16.2: La cosmovisión africana y la espiritualidad

Para muchos autores, una personalidad africana común deriva de una cosmovisión africana común.

Según Khoapa (1980), la realidad existencial de un africano es una realidad de ser colectivo, buscan entender el mundo a través de su intersección con todos los aspectos del mundo y otras personas. Esta cosmovisión es holística y humanista, y se centra en la interdependencia, la supervivencia colectiva, la armonía, un papel importante para los ancianos, la tradición oral, la continuidad de la vida y el ritmo. Además, existe una creencia fundamental en una conexión metafísica entre todo lo que existe dentro del universo, a través de una energía omnipresente o “espíritu” que es la esencia de todas las cosas (Chatterji, 1960; Grills, 2002; Grills & Ajei, 2002; Khoapa, 1980; Mwikamba, 2005; Myers, 1988; Obasi , 2002; Parham et al., 1999; Senghor, 1965, 1971; Sofola, 1973).

En el centro de la cosmovisión africana se encuentra el espíritu, o la vida misma, una fuerza vital que anima al universo y que imparte sentimiento a todas las cosas desde Dios hasta el más pequeño grano de arena. Si bien este espíritu impregna todas las cosas, existe una jerarquía distinta entre las cosas que conforman el universo. En la cima de la jerarquía está Dios, seguido por los antepasados (incluidos los fundadores de las tribus, también conocidos como los “semejantes a Dios”) y los vivos. Luego vienen los animales, las plantas y los minerales. Al estar en el centro, los humanos mantienen una posición privilegiada. Como seres vivos, las personas son capaces de incrementar su ser (utilizando este término en el mismo contexto que en el existencialismo). La fuente del espíritu, y el espíritu dentro de cada persona, es divina, y trasciende tanto el universo físico como el tiempo. Así, puede conectarnos con cualquier persona, lugar o cosa. Esto es parte de la base para la veneración africana de sus antepasados. Para que los ancestros eviten quedar “completamente muertos”, deben dedicarse a fortalecer la vida de los vivos. En consecuencia, aún pueden participar en la vida. Cuando una persona reconoce que a través del espíritu todas las cosas se vuelven una, y si se adhiere a esta realización, pierde todo sentido del ego/mente individual. En cambio, experimentan la armonía de la identidad colectiva y un sentido de yo extendido que incluye a los antepasados, a los que aún no han nacido, a toda la naturaleza y a toda su comunidad (Busia, 1972; Grills, 2002; Grills & Ajei, 2002; Jahn, 1972; Myers, 1988; Obasi, 2002; Parham, 2002; Parham et al., 1999; Senghor, 1965).

Con base en el párrafo anterior, debe quedar claro que la religión y la espiritualidad son muy importantes para los africanos. Compartimos una conexión biológica con los animales, y una conexión espiritual inherente con plantas y minerales, pero nuestra posición privilegiada en la unión del espíritu y la naturaleza nos permite participar en una vida espiritual que nos separa de los animales, plantas y minerales. Es así como los africanos creen que son capaces de aumentar su ser. Según Khoapa (1980), vinculamos el universo con Dios, lo despertamos, le hablamos, lo escuchamos y tratamos de crear armonía. Esto conduce a una profunda conexión con el ritmo del universo. Senghor (1965) describe el ritmo como la “arquitectura del ser... la expresión pura de la fuerza vital”. El ritmo se ha convertido en un aspecto importante de la vida africana, particularmente en el arte, la música y la poesía (ver también Busia, 1972; Chatterji, 1960; Jahn, 1972; Mwikamba, 2005; Senghor, 1971; Sofola, 1973).

La música africana, como la escultura, tiene sus raíces en la tierra nutritiva, está cargada de ritmo, sonidos y ruidos de la tierra. Esto no quiere decir que sea descriptivo o impresionista. Expresa sentimientos. (pg. 86; Senghor, 1965)

Como se señaló anteriormente, el aspecto trascendente del espíritu conduce a conexiones entre el pasado, el presente y las cosas que aún no han sucedido. Esto ha llevado a una relación distinta con el tiempo, una que difiere dramáticamente del mundo occidental. Los africanos creen que hay un patrón rítmico y cíclico en la vida establecido por Dios, y Dios sabe lo que es correcto. Esto incluye las estaciones, el levantamiento y puesta del sol, y las etapas de la vida (nacimiento, adolescencia, adultez, vejez y muerte). Los acontecimientos del pasado suelen ser referidos en términos de puntos de referencia, como un matrimonio o un nacimiento. En cuanto al futuro, en la mayoría de las lenguas africanas no hay palabra para el futuro lejano, y los planes para el futuro cercano se hacen una vez más en torno a eventos en lugar de una hora específica en un reloj. En consecuencia, el tiempo es algo que hay que compartir con los demás, realmente no existe tal cosa como perder el tiempo. Los ancianos tribales son respetados por la sabiduría que han acumulado a lo largo de su vida, y los muertos “vivos” son mantenidos vivos por el historiador oral de la tribu (Jahn, 1972; Parham et al., 1999; Sofola, 1973; Tembo, 1980).

pregunta de discusión\(\PageIndex{1}\)

La cosmovisión africana se centra en el universo y en todas las personas dentro de él como un todo interconectado, y busca la armonía y el ritmo. ¿Ves la vida de una manera holística, intentas relacionarte con los demás como si todos formáramos parte de una creación? ¿Crees que el mundo sería un lugar mejor si todos trataran de relacionarse con los demás de esta manera?