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1.4: Cambio y continuidad

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    Figura i. Universidad de Harvard
    Figura 1.4.1 Universidad de Harvard

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    En la era de la conexión constante y las redes sociales, es hora de que las paredes monolíticas, milenarias y cubiertas de higas experimenten un cambio de fase en algo mucho más ligero, más permeable y fluido.

    Anya Kamenetz, 2010

    Si bien este libro está dirigido a profesores e instructores en escuelas y colegios, así como universidades, quiero ver particularmente cómo la era digital está impactando en las universidades. Existe la creencia generalizada —incluso entre aquellos que se han beneficiado de excelentes títulos en universidades de prestigio— de que las universidades están fuera de contacto, que la libertad académica se trata realmente de proteger a los profesores en una carrera cómoda que no requiere que cambien, y que el toda la organización de la academia es mejor dejarla a su pasado medieval: en otras palabras, las universidades son un artefacto del pasado y algo nuevo necesita reemplazarlas.

    Sin embargo, hay muy buenas razones por las que las universidades han existido por más de 800 años, y es probable que sigan siendo relevantes en el futuro. Las universidades están diseñadas deliberadamente para resistir la presión externa. Han visto reyes y papas, gobiernos y corporaciones empresariales, ir y venir, sin que ninguna de estas fuerzas externas cambie fundamentalmente la naturaleza de la institución. Las universidades se enorgullecen de su independencia, su libertad y su contribución a la sociedad. Entonces comencemos por mirar, muy brevemente, estos valores fundamentales, porque cualquier cambio que realmente amenace estos valores fundamentales probablemente sea fuertemente resistido por parte de profesores e instructores dentro de la institución.

    Las universidades son fundamentalmente sobre la creación, evaluación, mantenimiento y difusión del conocimiento. Este papel en la sociedad es aún más importante hoy que en el pasado. Para que las universidades desempeñen ese papel de manera adecuada, sin embargo, ciertas condiciones son necesarias. Primero necesitan mucha autonomía. El valor potencial del nuevo conocimiento en particular es difícil de predecir de antemano. Las universidades proporcionan a la sociedad una forma segura de apostar en el futuro, al fomentar la investigación y el desarrollo innovadores que pueden no tener beneficios aparentes inmediatos a corto plazo, o que pueden llevar a ninguna parte, sin incurrir en grandes pérdidas comerciales o sociales. Otro papel crítico es la capacidad de desafiar los supuestos o posiciones de agencias poderosas ajenas a la universidad, como el gobierno o la industria, cuando éstas parecen estar en conflicto con la evidencia o los principios éticos o el bien general de la sociedad.

    Quizás aún más importante, existen ciertos principios que distinguen el conocimiento académico del conocimiento cotidiano, como las reglas de lógica y razonamiento, la capacidad de moverse entre lo abstracto y lo concreto, ideas sustentadas en evidencia empírica o validación externa (véase por ejemplo, Laurillard, 20 01). Esperamos que nuestras universidades operen a un nivel de pensamiento superior al que nosotros, como individuos o corporaciones, podemos hacer en nuestra vida cotidiana.

    Uno de los valores fundamentales que ha ayudado a sostener a las universidades es la libertad académica. Los académicos que hacen preguntas incómodas, que impugnan el statu quo, que aportan pruebas que contradicen las declaraciones hechas por el gobierno o las corporaciones, están protegidos del despido o castigo dentro de la institución por expresar tales opiniones. La libertad académica es una condición esencial dentro de una sociedad libre. Sin embargo, también significa que los académicos son libres de elegir lo que estudian, y lo que es más importante para este libro, la mejor manera de comunicar ese conocimiento. Entonces, la docencia universitaria está ligada a esta noción de libertad académica y autonomía, aunque algunas de las condiciones que protegen esa autonomía, como la tenencia o un trabajo de por vida, están cada vez más bajo presión.

    Hago este punto por una razón y una sola razón. Si las universidades van a cambiar para atender las cambiantes presiones externas, este cambio debe provenir desde dentro de la organización, y en particular de los propios profesores e instructores. Es la facultad la que debe ver la necesidad de cambio, y estar dispuesta a hacer esos cambios ellos mismos. Si el gobierno o la sociedad en su conjunto trata de hacer cumplir los cambios desde el exterior, especialmente de una manera que desafíe los valores fundamentales de una universidad como la libertad académica, existe un grave riesgo de que se destruya lo mismo que hace de las universidades un componente único y valioso de la sociedad, convirtiéndolas así menos que más valioso para la sociedad en su conjunto. Sin embargo, este libro aportará muchas razones por las que también redunda en el mejor interés no solo de los alumnos sino de los propios instructores para realizar cambios, en términos de gestionar la carga de trabajo y atraer recursos adicionales para apoyar la enseñanza.

    Las escuelas y las universidades de dos años se encuentran en una posición algo diferente. Es más fácil (aunque no tan fácil) imponer el cambio desde arriba o a través de fuerzas ajenas a la institución, como el gobierno. Sin embargo, como indica claramente la literatura sobre la gestión del cambio (ver, por ejemplo, Weiner, 2009), el cambio ocurre de manera más consistente y profunda cuando quienes están experimentando el cambio entienden la necesidad del mismo y tienen ganas de cambiar. Así, en muchos sentidos, las escuelas, los colegios de dos años y las universidades se enfrentan al mismo reto: cómo cambiar preservando la integridad de la institución y lo que representa.

    Actividad 1.4 Cambio y continuidad

    1. ¿Crees que las universidades son irrelevantes hoy en día? Si no, ¿qué alternativas existen para desarrollar a los alumnos con los conocimientos y habilidades necesarios en una era digital?

    2. ¿Cuáles son sus puntos de vista sobre los valores fundamentales de una universidad? ¿En qué se diferencian de los aquí señalados?

    3. ¿Crees que las escuelas, colegios y/o universidades necesitan cambiar su manera de enseñar? Si es así, ¿por qué y de qué manera? ¿Cómo podría hacerse esto mejor sin interferir con la libertad académica u otros valores fundamentales de las instituciones educativas?

    No hay respuestas correctas o incorrectas a estas preguntas pero es posible que desee volver a sus respuestas después de leer todo el capítulo.

    Referencias

    Kamenetz, A. (2010) DIY U: Edupunks, Edupreneurs y la próxima transformación de la educación superior White River Junction VT: Chelsea Green

    Laurillard, D. (2001) Repensar la enseñanza universitaria: un marco conversacional para el uso efectivo de las tecnologías de aprendizaje Nueva York/Londres: Routledge

    Weiner, B. (2009) Una teoría de la preparación organizacional para el cambio Implementation Science, Vol. 4, núm. 67


    This page titled 1.4: Cambio y continuidad is shared under a CC BY-NC license and was authored, remixed, and/or curated by A.W. (Tony) Bates.