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38.4: Terapia Cognitivo-Conductual

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    Aunque tanto el psicoanálisis como el PCT todavía se utilizan hoy en día, otra terapia, la terapia cognitivo-conductual (TCC), ha ganado un apoyo y práctica más generalizados. La TCC se refiere a una familia de enfoques terapéuticos cuyo objetivo es aliviar los síntomas psicológicos cambiando sus cogniciones y comportamientos subyacentes. La premisa de la TCC es que los pensamientos, comportamientos y emociones interactúan y contribuyen a diversos trastornos mentales. Por ejemplo, consideremos cómo vería un terapeuta de TCC a un paciente que se lava las manos compulsivamente durante horas todos los días. Primero, el terapeuta identificaría el pensamiento desadaptativo del paciente: “Si no me lavo las manos así, me enfermaré y moriré”. El terapeuta luego identifica cómo este pensamiento desadaptativo conduce a una emoción desadaptativa: la sensación de ansiedad cuando no se le lavan las manos. Y finalmente, esta emoción desadaptativa lleva al comportamiento desadaptativo: la paciente se lava las manos durante horas todos los días.

    La TCC es una terapia centrada en el presente (es decir, centrada en el “ahora” más que en las causas del pasado, como las relaciones infantiles) que utiliza objetivos conductuales para mejorar la enfermedad mental de uno. A menudo, estas metas conductuales implican asignaciones de tareas entre sesiones. Por ejemplo, el terapeuta puede darle al paciente que se lava las manos una hoja de trabajo para llevar a casa; en esta hoja de trabajo, la mujer debe anotar cada vez que sienta la necesidad de lavarse las manos, cómo lidia con el impulso y con qué comportamiento reemplaza ese impulso. Cuando la paciente tiene su próxima sesión de terapia, ella y el terapeuta revisan juntos su “tarea”. La TCC es una intervención relativamente breve de 12 a 16 sesiones semanales, estrechamente adaptada a la naturaleza de la psicopatología y tratamiento del trastorno mental específico. Y, como muestran los datos empíricos, la TCC ha demostrado ser altamente eficaz para prácticamente todas las enfermedades psiquiátricas (Hofmann et al., 2012).

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    Figura\(\PageIndex{1}\): Patrón de pensamientos, sentimientos y comportamientos abordados a través de la terapia cognitivo-conductual. [La “Terapia Cognitivo-Conductual” de Judy Schmitt está licenciada bajo CC BY-NC-SA 4.0.]

    Historia de la Terapia Cognitivo-Conductual

    TCC desarrollado a partir del trabajo clínico realizado a mediados del siglo XX por el Dr. Aaron T. Beck, un psiquiatra, y Albert Ellis, un psicólogo. Beck utilizó el término pensamientos automáticos para referirse a los pensamientos que los pacientes deprimidos reportan experimentar espontáneamente. Observó que estos pensamientos surgen de tres sistemas de creencias, o esquemas: creencias sobre el yo, creencias sobre el mundo y creencias sobre el futuro. En el tratamiento, la terapia inicialmente se enfoca en identificar pensamientos automáticos (por ejemplo, “Si no me lavo las manos constantemente, voy a tener una enfermedad”), probar su validez y reemplazar los pensamientos desadaptativos por pensamientos más adaptativos (por ejemplo, “Lavarme las manos tres veces al día es suficiente para prevenir una enfermedad”). En etapas posteriores del tratamiento, se examinan y modifican los esquemas desadaptativos del paciente. Ellis (1957) tomó un enfoque comparable, en lo que llamó terapia racional-emotivo-conductual (REBT), que también alienta a los pacientes a evaluar sus propios pensamientos sobre situaciones.

