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LibreTexts Español

16.1: Introducción

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    El concepto de 'seguridad humana' ha ampliado las visiones convencionales de la seguridad más allá del actor estatal soberano, los intereses nacionales, el militarismo y la guerra, para incluir también la multitud de otras amenazas que experimentan los seres humanos individuales y sus comunidades (Shani, 2007; véanse también Capítulo 1 y Capítulo 3). El término fue articulado por primera vez en 1994 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el Informe anual sobre Desarrollo Humano que identificó siete categorías de amenazas a la seguridad humana: económica, alimentaria, salud, ambiental, personal, comunitaria y política. El concepto transforma tanto los objetos referentes de seguridad como los medios para lograr la seguridad de los estados a los humanos, y de la acción militar al desarrollo humano (PNUD, 1994, p. 24). El PNUD define la seguridad humana como 'libertad del miedo' y 'libertad de quiero' (PNUD, 1994). El concepto de seguridad humana del PNUD refleja el enfoque dividido en el discurso de derechos humanos entre lo civil y lo político, así como entre las preocupaciones sociales y económicas (de desarrollo) (Shani, 2007). Atrae áreas temáticas y políticas previamente distintas en un discurso común, principalmente preocupado por el bienestar humano. Esta reconceptualización puede verse como un reconocimiento de la interdependencia de los problemas globales. Idealmente, este enfoque holístico de la seguridad humana brindaría una invitación a una cooperación intersectorial innovadora y respuestas políticas integradas (Tadjbakhsh y Chenoy, 2007; Cherp et al., 2007). En consecuencia, el PNUD aboga por el 'desarrollo humano sostenible' como medio para abordar las diversas áreas de amenaza (PNUD, 1994).

    En su artículo “La anarquía que viene”, Robert Kaplan (1994) escribió “es hora de entender el Medio Ambiente por lo que es: el tema de seguridad nacional de principios del siglo XXI”. (Kaplan, 1994, p. 54). Pero más allá de ser meramente otro tema de seguridad nacional, la seguridad humana se refiere tanto a la violencia personal como a la 'violencia estructural' (Galtung, 1969; Tadjbakhsh y Chenoy, 2007; Barnett, 2007). En lo que Eriksen (2010) llama un cambio hacia un enfoque cualitativo, la seguridad ya no puede ser vista objetivamente como la mera ausencia de violencia. Más bien, la seguridad está determinada subjetivamente y se refiere a las diversas realidades sociales, económicas y ambientales experimentadas localmente que afectan el bienestar humano (Eriksen, 2010, p. 1; Voigt, 2008, p. 187). El cambio reconoce las limitaciones de las concepciones tradicionales de seguridad para capturar plenamente la experiencia humana (hombres y mujeres) y refleja los problemas planteados por los académicos críticos de seguridad y género (Detraz, 2010).

    Ante la atención que se está dando a los vínculos entre el medio ambiente y la inseguridad humana, dos conceptos merecen mencionarse en el contexto de este capítulo. El primero, el conflicto ambiental, se refiere al conflicto por los recursos (Detraz, 2010). Como Kaplan imaginó, este concepto refleja nociones tradicionales de seguridad con el medio ambiente siendo visto como un “interés” que debe perseguirse a través de la seguridad nacional. La seguridad ambiental, por otro lado, se refiere al impacto del medio ambiente en las personas (Detraz, 2010). Esto podría incluir el impacto de la degradación provocada por el hombre y los desastres naturales. Relacionado con ambos conceptos también está el impacto de la guerra y el conflicto en el medio ambiente (Hulme, 2008).

