Una vez definido un constructo teórico, ¿cómo lo medimos exactamente? La operacionalización se refiere al proceso de desarrollo de indicadores o ítems para medir estos constructos. Por ejemplo, si un constructo teórico no observable como el nivel socioeconómico se define como el nivel de ingresos familiares, se puede operacionalizar utilizando un indicador que haga a los encuestados la pregunta: ¿cuál es su ingreso familiar anual? Dado el alto nivel de subjetividad e imprecisión inherentes a los constructos de las ciencias sociales, tendemos a medir la mayoría de esos constructos (excepto algunos constructos demográficos como la edad, el género, la educación y el ingreso) utilizando múltiples indicadores. Este proceso nos permite examinar la cercanía entre estos indicadores como una evaluación de su precisión (confiabilidad).
Los indicadores operan a nivel empírico, en contraste con los constructos, los cuales son conceptualizados a nivel teórico. La combinación de indicadores a nivel empírico que representan un constructo dado se denomina variable. Como se señaló en un capítulo anterior, las variables pueden ser independientes, dependientes, mediadoras o moderadoras, dependiendo de cómo se empleen en un estudio de investigación. También cada indicador puede tener varios atributos (o niveles) y cada atributo representa un valor. Por ejemplo, una variable de “género” puede tener dos atributos: masculino o femenino. Asimismo, se puede construir una escala de satisfacción del cliente para representar cinco atributos: “fuertemente insatisfecho”, “algo insatisfecho”, “neutral”, “algo satisfecho” y “fuertemente satisfecho”. Los valores de los atributos pueden ser cuantitativos (numéricos) o cualitativos (no numéricos). Los datos cuantitativos pueden analizarse mediante técnicas de análisis cuantitativo de datos, como regresión o modelado de ecuaciones estructurales, mientras que los datos cualitativos requieren técnicas de análisis de datos cualitativos, como la codificación. Nótese que muchas variables en la investigación en ciencias sociales son cualitativas, incluso cuando se representan de manera cuantitativa. Por ejemplo, podemos crear un indicador de satisfacción del cliente con cinco atributos: fuertemente insatisfechos, algo insatisfechos, neutros, algo satisfechos y fuertemente satisfechos, y asignar los números del 1 al 5 respectivamente para estos cinco atributos, de manera que podamos usar sofisticadas herramientas estadísticas para análisis cuantitativo de datos. Sin embargo, tenga en cuenta que los números son solo etiquetas asociadas a la evaluación personal de los encuestados de su propia satisfacción, y la variable subyacente (satisfacción) sigue siendo cualitativa a pesar de que la representamos de manera cuantitativa.
Los indicadores pueden ser reflexivos o formativos. Un indicador reflexivo es una medida que “refleja” un constructo subyacente. Por ejemplo, si la religiosidad se define como un constructo que mide qué tan religiosa es una persona, entonces asistir a los servicios religiosos puede ser un indicador reflexivo de la religiosidad. Un indicador formativo es una medida que “forma” o contribuye a un constructo subyacente. Dichos indicadores pueden representar diferentes dimensiones del constructo de interés. Por ejemplo, si la religiosidad se define como la composición de una dimensión de creencia, una dimensión devocional y una dimensión ritual, entonces los indicadores elegidos para medir cada una de estas diferentes dimensiones serán considerados indicadores formativos. Los constructos unidimensionales se miden usando indicadores reflectantes (aunque se pueden usar múltiples indicadores reflectantes para medir constructos abstrusos como la autoestima), mientras que los constructos multidimensionales se miden como una combinación formativa de las múltiples dimensiones, aunque cada una de las las dimensiones subyacentes pueden medirse usando uno o más indicadores reflectantes.
