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8.8: Auto y cultura

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    Aunque todos nos definimos en relación con estas tres amplias categorías de características —físicas, de personalidad y sociales—, algunas diferencias culturales interesantes en la importancia relativa de estas categorías se han mostrado en las respuestas de las personas al TST. Por ejemplo, Ip y Bond (1995) encontraron que las respuestas de los participantes asiáticos incluían significativamente más referencias a sí mismos como ocupantes de roles sociales (por ejemplo, “Soy amigo de Joyce”) o grupos sociales (por ejemplo, “Soy miembro de la familia Cheng”) que las de los participantes estadounidenses. De igual manera, Markus y Kitayama (1991) informaron que los participantes asiáticos tenían más del doble de probabilidades de incluir referencias sobre otras personas en su autoconcepto que sus homólogos occidentales. Este mayor énfasis en los aspectos externos o sociales del autoconcepto refleja la importancia relativa que las culturas colectivistas e individualistas otorgan a una interdependencia versus independencia (Nisbett, 2003).

    Curiosamente, los individuos biculturales que reportan aculturación tanto a culturas colectivistas como individualistas muestran cambios en su autoconcepto dependiendo de la cultura en la que estén predispuestos a pensar al completar el TST. Por ejemplo, Ross, Xun y Wilson (2002) encontraron que los estudiantes nacidos en China pero que viven en Canadá reportaron aspectos más interdependientes de sí mismos en el TST cuando se les pidió que escribieran sus respuestas en chino, a diferencia del inglés. Estas respuestas culturalmente diferentes al TST también están relacionadas con una distinción más amplia en el autoconcepto, con personas de culturas individualistas a menudo describiéndose a sí mismas utilizando características internas que enfatizan su singularidad, en comparación con aquellas de orígenes colectivistas que tienden a enfatizar membresías y roles compartidos de grupos sociales. A su vez, esta distinción puede llevar a diferencias importantes en el comportamiento social.

    Una simple pero poderosa demostración de las diferencias culturales en el autoconcepto que afectan el comportamiento social se muestra en un estudio que fue realizado por Kim y Markus (1999). En este estudio, los participantes fueron contactados en la zona de espera del aeropuerto de San Francisco y se les pidió que llenaran un breve cuestionario para el investigador. Los participantes fueron seleccionados de acuerdo a sus antecedentes culturales: alrededor de la mitad de ellos indicaron que eran europeoamericanos cuyos padres nacieron en Estados Unidos, y la otra mitad indicó que eran asiático-americanos cuyos padres nacieron en China y que hablaban chino en casa.

    Después de completar los cuestionarios (que no se utilizaron en el análisis de datos excepto para determinar los antecedentes culturales), se les preguntó a los participantes si les gustaría llevarse una pluma con ellos como muestra de agradecimiento. El experimentador extendió su mano, la cual contenía cinco plumas. Los bolígrafos ofrecidos a los participantes eran tres o cuatro de un color y uno o dos de otro color (la tinta en los bolígrafos siempre era negra). Como se muestra en la Figura 1 y consistente con la hipotética preferencia por la singularidad en las culturas occidentales, pero no orientales, los estadounidenses de Europa prefirieron tomar una pluma con el color más inusual, mientras que los participantes asiático-americanos prefirieron uno con el color más común.

    A través de estos y otros experimentos surgieron dos dimensiones del autoconcepto, la interpretación independiente (concepto) y el concepto interdependiente. Las culturas occidentales, o más individualistas, ven al yo como separado y se centran en el yo, la independencia, la autonomía y la autoexpresión se refuerzan a través de normas sociales y culturales. Este es el autoconcepto independiente. Las culturas no occidentales o colectivistas ven al yo como interdependiente e inseparable del contexto social y los individuos socializados para valorar la interconexión consideran los pensamientos y comportamientos de los demás. El ajuste en se valora sobre sobresalir.

    Los resultados de los estudios de TST descritos anteriormente brindan apoyo adicional para el papel de la cultura en la conformación del autoconcepto. Diferentes demandas que las culturas imponen a los miembros individuales significa que los individuos integran, sintetizan y coordinan mundos de manera diferente, produciendo diferencias en el autoconcepto. Las variaciones en los autoconceptos ocurren porque diferentes culturas tienen diferentes reglas de vida y existen dentro de diferentes ambientes (hábitat natural).

    Diferencias intra-culturales en el autoconcepto

    Incluso se han encontrado diferencias culturales en el autoconcepto en las autodescripciones de las personas en los sitios de redes sociales. DeAndrea, Shaw y Levine (2010) examinaron las autodescripciones de los individuos en el texto libre en la sección Acerca de mí en sus perfiles de Facebook. Consistente con la hipótesis de los investigadores, y con investigaciones previas que utilizaron el TST, los participantes afroamericanos tenían los autoconceptos más descritos de forma independiente (internamente), y los asiático-americanos tenían las autodescripciones más interdependientes (externas), con los estadounidenses europeos en el medio.

    Además de indicios de diversidad cultural en el contenido del autoconcepto, también hay evidencia de diversidad de género paralela entre hombres y mujeres de diversas culturas, siendo las hembras, en promedio, dando más respuestas externas y sociales al TST que los machos (Kashima et al., 1995). Curiosamente, se ha encontrado que estas diferencias de género son más evidentes en naciones individualistas que en naciones colectivistas (Watkins et al., 1998).


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