    Técnicas en TCC

    Beck y Ellis se esforzaron por ayudar a los pacientes a identificar valoraciones desadaptativas, o los juicios falsos y evaluaciones de ciertos pensamientos. Por ejemplo, si es la primera vez que conoces gente nueva, es posible que tengas el pensamiento automático: “A esta gente no le voy a gustar porque no tengo nada interesante que compartir”. Ese pensamiento en sí no es lo que es problemático; la valoración (o evaluación) que pueda tener mérito es lo que es problemático. El objetivo de la TCC es ayudar a las personas a realizar evaluaciones adaptativas, en lugar de desadaptativas, (por ejemplo, “¡sí sé cosas interesantes!”). Esta técnica de revaluación, o reestructuración cognitiva, es un aspecto fundamental de la TCC. Con la reestructuración cognitiva, es trabajo del terapeuta ayudar a señalar cuando una persona tiene un pensamiento inexacto o desadaptativo, para que el paciente pueda eliminarlo o modificarlo para que sea más adaptativo.

    Sin embargo, además de los pensamientos, otro objetivo importante del tratamiento de la TCC es la conducta desadaptativa. Cada vez que una persona se involucra en un comportamiento desadaptativo (por ejemplo, nunca hablar con alguien en situaciones nuevas), refuerza la validez del pensamiento desadaptativo, manteniendo o perpetuando así la enfermedad psicológica. En el tratamiento, el terapeuta y el paciente trabajan juntos para desarrollar hábitos de comportamiento saludables (a menudo rastreados con tareas tipo hoja de trabajo), para que el paciente pueda romper este ciclo de pensamientos y comportamientos desadaptativos.

    Para muchos problemas de salud mental, especialmente los trastornos de ansiedad, la TCC incorpora lo que se conoce como terapia de exposición. Durante la terapia de exposición, un paciente se enfrenta a una situación problemática y se involucra completamente en la experiencia en lugar de evitarla. Por ejemplo, imagínese a un hombre que esté aterrorizado de las arañas. Siempre que se encuentra con uno, inmediatamente grita y entra en pánico. En la terapia de exposición, el hombre se vería obligado a confrontar e interactuar con las arañas, en lugar de simplemente evitarlas como suele hacer. El objetivo es reducir el miedo asociado a la situación a través del aprendizaje de extinción, un proceso neurobiológico y cognitivo mediante el cual el paciente “desaprende” el miedo irracional. Por ejemplo, la terapia de exposición para alguien aterrorizado por las arañas podría comenzar con él mirando una caricatura de una araña, seguido de él mirando fotos de arañas reales, y más tarde, él manejando una araña de plástico. Después de semanas de esta exposición incremental, el paciente puede incluso ser capaz de sostener una araña viva. Después de una exposición repetida (comenzando pequeño y construyendo el camino hacia arriba), el paciente experimenta menos miedo fisiológico y pensamientos desadaptativos sobre las arañas, rompiendo su tendencia a la ansiedad y posterior evitación.

    Ventajas y desventajas de la TCC

    Las intervenciones de TCC tienden a ser relativamente breves, lo que las hace rentables para el consumidor promedio. Además, la TCC es un tratamiento intuitivo que tiene sentido lógico para los pacientes. También se puede adaptar para satisfacer las necesidades de muchas poblaciones diferentes. Sin embargo, una desventaja es que la TCC implica un esfuerzo significativo por parte del paciente, ya que el paciente es un participante activo en el tratamiento. Los terapeutas suelen asignar “deberes” (por ejemplo, hojas de trabajo para registrar los pensamientos y comportamientos de uno) entre sesiones para mantener los hábitos cognitivos y conductuales en los que el paciente está trabajando. La mayor fortaleza de la TCC es la abundancia de apoyo empírico para su efectividad. Los estudios han encontrado consistentemente que la TCC es tan efectiva o más efectiva que otras formas de tratamiento, incluyendo la medicación y otras terapias (Butler et al., 2006; Hofmann et al., 2012). Por esta razón, la TCC se considera un tratamiento de primera línea para muchos trastornos mentales.


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