    En su discusión sobre la seguridad ambiental, Jon Barnett (2007) identifica el impacto del cambio ambiental en el bienestar humano como una forma de violencia estructural. Sin embargo, vitalmente, demuestra que la 'amenaza' ambiental es causada esencialmente por seres humanos. Barnett (2007) explica cómo los patrones de consumo y explotación de recursos en pos del capitalismo industrial en el mundo desarrollado tienen dos efectos. Primero, son la causa de la injusticia social, una brecha cada vez mayor entre ricos y pobres, los estados desarrollados y los estados en desarrollo, a menudo denominados la brecha norte-sur. En segundo lugar, el impacto en los ecosistemas ha dado lugar a una degradación ambiental sin igual. El cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la destrucción de tierras y bosques, el agotamiento de los recursos, la contaminación del aire, el suelo y el agua se encuentran entre los innumerables problemas ambientales que enfrentamos actualmente. Las personas en los estados más pobres y en desarrollo carecen de “capacidad de adaptación” material y social para hacer frente a los cambios ambientales y, por lo tanto, la injusticia social y la degradación ambiental antropogénica-antropogénica se combinan para tener un impacto aún mayor en el bienestar humano en los estados menos desarrollados. No solo los impactos se sienten desproporcionadamente, sino que la degradación ambiental exacerba aún más la violencia estructural (Barnett, 2007). Esta ilustración cíclica de la inseguridad humana es etiquetada como “doble exposición” por O'Brien y Leichenko (2000). Tales ejemplos nos permiten comenzar a ver la justificación del concepto humano de seguridad enfrentando múltiples áreas temáticas interconectadas (O'Brien & Leichenko, 2000).

    Voigt (2008) explica cómo los factores ambientales actúan como “puntos de inflexión”. El cambio ambiental actúa como un “multiplicador de amenazas” porque los efectos de la escasez (de alimentos, agua y otros recursos) conducen a, e intensifican, la pobreza y la migración, lo que a su vez tiene implicaciones sociales y políticas (Voigt, 2008; Comisión Europea, 2008). Los problemas ambientales aumentan el riesgo de tensiones, inestabilidad e intensifican los conflictos existentes en áreas frágiles (Cherp et al., 2007; Voigt, 2008; Comisión Europea, 2008). Además, la violencia estructural también lleva a las personas a dedicarse a prácticas insostenibles y al uso de recursos, tratando de desarrollarse pero no poder hacerlo de manera sostenible debido a la incapacidad de satisfacer incluso las necesidades básicas. Podemos entender entonces por qué Barnett describe la inseguridad ambiental como “la vulnerabilidad de individuos y grupos a los efectos adversos críticos causados directa o indirectamente por el cambio ambiental” (2007, p. 5). Por el contrario, la 'seguridad' incluye disposiciones adecuadas para la adaptación o prevención para que los cambios ejerzan un impacto limitado en el bienestar (Barnett, 2007).

    Lo problemático de esta definición es que si tuviéramos que tomar la definición de seguridad de Barnett y aplicarla al sur global significaría mejorar la capacidad de adaptación del sur global a los cambios ambientales. Barnett ilustra el problema pero en su concepción de la seguridad no confronta el hecho de que aumentar la capacidad adaptativa del mundo en desarrollo es inútil mientras el consumo y el crecimiento insostenibles continúen sin disminuir para crear condiciones de degradación e injusticia social. Cualquier definición de seguridad es incompleta a menos que reconozca la necesidad de abordar el statu quo. Necesitamos modificar el concepto para dar sentido al vínculo entre el medio ambiente y la seguridad humana.

    La seguridad ecológica se refiere a los impactos negativos del comportamiento humano en el medio ambiente (Detraz, 2010). Tal concepto de seguridad requiere la preservación de los ecosistemas por su propio bien, no sólo por su utilidad para los humanos (Liftin, 1999). Esta definición contiene el reconocimiento de que dado que el medio ambiente es el objeto referente de la seguridad en última instancia los seres humanos, como parte de los ecosistemas, también son objetos referentes. La seguridad de los seres humanos se basa en la seguridad ecológica —es decir, la viabilidad de la biosfera. Las variables sociales y políticas de la inseguridad humana no pueden abordarse a menos que la base misma de la vida humana, el medio ambiente, sea segura. Por lo tanto, en el corazón mismo del logro de la seguridad humana está la necesidad de abordar la relación de los humanos con la naturaleza (Myers, 1993; Detraz, 2010; Page & Redclift, 2002). Excluir esta relación reproduciría los desequilibrios que causan crisis ambiental, violencia estructural y sus consecuencias negativas que se refuerzan mutuamente para la seguridad humana en general (Voigt, 2008, p. 167).


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