En la base de todo comportamiento humano está el yo, nuestro sentido de identidad personal y de quiénes somos como individuos. Debido a que la comprensión del yo es tan importante, ha sido estudiada durante muchos años por psicólogos (James, 1890; Mead, 1934) y sigue siendo uno de los temas más importantes y más investigados en psicología (Dweck & Grant, 2008; Taylor & Sherman, 2008).
Identidad
La identidad se refiere a la manera en que los individuos se entienden como parte de un grupo social. Se trata de una construcción universal y depende de cómo nos veamos a nosotros mismos y de cómo seamos reconocidos por los demás. La identidad puede adquirirse indirectamente de padres, compañeros y otros miembros de la comunidad o más directamente a través de la enculturación. Una persona puede tener múltiples identidades como maestro, padre o amigo. Cada posición tiene sus propios significados y expectativas que se internalizan como identidad. De esta manera, se determina culturalmente el contenido específico de la identidad de cualquier individuo o grupo. Además, formar una conexión con tu identidad está influenciado por tu cultura. Por ejemplo, en Estados Unidos es común vincular la identidad con un determinado grupo étnico o racial (por ejemplo, hispano, afroamericano, asiático-americano y judío americano entre otros) pero debemos recordar que estas categorías son productos de la inmigración y de la historia. La historia es única en Estados Unidos por lo que individuos de otras culturas no se identifican con los mismos grupos culturales (Matsumoto & Luang, 2013).
También debemos pensar en la identidad como dinámica y fluida. Puede cambiar dependiendo del contexto y la cultura. Piénsalo — cuando alguien te pregunta de dónde eres, si estás en un país extranjero podrías decir Estados Unidos. En una situación diferente podrías decir que eres de California a pesar de que realmente naciste en Kansas y en un estado muy pequeño como Hawai podrías identificarte por tu preparatoria (Matsumoto & Luang, 2013).
Nuestra identidad personal es la manera en que nos entendemos a nosotros mismos y está estrechamente relacionada con nuestro concepto de yo. La identidad social refleja nuestra comprensión de que formamos parte de grupos sociales. Nuestro sentido del yo está vinculado a cómo vemos el mundo que nos rodea y cómo vemos nuestras relaciones.
Self
Algunos animales no humanos, incluyendo chimpancés, orangutanes y quizás delfines, tienen al menos un sentido primitivo de sí mismo (Boysen & Himes, 1999). Esto lo sabemos por algunos experimentos interesantes que se han hecho con animales. En un estudio (Gallup, 1970), los investigadores pintaron un punto rojo en la frente de chimpancés anestesiados y luego colocaron a los animales en una jaula con un espejo. Cuando los chimpancés se despertaron y se miraron en el espejo, tocaron el punto en sus caras, no el punto en las caras en el espejo. Esta acción sugiere que los chimpancés entendieron que se estaban mirando a sí mismos y no a otros animales, y así podemos suponer que son capaces de darse cuenta de que existen como individuos. La mayoría de los otros animales, incluyendo perros, gatos y monos, nunca se dan cuenta de que son ellos mismos los que ven en un espejo.
Los infantes que tienen puntos rojos similares pintados en la frente se reconocen en un espejo de la misma manera que lo hacen los chimpancés, y lo hacen cerca de los 18 meses de edad (Asendorpf, Warkentin, & Baudonnière, 1996; Povinelli, Landau, & Perilloux, 1996). El conocimiento del niño sobre el yo continúa desarrollándose a medida que el niño crece. A los dos años de edad, el infante toma conciencia de su género como niño o niña. A los cuatro años, es probable que las autodescripciones del niño se basen en rasgos físicos, como el color del cabello, y aproximadamente a los seis años, el niño es capaz de comprender las emociones básicas y los conceptos de rasgos, pudiendo hacer declaraciones como “Soy una buena persona” (Harter, 1998).
Para cuando los niños están en la escuela primaria, han aprendido que son individuos únicos, y pueden pensar y analizar su propio comportamiento. También comienzan a mostrar conciencia de la situación social, entienden que otras personas los están mirando y juzgando de la misma manera que miran y juzgan a los demás (Doherty, 2009).
