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5.2: Abandonar el solipsismo metodológico

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    El objetivo de la filosofía cartesiana era proporcionar un núcleo de verdades incontestables que sirvieran de ancla para el conocimiento (Descartes, 1960, 1996). Descartes creía que había logrado este objetivo. Sin embargo, el costo de este logro fue una separación fundamental entre mente y cuerpo. El dualismo cartesiano desencarnaba la mente, porque Descartes sostenía que la existencia de la mente era independiente de la existencia del cuerpo.

    No soy esa estructura de extremidades que se llama cuerpo humano, ni siquiera soy un vapor delgado que impregna las extremidades, un viento, fuego, aire, aliento, o lo que sea que represente en mi imaginación, porque estas son cosas que he supuesto que no son nada. (Descartes, 1996, p. 18)

    El dualismo cartesiano impregna una gran cantidad de teorizar sobre la naturaleza de la mente y el yo, particularmente en nuestra era actual de la tecnología de la información. Una de esas teorías es el posthumanismo (Dewdney, 1998; Hayles, 1999). El posthumanismo resulta cuando el contenido de la información es más importante que el medio físico en el que se representa, cuando la conciencia se considera epifenomenal, y cuando el cuerpo humano es simplemente una prótesis. El posthumanismo tiene sus raíces en la obra pionera de la cibernética (Ashby, 1956, 1960; MacKay, 1969; Wiener, 1948), y simpatiza con puntos de vista futuristas como subir nuestras mentes a cuerpos de silicio (Kurzweil, 1999, 2005; Moravec, 1988, 1999), porque, en esta visión, la naturaleza del cuerpo es irrelevante para el naturaleza de la mente. Hayles señala incómodamente que una implicación importante del posthumanismo es su “devaluación sistemática de la materialidad y la encarnación” (Hayles, 1999, p. 48); “porque somos esencialmente información, podemos eliminar el cuerpo” (Hayles, 1999, p. 12).

    Algunos argumentarían que ideas similares impregnan la ciencia cognitiva clásica. La psicóloga estadounidense Sylvia Scribner escribió que la ciencia cognitiva “está perseguida por un espectro metafísico. El espectro se conoce con el nombre familiar de dualismo cartesiano, que a pesar de su antigüedad sigue proyectando una sombra sobre las indagaciones sobre la naturaleza de la naturaleza humana” (Scribner & Tobach, 1997, p. 308).

    En el capítulo 3 observamos que la ciencia cognitiva clásica se apartaba del enfoque cartesiano buscando explicaciones materialistas de la cognición. ¿Por qué entonces debería ser perseguido por el dualismo?

    Para responder a esta pregunta, examinamos cómo la ciencia cognitiva clásica explica, por ejemplo, cómo un solo agente produce diferentes comportamientos. Debido a que la ciencia cognitiva clásica apela a la teoría representacional de la mente (Pylyshyn, 1984), debe afirmar que diferentes comportamientos deben enraizarse en última instancia en diferentes representaciones mentales.

    Si diferentes comportamientos son causados por diferencias entre representaciones, entonces la ciencia cognitiva clásica debe ser capaz de distinguir o individuar estados representacionales. ¿Cómo se hace esto? La posición típica adoptada por la ciencia cognitiva clásica se llama solipsismo metodológico (Fodor, 1980). El solipsismo metodológico individualiza los estados representacionales solo en términos de sus relaciones con otros estados representacionales. No se consideran las relaciones de los estados con el mundo externo —el entorno del agente—. “El solipsismo metodológico en psicología es la visión de que los estados psicológicos deben interpretarse sin referencia a nada más allá de los límites del individuo que tiene esos estados” (Wilson, 2004, p. 77).

    El solipsismo metodológico que acompaña a la teoría representacional de la mente es un ejemplo del sándwich clásico (Hurley, 2001). El sándwich clásico es la visión de que los vínculos entre las percepciones de un agente cognitivo y las acciones de un agente cognitivo deben estar mediados por el pensamiento o la planificación interna. En el sándwich clásico, los modelos de cognición toman la forma de ciclos sentido-pensar-acto (Brooks, 1999; Clark, 1997; Pfeifer & Scheier, 1999). Además, estas teorías tienden a poner un fuerte énfasis en la parte puramente mental de la cognición —el pensar y al mismo tiempo fuertemente desenfatizar lo físico— la acción. En el sándwich clásico, la percepción, el pensamiento y la acción son separados y desiguales.

