo existe por su propio bien...

    Analítica Posterior

    Libro 1

    Esta segunda sección es de la obra de Aristóteles que se enfoca fuertemente en categorizar el tipo de cosas que se pueden conocer y cómo las conocemos. Este pasaje comienza con sus comentarios de apertura sobre el conocimiento científico. Se procede a definir una serie de términos que se convertirán en el centro de la filosofía, especialmente la filosofía medevial y la filosofía analítica del siglo XX.

    Parte 2

    Nos suponemos poseer conocimientos científicos incondicionales de una cosa, a diferencia de conocerla de la manera accidental en que el sofista sabe, cuando pensamos que conocemos la causa de la que depende el hecho, como la causa de ese hecho y de ningún otro, y, además, que el hecho no podría ser otro que él es. Ahora que el conocimiento científico es algo de este tipo es evidente —atestigua tanto a quienes lo reclaman falsamente como a quienes realmente lo poseen, ya que los primeros simplemente se imaginan a sí mismos, mientras que los segundos también están realmente, en la condición descrita. En consecuencia, el objeto propio del conocimiento científico no calificado es algo que no puede ser otro que lo que es. Puede haber otra manera de saber también, que se discutirá más adelante. Lo que ahora asevero es que en todo caso sí sabemos por demostración. Por demostración me refiero a un silogismo productivo del conocimiento científico, un silogismo, es decir, cuya comprensión es eo ipso tal conocimiento. Suponiendo entonces que mi tesis en cuanto a la naturaleza del conocimiento científico es correcta, las premisas del conocimiento demostrado deben ser verdaderas, primarias, inmediatas, más conocidas que y previas a la conclusión, lo que se relaciona aún más con ellas como efecto a causa. A menos que se cumplan estas condiciones, las verdades básicas no serán 'apropiadas' a la conclusión. De hecho, puede haber silogismo sin estas condiciones, pero tal silogismo, al no ser productivo del conocimiento científico, no será demostración. Las premisas deben ser ciertas: porque lo que es inexistente no se puede conocer, no podemos saber, por ejemplo, que la diagonal de un cuadrado es acorde con su lado. Las premisas deben ser primarias e indemonstrables; de lo contrario requerirán demostración para ser conocidas, ya que tener conocimiento, si no es conocimiento accidental, de cosas que son demostrables, significa precisamente tener una demostración de ellas. Las premisas deben ser las causas de la conclusión, más conocidas que ésta, y previas a ella; sus causas, ya que poseemos conocimiento científico de una cosa sólo cuando conocemos su causa; previo, para ser causas; antecedentemente conocido, siendo este conocimiento antecedente no nuestra mera comprensión del significado, sino conocimiento del hecho también. Ahora 'prior' y 'mejor conocido' son términos ambiguos, pues hay una diferencia entre lo que es previo y más conocido en el orden de ser y lo que es previo y más conocido por el hombre. Quiero decir que los objetos más cercanos al sentido son previos y más conocidos por el hombre; los objetos sin calificación previa y más conocidos son los más alejados del sentido. Ahora las causas más universales están más alejadas del sentido y las causas particulares están más cercanas al sentido, y por lo tanto se oponen exactamente entre sí. Al decir que las premisas del conocimiento demostrado deben ser primarias, quiero decir que deben ser las verdades básicas 'apropiadas', pues identifico premisa primaria y verdad básica. Una 'verdad básica' en una manifestación es una proposición inmediata. Una proposición inmediata es aquella que no tiene otra proposición anterior a ella. Una proposición es parte de una enunciación, es decir, predice un único atributo de un solo sujeto. Si una proposición es dialéctica, asume cualquiera de las dos partes con indiferencia; si es demostrativa, pone una parte a la exclusión definitiva de la otra porque esa parte es cierta. El término 'enunciación' denota con indiferencia cualquiera de las partes de una contradicción. Una contradicción es una oposición que por su propia naturaleza excluye un medio. La parte de una contradicción que une a un predicado con un sujeto es una afirmación; la parte que los separa es una negación. Llamo a una verdad básica inmediata del silogismo una 'tesis' cuando, aunque no es susceptible de prueba por parte del maestro, sin embargo, el desconocimiento de ella no constituye una barra total para progresar por parte del alumno: uno que el alumno debe saber si va a aprender algo lo que sea un axioma. Yo lo llamo axioma porque hay tales verdades y les damos el nombre de axiomas por excelencia. Si una tesis asume una parte u otra de una enunciación, es decir, afirma ya sea la existencia o la inexistencia de un sujeto, es una hipótesis; si no lo afirma, es una definición. La definición es una 'tesis' o una 'colocación de algo', ya que el aritmético establece que ser una unidad es ser cuantitativamente indivisible; pero no es una hipótesis, pues definir qué es una unidad, no es lo mismo que afirmar su existencia. Ahora bien, como el fundamento requerido de nuestro conocimiento —es decir, de nuestra convicción— de un hecho es la posesión de tal silogismo como llamamos demostración, y el fundamento del silogismo son los hechos que constituyen sus premisas, no solo debemos conocer de antemano los locales primarios —algunos si no todos—, sino conocerlos mejor que la conclusión: porque la causa de la herencia de un atributo en un sujeto siempre él mismo hereda en el sujeto con más firmeza que ese atributo; e.g., la causa de nuestro amor cualquier cosa nos es más querida que el objeto de nuestro amor. Entonces, dado que las premisas primarias son la causa de nuestro conocimiento —es decir, de nuestra convicción— se deduce que las conocemos mejor —es decir, estamos más convencidos de ellas— que sus consecuencias, precisamente por nuestro conocimiento de esta última es el efecto de nuestro conocimiento de las premisas. Ahora un hombre no puede creer en nada más que en las cosas que conoce, a menos que tenga conocimiento real de ello o algo mejor que el conocimiento real. Pero nos encontramos ante esta paradoja si un estudiante cuya creencia descansa en la demostración no tiene conocimiento previo; un hombre debe creer en algunas, si no en todas, de las verdades básicas más que en la conclusión. Además, si un hombre se propone adquirir el conocimiento científico que viene a través de la demostración, no sólo debe tener un mejor conocimiento de las verdades básicas y una convicción más firme de ellas que de la conación que se está demostrando: más que esto, nada debe ser más seguro o mejor conocido por él que estas verdades básicas en su carácter de contradicción con las premisas fundamentales que conducen a la conclusión opuesta y errónea. Porque efectivamente la convicción de la ciencia pura debe ser inquebrantable.

