19.2: Visión general del temperamento

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Amanda Taintor

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Visión general

Se estima que 40— 60% de la variabilidad observada en la personalidad se debe a características o rasgos de temperamento (Cloninger et al., 1993; Bouchard, 1994; Loehlin et al., 1998; Robins, 2005) (Fisher, Island, Rich, Marchalik y Brown 2015). Los rasgos temperamentales son características de base biológica presentes temprano en la vida que contribuyen a diferencias individuales en la regulación y modulación de la emoción, la atención, el comportamiento y la actividad motora (Rothbart, 1981, 2007; Gartstein y Rothbart, 2003) (Spinelli, Fasolo , Shah, Genovese y Aureli, 2018). El temperamento es un patrón heredado de cognición, emoción, motivación y comportamiento; está influenciado por la experiencia (Terracciano et al., 2005; Roberts y Mroczek, 2008) pero es principalmente estable a lo largo de la vida (Bouchard, 1994; McCrae et al., 2000; Roberts y DelVecchio, 2000). Según Rothbart et al. (2000), “el temperamento surge de nuestra dotación genética. Influye y está influenciada por la experiencia del individuo, uno de los resultados es la personalidad adulta”. Aunque algunos teóricos argumentan que no existe una distinción rígida entre personalidad y temperamento (McCrae et al., 2000), los elementos del temperamento tradicionalmente incluyen disposiciones conductuales desde la infancia hasta la edad adulta, observables en bebés preverbales y generalizables a animales no humanos ( Rothbart et al., 2000; Clark, 2005)) (Fisher, Island, Rich, Marchalik y Brown 2015). Debido a que el desarrollo emerge a través de interacciones bidireccionales entre el lactante y su entorno (Sameroff, 1975), el temperamento puede influir en cómo el infante recibe y responde a los estímulos en su entorno, impactando el desarrollo posterior. [1]

[1] Fisher HE, Island HD, Rich J, Marchalik D y Brown LL (2015) Cuatro amplias dimensiones de temperamento: doi: 10.3389/fpsyg.2015.01098 tiene licencia CC BY