    En esta visión tradicional, la mente recibe pasivamente aportes sensoriales de su entorno, estructuras que ingresan en la cognición, para luego casar los productos de la cognición con la acción en una especie peculiar de boda escopeta. La acción es un subproducto de la actividad genuinamente mental. (Hurley, 2001, p. 11)

    Aunque la ciencia cognitiva coneccionista es una reacción contra el cognitivismo clásico, esta reacción no incluye un rechazo a la separación de la percepción y la acción a través de la representación interna. Las redes neuronales artificiales suelen tener modelos no desarrollados de percepción (es decir, codificaciones de unidades de entrada) y acción (es decir, codificaciones de unidades de salida), y en las redes modernas la comunicación entre las dos debe ser moderada por capas representacionales de unidades ocultas.

    Las elecciones altamente artificiales de representaciones de entrada y salida y las malas elecciones de dominios problemáticos, creo, han robado a la revolución de la red neuronal parte de su impulso inicial. La preocupación es, en esencia, que buena parte de la investigación sobre redes neuronales artificiales se apoyó demasiado en una concepción bastante clásica de la naturaleza de los problemas. (Clark, 1997, p. 58)

    El propósito de este capítulo es introducir la ciencia cognitiva encarnada, una reacción bastante moderna contra la ciencia cognitiva clásica. Este enfoque es un rechazo explícito del solipsismo metodológico. Los científicos cognitivos encarnados argumentan que una teoría cognitiva debe incluir el entorno de un agente así como la experiencia del agente de ese entorno (Agre, 1997; Chemero, 2009; Clancey, 1997; Clark, 1997; Dawson, Dupuis, & Wilson, 2010; Dourish, 2001; Gibbs, 2006; Johnson, 2007; Menary, 2008; Pfeifer & Scheier, 1999; Shapiro, 2011; Varela, Thompson, & Rosch, 1991). Reconocen que esta experiencia depende de cómo se perciba el ambiente, que es la situación; que la situación de un agente depende de su naturaleza física, que es encarnación; y que un agente encarnado puede actuar y cambiar su entorno (Webb & Consi, 2001). El enfoque encarnado reemplaza la noción de que la cognición es representación por la noción de que la cognición es el control de las acciones sobre el entorno. Como tal, también puede verse como una reacción contra una gran cantidad de ciencia cognitiva conexionista.

    En la ciencia cognitiva encarnada, el entorno contribuye de manera tan significativa al procesamiento cognitivo que algunos argumentarían que la mente de un agente se ha filtrado al mundo (Clark, 1997; Hutchins, 1995; Menary, 2008, 2010; Noë, 2009; Wilson, 2004). Por ejemplo, la investigación en robótica basada en el comportamiento elimina las representaciones del mundo que consumen recursos al dejar que el mundo sirva como su propia representación, a la que puede acceder un agente situado (Brooks, 1999). Esta tradición robótica también ha demostrado que las interacciones no lineales entre un agente encarnado y su entorno pueden producir un comportamiento sorprendentemente complejo, incluso cuando los componentes internos de un agente son extremadamente simples (Braitenberg, 1984; Grey Walter, 1950a, 1950b, 1951, 1963; Webb & Consi, 2001).

    En resumen, los científicos cognitivos encarnados argumentan que la dependencia de la ciencia cognitiva clásica en el solipsismo metodológico, su visión cartesiana de la mente desencarnada, es un error profundamente arraigado. “La IA clásica basada en reglas y símbolos puede haber cometido un error fundamental, confundiendo el perfil cognitivo del agente más el entorno con el perfil cognitivo del cerebro desnudo” (Clark, 1997, p. 61).

    Al reaccionar contra la ciencia cognitiva clásica, el enfoque encarnado toma en serio la idea de que la parábola de la hormiga de Simon (1969) también podría ser aplicable a la cognición humana: “Un hombre, visto como un sistema de comportamiento, es bastante simple. La aparente complejidad de su comportamiento a lo largo del tiempo es en gran parte un reflejo de la complejidad del entorno en el que se encuentra” (p. 25). Sin embargo, cuando se trata de detalles sobre la aplicación de tal perspicacia, la ciencia cognitiva encarnada se fracturó de manera frustrante. “La cognición encarnada, en esta etapa de su breve historia, es mejor considerada un programa de investigación que una teoría bien definida” (Shapiro, 2011, p. 2). Shapiro (2011) continuó notando que esto se debe a que la ciencia cognitiva encarnada “exhibe una latitud mucho mayor en su materia, compromiso ontológico y metodología que la ciencia cognitiva estándar” (p. 2).

