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8.2: La transparencia del procesamiento visual

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    A algunos investigadores les preocupa que muchos teóricos perceptuales asuman tácitamente una concepción instantánea de la experiencia (Noë, 2002) o una teoría de la visión de una cámara de video (Frisby, 1980). Tales suposiciones tácitas están enraizadas en nuestra fenomenal experiencia de un mundo visual enormemente de alta calidad que parece entregarnos sin esfuerzo. “Abres los ojos y ¡presto! —disfrutas de una experiencia rica y detallada del mundo, que representa al mundo con enfoque nítido, detalle uniforme y alta resolución desde el centro hacia la periferia” (Noë, 2002, p. 2).

    En efecto, nuestra experiencia visual sugiere que la percepción nos pone en contacto directo con la realidad. La percepción es transparente; cuando intentamos atender el procesamiento perceptual, extrañamos el procesamiento en sí y en su lugar experimentamos el mundo que nos rodea (Gendler & Hawthorne, 2006). En lugar de experimentar el mundo como una imagen (Noë, 2002), es como si simplemente experimentáramos el mundo (Chalmers, 2006; MerleAuponty, 1962). Merleau-Ponty (1962, p. 77) señaló que “nuestra percepción termina en objetos, y el objeto [,] una vez constituido, aparece como la razón de todas las experiencias del mismo que hemos tenido o podríamos tener”. Chalmers (2006) afirma que,

    en el Jardín del Edén, tuvimos contacto inmediado con el mundo. Estábamos directamente familiarizados con objetos en el mundo y con sus propiedades. Los objetos nos fueron presentados sin mediación causal, y las propiedades nos fueron reveladas en su verdadera gloria intrínseca. (Chalmers, 2006, p. 49)

    Decir que el procesamiento visual es transparente es decir que solo estamos conscientes de los contenidos que entregan los procesos visuales. Esta fue una suposición central de la llamada teoría de la percepción New Look. Por ejemplo, Bruner (1957, p. 124) presumió que “toda experiencia perceptual es necesariamente el producto final de un proceso de categorización”. La percepción ecológica (Gibson, 1979), una teoría que se encuentra en fuerte oposición en casi todos los aspectos a la Nueva Mirada, también coincide en que los procesos perceptuales son transparentes. “De lo que uno toma conciencia al quedarse quieto, cerrar un ojo y observar una escena congelada no son sensaciones visuales sino sólo las superficies del mundo que ahora se ven desde aquí” (p. 286, cursiva original).

    Que el procesamiento visual sea transparente no es una posición avalada por todos. Por ejemplo, el filósofo del siglo XVIII George Berkeley y el crítico de arte del siglo XIX John Ruskin argumentaron que era posible recuperar la “inocencia del ojo” (Gombrich, 1960). De acuerdo con esta visión, se supone que al nacer los humanos no tienen conceptos, y por lo tanto no pueden experimentar el mundo en cuanto a objetos o categorías; “lo que realmente vemos es sólo una mezcla de parches de colores como las pinturas Turner” (p. 296). Ver el mundo de los objetos requiere aprender sobre las categorías requeridas. Se suponía que un artista podía volver al “ojo inocente”: “el pintor debe despejar su mente de todo lo que sabe sobre el objeto que ve, limpiar la pizarra y hacer que la naturaleza escriba su propia historia” (p. 297).

    La mayoría de las teorías modernas de la percepción visual toman el término medio entre la Nueva Mirada y el ojo inocente al proponer que nuestra experiencia de las categorías visuales está sustentada por, o compuesta por, información percibida (Mach, 1959). Mach (1959) proclamó que,

    así, percepciones, presentaciones, voliciones y emociones, en definitiva, todo el mundo interior y exterior, se juntan, en combinaciones de evanescencia y permanencia variables, a partir de un pequeño número de elementos homogéneos. Por lo general, estos elementos se llaman sensaciones. (Mach, 1959, p. 22)

    Desde esta perspectiva, un tema clave que enfrenta cualquier teoría de ver o visualizar es determinar dónde termina la sensación y dónde comienza la percepción.

    Desafortunadamente, la demarcación entre sensación y percepción no se determina fácilmente por la introspección. La experiencia subjetiva puede llevarnos fácilmente a la falacia intencional en la que una propiedad del contenido de una representación mental se atribuye erróneamente a la propia representación (Pylyshyn, 2003c). Vemos en la siguiente sección que la transparencia del procesamiento visual esconde de nuestra conciencia un polémico conjunto de procesos que deben hacer frente a problemas de procesamiento de información tremendamente complejos.


    This page titled 8.2: La transparencia del procesamiento visual is shared under a CC BY-NC-ND license and was authored, remixed, and/or curated by Michael R. W. Dawson (Athabasca University Press) .