Estados Unidos es un país racialmente diverso. La raza y etnia en Estados Unidos es un tema complejo tanto porque Estados Unidos tiene una población racial y étnicamente diversa como por una historia de racismo que involucra esclavitud y segregación que persiste hasta nuestros días. A nivel federal, la raza y etnia se han categorizado por separado. La raza se refiere a una clasificación de los humanos en grupos basados en rasgos físicos, ascendencia, genética o relaciones sociales, mientras que la etnia se refiere a una categoría de personas que se identifican entre sí en base a similitudes como ascendencia común, idioma, historia, sociedad, cultura o nación. Raza y salud se refiere a cómo el ser identificado con una raza específica influye en la salud.
La raza y la etnia suelen permanecer indiferenciadas en la investigación en salud. Las diferencias en el estado de salud, los resultados de salud, la esperanza de vida y muchos otros indicadores de salud en diferentes grupos raciales y étnicos están bien documentados. Algunos individuos de ciertos grupos raciales reciben menos atención, tienen menos acceso a los recursos y viven vidas más cortas en general. Los datos epidemiológicos indican que los grupos raciales se ven afectados de manera desigual por enfermedades, en términos de morbilidad y mortalidad. Estas diferencias de salud entre grupos raciales crean disparidades raciales de salud.
Las disparidades de salud se definen como diferencias prevenibles en la carga de enfermedades, lesiones, violencia u oportunidades para lograr una salud óptima que experimentan las poblaciones socialmente desfavorecidas. Las disparidades en salud están intrínsecamente relacionadas con la distribución desigual histórica y actual de los recursos sociales, políticos, económicos y ambientales (“Equidad en Salud”, 2019). La relación entre raza y salud se ha estudiado desde una perspectiva multidisciplinaria, prestando atención a cómo el racismo influye en las disparidades de salud y cómo los factores ambientales y fisiológicos responden entre sí y a la genética.
La evidencia actual respalda la noción de que estas disparidades racialmente centradas continúan existiendo y son un importante problema de salud social. Un informe actual de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC, 2019) encontró que 700 mujeres murieron por complicaciones prevenibles del embarazo en Estados Unidos, una tasa superior a la de cualquier otro país desarrollado, pero la tasa de mortalidad fue mayor para las mujeres negras y nativas americanas. La tasa de mortalidad de las madres negras fue más de 3 veces mayor que para las madres blancas y la tasa para las madres nativas americanas fue más de 2 veces mayor que para las madres blancas. La mayoría de estas muertes son en gran parte prevenibles y algunas se relacionan con prejuicios raciales implícitos que no están relacionados con la condición social, los ingresos o la educación.
Las poblaciones minoritarias han aumentado la exposición a peligros ambientales que incluyen la falta de recursos vecinales, factores estructurales y comunitarios, así como la segregación residencial que resultan en un ciclo de enfermedad y estrés (Gee, 2004). La segregación racial es otro factor ambiental que se da a través de la acción discriminatoria de esas organizaciones e individuos trabajadores dentro de la industria inmobiliaria, ya sea en los mercados de vivienda o alquileres. A pesar de que se observa segregación residencial en todos los grupos minoritarios, los negros tienden a ser segregados independientemente del nivel de ingresos en comparación con los latinos y asiáticos. Así, la segregación da como resultado que las minorías se agrupen en barrios pobres que tienen un empleo limitado, atención médica y recursos educativos, lo que se asocia con altos índices de conducta delictiva (Williams, 2005). Además, la segregación afecta la salud de los residentes individuales debido a que el ambiente no es propicio para el ejercicio físico debido a barrios inseguros que carecen de instalaciones recreativas y cuentan con espacios recreativos inexistentes.
La discriminación racial y étnica agrega un elemento adicional al entorno con el que los individuos tienen que interactuar diariamente. Se ha demostrado que los individuos que reportan discriminación tienen un mayor riesgo de hipertensión, además de otros efectos fisiológicos relacionados con el estrés (Mujahid, 2011). La gran magnitud de los estresores ambientales, estructurales y socioeconómicos conduce a un mayor compromiso en el ser psicológico y físico, lo que conduce a una mala salud y enfermedad (Gee, 2004).