    Política

    Libro 8

    En esta sección de la política Aristóteles dirige su atención al tema de por qué una sociedad debe instituir un sistema de educación pública. Sus argumentos dependen de la idea de que la sociedad es anterior al individuo en el sentido de que si destruyeras la sociedad destruirías al individuo. Por lo tanto, ningún individuo se pertenece a sí mismo y su florecimiento es importante para el estado.

    Parte 1

    Nadie dudará que el legislador debe dirigir su atención sobre todo a la educación de la juventud; porque el descuido de la educación hace daño a la constitución El ciudadano debe ser moldeado para adaptarse a la forma de gobierno bajo la que vive. Para cada gobierno tiene un carácter peculiar que originalmente se formó y que sigue conservándolo. El carácter de la democracia crea democracia, y el carácter de la oligarquía crea oligarquía; y siempre cuanto mejor sea el carácter, mejor será el gobierno.

    Nuevamente, para el ejercicio de cualquier facultad o arte se requiere una formación previa y habituación; claramente por lo tanto, para la práctica de la virtud. Y como toda la ciudad tiene un fin, se manifiesta que la educación debe ser una y la misma para todos, y que debe ser pública, y no privada- no como en la actualidad, cuando cada uno cuida de sus propios hijos por separado, y les da instrucción separada del tipo que mejor piensa; la formación en las cosas que son de interés común deben ser iguales para todos. Tampoco debemos suponer que alguno de los ciudadanos se pertenece a sí mismo, porque todos pertenecen al estado, y cada uno de ellos es parte del estado, y el cuidado de cada parte es inseparable del cuidado del todo. En este particular como en algunos otros hay que elogiar a los lacedaemonios, pues ellos se preocupan más por sus hijos, y hacen de la educación el negocio del estado.

    Parte II

    No se debe negar que la educación esté regulada por la ley y sea asunto de Estado, pero cuál debe ser el carácter de esta educación pública, y cómo debe educarse a los jóvenes, son cuestiones que quedan por considerar. Como están las cosas, hay desacuerdo sobre los temas. Porque la humanidad de ninguna manera está de acuerdo sobre las cosas que se van a enseñar, ya sea que busquemos la virtud o la mejor vida. Tampoco queda claro si la educación está más preocupada por la virtud intelectual o moral. La práctica existente es desconcertante; nadie sabe en qué principio debemos proceder- si lo útil en la vida, o debe ser la virtud, o el conocimiento superior, el objetivo de nuestra formación; las tres opiniones han sido entretenidas. Nuevamente, sobre los medios no hay acuerdo; para diferentes personas, comenzando con diferentes ideas sobre la naturaleza de la virtud, naturalmente discrepan sobre la práctica de la misma. No cabe duda de que a los niños se les deben enseñar esas cosas útiles que son realmente necesarias, pero no todas las cosas útiles; porque las ocupaciones se dividen en liberales e iliberales; y a los niños pequeños sólo se les debe impartir ese tipo de conocimiento que les sea útil sin vulgarizarlos. Y cualquier ocupación, arte, o ciencia, que haga que el cuerpo o el alma o la mente del hombre libre sean menos aptos para la práctica o ejercicio de la virtud, es vulgar; por lo que llamamos vulgares a esas artes que tienden a deformar el cuerpo, y de igual manera todos los empleos remunerados, porque absorben y degradan la mente. También hay algunas artes liberales bastante propias para que un hombre libre las adquiera, pero sólo en cierto grado, y si las atiende demasiado de cerca, para alcanzar la perfección en ellas, seguirán los mismos efectos malignos. El objeto también que un hombre pone ante él marca una gran diferencia; si hace o aprende algo por su propio bien o por el bien de sus amigos, o con miras a la excelencia la acción no aparecerá illiberal; pero si se hace por el bien de los demás, la misma acción se pensará servil y servil. Los temas de instrucción recibidos, como ya he comentado, son en parte de un partido liberal y de un partido de carácter iliberal.

