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16.2: Desarrollo Sustentable y Seguridad Humana

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    El PNUD concibió el “desarrollo humano sustentable” como medio para lograr la seguridad humana (PNUD, 1994). A diferencia de los enfoques convencionales de seguridad, este enfoque aprecia que la seguridad depende de condiciones a largo plazo para el bienestar humano, realizadas en diversas áreas interconectadas. Se trata de una aplicación del modelo de desarrollo sustentable enunciado en el Informe de la Comisión Brundtland de 1987 'Nuestro Futuro Común' y reafirmado en la Cumbre de la Tierra de Río de 1992.

    La sustentabilidad como base para la relación de los humanos con el medio ambiente es una idea antigua y tiene un historial de implementación exitosa en sistemas públicos de acuerdo a las condiciones ecológicas de la época (Bosselmann, 2016, pp. 3, 83; Weeramantry, 1997). El punto de inflexión en la relación fue la revolución industrial donde la percepción humana de la naturaleza cambió de reconocer el valor intrínseco y la integridad de los ecosistemas a ver la naturaleza como una máquina y como una base de recursos para ser explotada para el beneficio y la prosperidad humanas. Es importante destacar que esta fue también la era de la propiedad privada y la difusión de la empresa económica liberal de libre mercado dando lugar a “una relación de poder individual sobre la tierra” (Bosselmann, 2016, p. 13).

    La primera referencia al desarrollo sustentable ocurrió en el Informe Mundial sobre la Conservación de la Naturaleza de 1980 de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Luego, la Carta Mundial de la Naturaleza, adoptada por la Asamblea General de la ONU en 1983, incluyó un modelo de desarrollo sustentable en el que se consideró necesario el manejo de los recursos naturales para “lograr y mantener una productividad sustentable óptima” (párr. 4) pero no “en exceso de su capacidad para regeneración” (párr. 10a). Este modelo reflejaba la dimensión de sustentabilidad de que “cada forma de vida es única, lo que garantiza el respeto independientemente de su valor para el hombre” (preámbulo). Sin embargo, en el Informe Brundtland de 1987 (WCED, 1987) el desarrollo sostenible perdió su significado ecológico central debido a las preocupaciones de desarrollo y los esfuerzos de cabildeo de los estados 'meridionales' en la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo (Bosselmann, 2016, p. 26). Se sostuvo la prioridad de las necesidades humanas. Posteriormente en 1992 se adoptó la Declaración de Río como acuerdo no vinculante durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD), la cual establece como primer principio que “los seres humanos están en el centro de las preocupaciones por el desarrollo sostenible” (Principio 1; PNUD, 1992).

    A pesar de la abrumadora evidencia científica de una degradación ambiental antropogénica sin igual, los patrones de producción y consumo derrochadores siguen profundamente arraigados en el comportamiento humano (Bosselmann, 2016, p. 9). La continuidad de estas actitudes y comportamientos se debe en gran parte a la externalización de los costos del cambio ambiental. Las consecuencias negativas de las prácticas actuales suelen tener menos probabilidades de afectar la seguridad humana de quienes causan la mayor degradación. Están separados por la distancia en el espacio porque estas actividades socioeconómicas se desarrollan globalmente, y están separadas en el tiempo porque los efectos de la degradación afectan principalmente a la base de recursos de las generaciones futuras más que a la suya propia. De ahí que las demandas de la generación actual superen la capacidad regenerativa de la naturaleza (Bosselmann, 2016, p. 9).

    El desarrollo sustentable se ha presentado como un modelo de tres pilares en el que todas las necesidades ambientales, económicas y sociales están equilibradas (OCDE, 2005). El desarrollo sustentable se alejó del valor intrínseco de la naturaleza y se volvió terminológicamente vago para simplemente mantener el status quo a pesar del conocimiento irrefutable de cómo esto impacta negativamente al medio ambiente. Las formas de proteger el medio ambiente se basaron principalmente en soluciones técnicas y modelos económicos, lo que dio como resultado que los problemas ambientales fueran simplemente cooptados en el actual orden económico mundial, sin conocimiento real de lo que se está asegurando y contra qué peligros se está asegurando (Dalby, 2002). Así, el modelo de desarrollo sustentable en el Informe Brundtland (1987) y sus tres pilares es un intento de “tenerlo todo”: prosperidad económica y un medio ambiente saludable.

    La vaguedad de la formulación del PNUD (1994) del desarrollo humano sostenible significa que ni siquiera podemos estar seguros de si la preocupación por el medio ambiente se presenta realmente como un equilibrio para el desarrollo en otras áreas, o si el medio ambiente es visto puramente como una amenaza. Mucho depende de cómo se perciba la relación entre medio ambiente y seguridad. La diferencia entre un desarrollo sustentable fuerte y débil es que el medio ambiente se concibe ya sea como 'todo' o como 'el otro' (Bosselmann, 2006, p. 44). La literatura sobre seguridad humana, con sus muchas fuentes de amenazas igualmente ponderadas, refleja en gran medida una comprensión limitada del medio ambiente como base para la inseguridad. Como medio para garantizar la seguridad humana, este débil modelo de sustentabilidad (como se le ha referido), es insuficiente. El desarrollo sustentable, como ahora se entiende, se basa en el supuesto irracionalmente sostenido de que el crecimiento de las poblaciones y economías humanas puede conciliarse con la preservación ambiental (Bosselmann, 2016, pp. 2, 41).

    El desarrollo sustentable y de hecho la satisfacción de la seguridad humana son inevitablemente sobre las necesidades humanas. La seguridad humana reconoce las necesidades de las generaciones actuales y futuras de estar libres del miedo y de la miseria, lo que refleja la noción de desarrollo sustentable que ofrece el Informe Brundtland: “la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” (CME, 1987, p. 43). Entonces, nos quedamos preguntándonos qué necesitan estos pueden ser ya que los efectos producidos por las amenazas interconectadas a la seguridad humana seguramente se ajustarán a lo largo del tiempo (Bosselmann, 2016, p. 28). Fundamentalmente, sin embargo, la capacidad de las generaciones futuras para estar libres de inseguridad y satisfacer sus necesidades materiales dependerá de los servicios ambientales básicos, sin los cuales no es posible la vida humana (Bosselmann, 2016, p. 29). El miedo y la necesidad solo pueden cumplirse dentro de los límites ecológicos— “no hay alternativa que preservar la integridad ecológica de la Tierra” (Bosselmann, 2016, pp. 2, 28).


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