    Shapiro (2011) distinguió tres temas clave que están presentes, a menudo en diferentes grados, en una variedad de teorías que pertenecen a la ciencia cognitiva encarnada. El primero de los temas de Shapiro es la conceptualización. Según este tema, los conceptos que un agente requiere para interactuar con su entorno dependen de la forma del cuerpo del agente. Si diferentes agentes tienen cuerpos diferentes, entonces su comprensión o compromiso con el mundo también diferirá. Exploramos el tema de la conceptualización más adelante en este capítulo, en la discusión de conceptos como umwelten, affordances y percepción activa.

    El segundo tema de Shapiro (2011) de la ciencia cognitiva encarnada es el reemplazo: “El cuerpo de un organismo en interacción con su entorno reemplaza la necesidad de procesos representacionales que se cree que han estado en el centro de la cognición” (p. 4). El tema del reemplazo es central en la idea del andamiaje cognitivo, en el que los agentes explotan los recursos ambientales para la representación y solución de problemas.

    El cerebro biológico toma toda la ayuda que pueda obtener. Esta ayuda incluye el uso de estructuras físicas externas (tanto naturales como artificiales), el uso del lenguaje y las instituciones culturales, y el uso extensivo de otros agentes. (Clark, 1997, p. 80)

    El tercer tema de Shapiro (2011) de la ciencia cognitiva encarnada es la constitución. Según este tema, el cuerpo o el mundo tiene más que un papel causal en la cognición, son literalmente constituyentes del procesamiento cognitivo. La hipótesis de la constitución conduce a una de las propuestas más interesantes y radicales de la ciencia cognitiva encarnada, la mente extendida. Según esta hipótesis, que vuela ante la mente cartesiana, el límite de la mente no es la piel ni el cráneo (Clark, 1997, p. 53): “La mente es un órgano permeable, escapando para siempre de sus confines 'naturales' y mezclándose descaradamente con el cuerpo y con el mundo”.

    Una razón por la que Shapiro (2011) argumentó que la ciencia cognitiva encarnada no es una teoría bien definida, sino que es un programa de investigación más ambiguo, es porque estos diferentes temas son avalados en diferentes grados por diferentes científicos cognitivos encarnados. Por ejemplo, considere la hipótesis de reemplazo. Por un lado, algunos investigadores, como los robólogos basados en el comportamiento (Brooks, 1999) o los científicos cognitivos radicalmente encarnados (Chemero, 2009), son fuertemente antirepresentacionales; su objetivo es utilizar insights encarnados para eliminar cuestiones representacionales de la ciencia cognitiva. Por otro lado, algunos otros investigadores, como el filósofo Andy Clark (1997), tienen una visión más moderada en la que tanto formas representacionales como no representacionales de cognición podrían estar presentes en un mismo agente.

    Los tres temas de conceptualización, reemplazo y constitución de Shapiro (2011) caracterizan principios importantes que son la preocupación del enfoque encarnado. Estos principios también tienen efectos importantes en la práctica de la ciencia cognitiva encarnada. Debido a su preocupación por las contribuciones ambientales a la complejidad conductual, los científicos cognitivos encarnados son mucho más propensos a practicar ingeniería avanzada o psicología sintética (Braitenberg, 1984; Dawson, 2004; Dawson, Dupuis, & Wilson, 2010; Pfeifer & Scheier, 1999). En este enfoque, primero se construyen dispositivos y se colocan en un entorno, para examinar qué comportamientos complicados o sorprendentes podrían surgir. Así, mientras que en la ingeniería inversa las observaciones de comportamiento son la fuente de los modelos, en la ingeniería hacia adelante los modelos son la fuente de comportamiento a observar. Debido a su preocupación por cómo el compromiso con el mundo depende de la naturaleza física y las habilidades de los agentes, los científicos cognitivos encarnados exploran activamente el papel que juega la encarnación en la cognición. Por ejemplo, su creciente interés por los robots humanoides está motivado por la comprensión de que la inteligencia y el desarrollo humanos requieren forma humana (Breazeal, 2002; Brooks et al., 1999).

    En el capítulo actual presentamos algunos de los elementos clave que caracterizan a la ciencia cognitiva encarnada. Estas ideas se presentan en el contexto de reacciones contra la ciencia cognitiva clásica con el fin de resaltar su carácter innovador. Sin embargo, es importante mantener en mente las similitudes potenciales entre la ciencia cognitiva encarnada y los otros dos enfoques; si bien no se enfatizan aquí, la posibilidad de tales similitudes es un tema central de la Parte II de este libro.


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