    Parte III

    Las ramas habituales de la educación están en el número cuatro; son- (1) lectura y escritura, (2) ejercicios gimnásticos, (3) música, a la que en ocasiones se le agrega (4) dibujo. De estos, la lectura y la escritura y el dibujo se consideran útiles para los fines de la vida de diversas maneras, y se piensa que los ejercicios gimnásticos infunden coraje. En cuanto a la música se puede plantear una duda- en nuestros días la mayoría de los hombres la cultivan por placer, pero originalmente fue incluida en la educación, porque la naturaleza misma, como se ha dicho muchas veces, requiere que seamos capaces, no sólo de trabajar bien, sino de utilizar bien el ocio; pues, como debo repetir una vez más, el primer principio de toda acción es el ocio. Ambos son requeridos, pero el ocio es mejor que la ocupación y es su fin; y por lo tanto hay que hacer la pregunta, ¿qué debemos hacer cuando estamos libres? Claramente no deberíamos estar entretenidos, pues entonces la diversión sería el fin de la vida. Pero si esto es inconcebible, y la diversión se necesita más en medio de ocupaciones serias que en otras ocasiones (porque el que está trabajando duro tiene necesidad de relajación, y la diversión da relajación, mientras que la ocupación siempre va acompañada de esfuerzo y esfuerzo), debemos introducir diversiones solo en momentos adecuados, y deben ser nuestras medicinas, porque la emoción que crean en el alma es una relajación, y del placer obtenemos descanso. Pero el ocio por sí mismo da placer y felicidad y disfrute de la vida, que son vividas, no por el hombre ocupado, sino por quienes tienen ocio. Porque el que está ocupado tiene a la vista algún fin que no ha alcanzado; pero la felicidad es un fin, ya que todos los hombres la consideran acompañada de placer y no de dolor. Este placer, sin embargo, es considerado de manera diferente por diferentes personas, y varía según el hábito de los individuos; el placer del padrino es el mejor, y brota de las fuentes más nobles. Es claro entonces que existen ramas de aprendizaje y educación que debemos estudiar meramente con miras al ocio dedicado a la actividad intelectual, y éstas deben valorarse por su propio bien; mientras que ese tipo de conocimientos que son útiles en los negocios deben considerarse necesarios, y existen en aras de otras cosas. Y por lo tanto nuestros padres admitieron la música en la educación, no en razón de su necesidad o utilidad, pues no es necesaria, ni ciertamente útil de la misma manera que la lectura y la escritura, que son útiles en hacer dinero, en la gestión de un hogar, en la adquisición de conocimientos y en política la vida, ni como el dibujo, útil para un juicio más correcto de las obras de los artistas, ni otra vez como la gimnástica, lo que da salud y fuerza; porque ninguno de estos se gana de la música. Queda, entonces, el uso de la música para el disfrute intelectual en el ocio; que es de hecho evidentemente la razón de su introducción, siendo esta una de las formas en que se piensa que un hombre libre debe pasar su tiempo libre; como dice Homero,

    “Pero el que solo debería ser llamado a la agradable fiesta”, y después habla de otros a los que describe como invitando
    “El bardo que los deleitaría a todos”. Y en otro lugar Odiseo dice que no hay mejor manera de pasar la vida que cuando los corazones de los hombres son alegres y Los banqueteros en el salón, sentado en orden, escuchar la voz del juglar.

    Es evidente, entonces, que existe una especie de educación en la que los padres deben formar a sus hijos, no como útiles o necesarios, sino porque es liberal o noble. Si esto es de un solo tipo, o de más de uno, y de ser así, qué son, y cómo deben impartirse, en lo sucesivo debe determinarse. Tanto estamos ahora en condiciones de decir, que los antiguos nos dan testimonio; porque su opinión puede ser recogida del hecho de que la música es una de las ramas recibidas y tradicionales de la educación. Además, es claro que los niños deben ser instruidos en algunas cosas útiles -por ejemplo, en la lectura y la escritura- no sólo por su utilidad, sino también porque a través de ellos se adquieren muchos otros tipos de conocimientos. Con una visión similar se les puede enseñar dibujo, no para evitar que cometan errores en sus propias compras, o para que no se les imponga en la compra o venta de artículos, sino quizás más bien porque les hace juzgar la belleza de la forma humana. Estar siempre buscando lo útil no se convierte en almas libres y exaltadas. Ahora bien es claro que en la educación la práctica debe ser utilizada antes de la teoría, y el cuerpo debe ser entrenado ante la mente; y por lo tanto, los niños deben ser entregados al entrenador, quien crea en ellos el hábito roper del cuerpo, y al maestro luchador, quien les enseña sus ejercicios.

    Atribuciones

    • Puedes encontrar copias completas de las tres obras de Aristóteles Traducido por Benjamin Jowett en The Internet Classics Archive.
    • Un agradecimiento especial a Michael Arts por su ayuda en la selección de los textos para este resumen.

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