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12.4: La Era de la Razón (Extracto)

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    de DE MISIONES Y REVELACIONES

    CADA iglesia o religión nacional se ha establecido fingiendo alguna misión especial de Dios, comunicada a ciertos individuos. Los judíos tienen su Moisés; los cristianos su Jesucristo, sus apóstoles y santos; y los turcos su Mahomet; como si el camino a Dios no estuviera abierto a todos por igual.

    Cada una de esas iglesias muestra ciertos libros, a los que llaman revelación, o la Palabra de Dios. Dicen los judíos que su Palabra de Dios fue dada por Dios a Moisés cara a cara; dicen los cristianos, que su Palabra de Dios vino por inspiración divina; y dicen los turcos, que su Palabra de Dios (el Corán) fue traída por un ángel del cielo. Cada una de esas iglesias acusa a la otra de incredulidad; y, por mi parte, no las creo a todas.

    Como es necesario fijar ideas correctas a las palabras, antes de continuar con el tema, ofreceré algunas observaciones sobre la palabra 'revelación'. La revelación cuando se aplica a la religión, significa algo comunicado inmediatamente de Dios al hombre.

    Nadie negará ni disputará el poder del Todopoderoso para hacer tal comunicación si así lo desea. Pero admitir, por el bien de un caso, que algo ha sido revelado a cierta persona, y no revelado a ninguna otra persona, es revelación sólo para esa persona. Cuando se lo dice a una segunda persona, una segunda a una tercera, una tercera a una cuarta, y así sucesivamente, deja de ser una revelación para todas esas personas. Es revelación solo a la primera persona, y rumores a todos los demás, y, en consecuencia, no están obligados a creerlo...

    Es curioso observar cómo la teoría de lo que se llama la Iglesia Cristiana, brotó de la cola de la mitología pagana. Una incorporación directa tuvo lugar en primera instancia, al hacer engendrado celestialmente al reputado fundador. La trinidad de dioses que entonces siguió no fue otra que una reducción de la pluralidad anterior, que era de unos veinte o treinta mil. La estatua de María sucedió a la estatua de Diana de Éfeso. La deificación de los héroes se transformó en la canonización de los santos. Los mitólogos tenían dioses para todo; los mitólogos cristianos tenían santos para todo. La iglesia se volvió tan abarrotada con la una, como el panteón había estado con el otro; y Roma era el lugar de ambos. La teoría cristiana es poco más que la idolatría de los antiguos mitólogos, acomodados a los propósitos del poder y los ingresos; y aún queda por razón y filosofía para abolir el fraude anfibio.

    de RELATIVO AL CARÁCTER DE JESUCRISTO Y SU

    Jesucristo no escribió ningún relato de sí mismo, de su nacimiento, de su filiación, ni de cualquier otra cosa. Ni una línea de lo que se llama el Nuevo Testamento es de su escritura. La historia de él es en conjunto obra de otras personas; y en cuanto al relato dado de su resurrección y ascensión, fue la contraparte necesaria de la historia de su nacimiento. Sus historiadores, habiéndolo traído al mundo de una manera sobrenatural, se vieron obligados a sacarlo nuevamente de la misma manera, o la primera parte de la historia debió haber caído al suelo..

    Pero la resurrección de un muerto de la tumba, y su ascensión por el aire, es algo muy diferente, en cuanto a la evidencia que admite, a la concepción invisible de un niño en el vientre. La resurrección y ascensión, suponiendo que hubieran tenido lugar, admitió de manifestación pública y ocular, como la de la ascensión de un globo, o el sol al mediodía del día, a toda Jerusalén por lo menos. Algo que todo el mundo está obligado a creer, requiere que la prueba y evidencia de ello sea igual a todos, y universal; y como la visibilidad pública de este último acto afín fue la única prueba que podría dar sanción a la primera parte, la totalidad cae al suelo, porque esa evidencia nunca se le dio. En lugar de esto, un pequeño número de personas, no más de ocho o nueve, son introducidas como apoderados para todo el mundo, para decir que lo vieron, y todo el resto del mundo está llamado a creerlo. Pero parece que Tomás no creía en la resurrección; y, como dicen, no creería sin tener él mismo demostración ocular y manual. Entonces yo tampoco; y la razón es igual de buena para mí, y para cada otra persona, como para Tomás..

    de CONCLUSIÓN

    De todos los sistemas religiosos que alguna vez se inventaron, no hay ninguno más despectivo para el Todopoderoso, más poco edificante para el hombre, más repugnante a la razón, y más contradictorio en sí mismo, que esta cosa llamada cristianismo. Demasiado absurdo para creer, demasiado imposible de convencer, y demasiado inconsistente para la práctica, vuelve tórpido al corazón, o produce sólo ateos y fanáticos. Como motor de poder sirve al propósito del despotismo; y como medio de riqueza, la avaricia de los sacerdotes; pero en la medida en que respeta el bien del hombre en general, no lleva a nada aquí o más allá...

    Ha sido el esquema de la iglesia cristiana, y de todos los demás sistemas inventados de religión, mantener al hombre en la ignorancia del Creador, ya que es de Gobierno sostener al hombre en la ignorancia de sus derechos. Los sistemas del uno son tan falsos como los del otro, y se calculan para el apoyo mutuo. El estudio de la teología, tal como está en las iglesias cristianas, es el estudio de la nada; se basa en la nada; no se basa en principios; procede de ninguna autoridad; no tiene datos; no puede demostrar nada; y no admite conclusión alguna. No se puede estudiar nada como ciencia, sin que estemos en posesión de los principios sobre los que se funda; y como no es el caso de la teología cristiana, es por lo tanto el estudio de la nada.

    En cambio entonces, de estudiar teología, como se hace ahora, a partir de la Biblia y del Testamento, cuyos significados siempre están controvertidos los libros y cuya autenticidad se refuta, es necesario que nos remitamos a la Biblia de la creación. Los principios que descubrimos allí son eternos y de origen divino; son el fundamento de toda la ciencia que existe en el mundo, y deben ser el fundamento de la teología...

    Yo aquí cierro el tema. He demostrado en todas las partes anteriores de esta obra, que la Biblia y el Testamento son imposiciones y falsificaciones; y dejo las pruebas que he producido en prueba de ello, para ser refutadas, si alguno puede hacerlo: y dejo las ideas que se sugieren en la conclusión de la obra, para que descansen en la mente del lector; cierto como yo, que cuando las opiniones son libres, ya sea en materia de gobierno o religión, la verdad prevalecerá definitiva y poderosamente.


    This page titled 12.4: La Era de la Razón (Extracto) is shared under a CC BY-SA license and was authored, remixed, and/or curated by Robin DeRosa, Abby Goode et al..