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8.1: Sensación vs Percepción

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    Objetivos de aprendizaje
    • Distinguir entre sensación y percepción
    • Distinguir entre contribuciones ascendentes y ascendentes a la percepción
    • Describir principios clave, como la transducción y la adaptación sensorial

    Breve descripción:

    Los temas de sensación y percepción se encuentran entre los más antiguos e importantes de toda la psicología. Las personas están equipadas con sentidos como la vista, el oído y el gusto que nos ayudan a asimilar el mundo que nos rodea. Sorprendentemente, nuestros sentidos tienen la capacidad de convertir información del mundo real en información eléctrica que puede ser procesada por el cerebro. La forma en que interpretamos esta información —nuestras percepciones— es lo que nos lleva a nuestras experiencias del mundo. En este módulo, aprenderás sobre los procesos biológicos de sensación y percepciones así como las diferencias clave entre estos dos procesos.

    La sensación y la percepción suelen estar entrelazadas, sin embargo, existen importantes distinciones entre ambas. El proceso físico durante el cual nuestros organos sensoriales —los involucrados con la visión y el oído, por ejemplo— responden a estímulos externos se llama sensación. La sensación ocurre cuando pruebas fideos o sientes el viento en tu cara o escuchas la bocina de un auto tocando la bocina a lo lejos. Durante la sensación, nuestros órganos sensoriales se dedican a la transducción, la conversión de una forma de energía en otra. La energía física como la luz o el sonido se convierte en una forma de energía que el cerebro puede entender: la estimulación eléctrica (es decir, los potenciales de acción). Después de que nuestro cerebro recibe las señales eléctricas, damos sentido a toda esta estimulación y comenzamos a apreciar el complejo mundo que nos rodea. Este proceso psicológico —dando sentido al estímulo— se llama percepción. Es durante este proceso que eres capaz de identificar una fuga de gas en tu casa o una canción que te recuerda a una tarde específica que pasaste con amigos.

    Si bien nuestros receptores sensoriales están constantemente recopilando información del entorno, es en última instancia cómo interpretamos esa información lo que afecta la forma en que interactuamos con el mundo. La percepción implica procesamiento de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo. El procesamiento de abajo hacia arriba se refiere al hecho de que las percepciones se construyen a partir de la entrada sensorial, sus ojos no son la única forma de usar el procesamiento ascendente. Imagina que estás en el bosque caminando y estás admirando los árboles y la naturaleza alrededor. A medida que continúas caminando se escuchan ruidos crepitantes y comienzas a oler leña ardiente. A medida que sigues caminando escuchas a la gente hablando y el crujido y el olor a leña se vuelve más fuerte, en algún momento te darás cuenta de que estás entrando a los campamentos, no puedes ver los campamentos pero el procesamiento de abajo hacia arriba con la ayuda de tus otros sentidos te dice lo que está pasando .

    Por otro lado, la forma en que interpretamos esas sensaciones está influenciada por nuestro conocimiento disponible, nuestras experiencias y nuestros pensamientos. Esto se llama procesamiento de arriba hacia abajo. Una manera de ilustrar estos dos conceptos es con nuestra capacidad de lectura. Lea en voz alta la siguiente cita que se muestra en la Figura 8.1.1:

    Las palabras en el triángulo decían: “Me encanta París en la primavera”. La palabra repetida “la” aparece en dos líneas separadas dentro del triángulo.
    Figura 8.1.1 Un ejemplo de procesamiento de estímulos.

    ¿Notaste algo extraño mientras leías el texto en el triángulo? ¿Te diste cuenta del segundo “el”? Si no, es probable que sea porque estabas leyendo esto desde un enfoque de arriba hacia abajo. Tener un segundo “el” no tiene sentido. Esto lo sabemos. Nuestro cerebro lo sabe y no espera que haya un segundo, así que tenemos una tendencia a saltarlo de inmediato. En otras palabras, ¡tu experiencia pasada ha cambiado la forma en que percibes la escritura en el triángulo! Un lector principiante, uno que está usando un enfoque de abajo hacia arriba atendiendo cuidadosamente cada pieza, tendría menos probabilidades de cometer este error. La demostración anterior ilustra cómo nuestras experiencias pueden influir en la forma en que nuestro cerebro procesa la información sensorial.

    Otra forma de distinguir entre percepción y sensación es que la sensación es un proceso físico, mientras que la percepción es psicológica. Por ejemplo, al entrar en una cocina y oler el aroma de hornear rollos de canela, la sensación son los receptores de aroma que detectan el olor de la canela, pero la percepción puede ser “Mmm, esto huele a pan que la abuela solía hornear cuando la familia se reunía para las vacaciones”. Aunque nuestras percepciones se construyen a partir de sensaciones, no todas las sensaciones resultan en percepción. De hecho, muchas veces no percibimos estímulos que permanecen relativamente constantes durante periodos prolongados de tiempo, lo que se conoce como adaptación sensorial. Imagínese entrar a un aula con un antiguo reloj analógico. Al entrar por primera vez a la sala, se puede escuchar el tictac del reloj; a medida que comienzas a entablar conversación con compañeros de clase o escuchas a tu profesor saludar a la clase, ya no eres consciente del tictac. El reloj sigue corriendo, y esa información sigue afectando a los receptores sensoriales del sistema auditivo. El hecho de que ya no percibas el sonido demuestra la adaptación sensorial y demuestra que si bien están estrechamente asociados, la sensación y la percepción son diferentes.

    Cuando experimentamos un estímulo sensorial que no cambia, dejamos de prestarle atención. Por eso no sentimos el peso de nuestra ropa, escuchamos el zumbido de un proyector en una sala de conferencias, ni vemos todos los pequeños rasguños en las lentes de nuestras gafas. Así, cuando un estímulo es constante e inmutable, experimentamos una adaptación sensorial. Esto ocurre porque si un estímulo no cambia, nuestro cerebro deja de responder a él. Un gran ejemplo de esto ocurre cuando dejamos la radio encendida en nuestro auto después de estacionarla en casa por la noche. Cuando escuchamos la radio de camino a casa, el volumen parece razonable. No obstante, a la mañana siguiente cuando arrancamos el auto, podríamos sorprendernos por lo ruidosa que es la radio. No recordamos que fue tan ruidoso anoche. ¿Qué pasó? Nos adaptamos al estímulo constante (el volumen de radio) en el transcurso del día anterior y aumentamos el volumen en diversos momentos.

    Atribución


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