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18.5: ¿Cuáles son las metateorías maduracionales del desarrollo humano?

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    Las metateorías maduracionales o biológicas se pueden entender usando la planta como metáfora. Es como si los humanos se desarrollaran de la misma manera que las plantas. Las unidades de análisis importantes para estudiar son las “semillas” de las personas, es decir, su composición genética. Se supone que las personas son pasivas y no agénticas; su desarrollo está determinado biológicamente, producto de sus genes. Como se resume en la Tabla 7.1, el papel de la persona es ser reactiva—a sus genes. El papel del medio ambiente para brindar apoyo y nutrición (lluvia, sol y suelo); el ambiente está estructurado, como nicho de desarrollo para el genoma). Aporta nutrimentos que luego la semilla utilizará como combustible para el crecimiento desde el interior. Sin embargo, el ambiente es esencialmente pasivo (el suelo no tiene agenda para las semillas que ahí se dejan caer) y no puede cambiar la naturaleza de una persona (las semillas de amapola siempre producirán amapolas). El curso del desarrollo será cuantitativo y continuo, totalmente reducible y determinado por la composición genética y neurofisiológica del organismo y las características inherentes, como el temperamento innato, la personalidad, los talentos, la inteligencia, etc.

    Otro buen análogo para las metateorías maduracionales se puede encontrar en la metáfora proporcionada por el coral cerebral. El coral cerebral tiene muchas de las mismas características que las plantas; además, su desarrollo es explícitamente continuo e incremental en formas no demostradas como claramente por las plantas, en cada cabeza del cerebro el coral crece de tamaño al agregar pólipos genéticamente idénticos (trozos de coral cerebral) a su colonia. Debido a que se basan en la biología, las metateorías maduracionales también tienden a suscribirse a nociones de desarrollo normativo que canalizan el cambio a lo largo de un camino universal; sin embargo, dado que la psicología del desarrollo se centró tanto en las diferencias individuales, las teorías de estas familias también incluyen la idea de que diferentes neurofisiologías (típicamente basadas en diferentes genéticas) son el factor determinante en la prescripción de diferentes vías de desarrollo. La causa subyacente hipotética de desarrollo en las metateorías maduracionales es la programación genética que se desarrolla con el tiempo y conduce a una forma madura. Si bien las metateorías maduracionales prevalecían a principios del siglo XX (e.g., Gesell, 1928; Parten, 1933), desde entonces han adquirido muchas formas diferentes que han ido creciendo y disminuyendo en su popularidad, incluyendo algunas formulaciones de genética conductual, sociobiología, evolutiva, etológica, neurociencia, temperamento y teorías de la personalidad. Como se describió en el capítulo anterior, la perspectiva etológica evolutiva de Bowlby sobre el apego sería un ejemplo de una meta-teoría maduracional debido a su enfoque en las predisposiciones bio-conductuales de toda la especie. Los supuestos maduracionales son señalados por conceptos como “rasgo”, la búsqueda de “el gen de la agresión”, el descubrimiento del sistema cerebral, hormona o neurotransmisor responsable de una afección específica, o cualquier otro término que sugiera que el desarrollo es únicamente producto de características innatas o inmutables de individuos. Aunque no suelen denominarse “maduracionales”, existen muchas clases de teorías que colocan todos los ingredientes activos del comportamiento o desarrollo dentro de la cabeza (o más específicamente las cogniciones sociales) de la persona. Aunque no sean descendientes directos, estas teorías pueden ser consideradas primas de metateorías Maturacionales, basadas en el enfoque exclusivo sobre el papel del individuo.