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11.4: Sarah Pierrepont Edwards sobre la conversión

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    Seguí en un sentido dulce y vivo de las cosas Divinas, hasta que me retiré para descansar. Esa noche, que fue la noche del jueves 28 de enero, fue la noche más dulce que he tenido en mi vida. Nunca antes, durante tanto tiempo juntos, disfruté tanto de la luz, del descanso y la dulzura del cielo en mi alma, pero sin la menor agitación del cuerpo durante todo el tiempo. La gran parte de la noche me quedé despierto, a veces dormido, y a veces entre dormir y despertar. Pero toda la noche continué en un sentido constante, claro y vivo de la dulzura celestial del amor excelente y trascendente de Cristo, de su cercanía a mí, y de mi cariño hacia él; con una inexpresable dulzura de alma en todo un descanso en él. Me pareció percibir un resplandor de amor divino descendiendo del corazón de Cristo en el cielo, en mi corazón, en una corriente constante, como una corriente o un lápiz de luz dulce. Al mismo tiempo, mi corazón y mi alma fluyeron en amor a Cristo, de manera que parecía haber un constante fluir y refluir de amor celestial y divino, del corazón de Cristo al mío; y me aparecí a mí mismo para flotar o nadar, en estos brillantes y dulces rayos del amor de Cristo, su luz como las motas nadando en los rayos del sol, o las corrientes de su luz que entran por la ventana. Mi alma permaneció en una especie de elisio celestial. En la medida en que soy capaz de hacer una comparación, pienso que lo que sentía cada minuto, durante la continuación de todo el tiempo, valía más que todo el confort y placer exterior, que había disfrutado en toda mi vida juntos. Era una delicia pura, que alimentaba y satisfizo el alma. Era campesino, sin la menor picadura, ni ninguna interrupción. Era una dulzura, en la que mi alma estaba perdida. Parecía ser todo lo que mi débil marco podía sostener, de esa plenitud de alegría, que es sentida por aquellos, que contemplan el rostro de Cristo, y comparten su amor en el mundo celestial. Había tan poca diferencia, ya sea que estuviera dormido o despierto, tan profunda fue la impresión que se hizo en mi alma; pero si había alguna diferencia, la dulzura era mayor e ininterrumpida, mientras dormía...

    Mi alma consintió plenamente en la voluntad de Dios, en cuanto al instrumento, si su obra de renovar la gracia lo hiciera pero continuara...


    This page titled 11.4: Sarah Pierrepont Edwards sobre la conversión is shared under a CC BY-SA license and was authored, remixed, and/or curated by Robin DeRosa, Abby Goode et al..